31 de octubre de 2012
Transcurrida una década del siglo XXI, las relaciones mundiales se presentan en el marco del capitalismo tardío, en medio de centros de poder económico y periferias que existen en permanente tensión. En este contexto, las grandes empresas transnacionales, junto a grupos económicos regionales o locales y gobiernos afines, buscan “consensos” a favor del pensamiento único neoliberal, mediante la convergencia de las telecomunicaciones, la industria cultural y las TIC, concentradas en grandes monopolios de la información y la comunicación. 1
Con esta lógica, se producen y reproducen contenidos televisivos, cine, deporte, información y publicidad, dentro de un discurso mercantil, discriminador y excluyente. Temas como la formación ciudadana, la educación y la opinión para la democracia, los problemas sociales como la pobreza, la exclusión, la violencia o los dramas de los grupos vulnerables quedan fuera de las agendas mediáticas, excepto si son entretenimiento o publicidad. 2
En este contexto, los ciudadanos globales se van convirtiendo de a poco en consumidores sin restricciones, personas intolerantes, hedonistas, falsamente progresistas, excluídas en el acceso a la información, al conocimiento y a las TIC, víctimas de la infopobreza y el analfabetismo tecnológico. Y lo que es peor, acostumbrados a estereotipos y fenotipos discriminatorios contra mujeres, jóvenes, indígenas, afrodescendientes o personas con discapacidad o nacionalidad diferente, a los que consideran “anormales”, o “inferiores”.
En la América Latina de hoy, la producción y distribución de contenidos excluyentes y discriminatorios a través de los monopolios de la información y la comunicación ha provocado una permanente tensión entre el poder político y los medios de comunicación, convertidos hoy en día, en los principales actores políticos que defienden la libertad de expresión, desde la perspectiva neoliberal.
En el caso de Ecuador, nuestros esfuerzos por resistir la presión mediática internacional o regular el monopolio de la convergencia tecnológica son insuficientes, debido a la ausencia de una ley de comunicación que regule los contenidos y la publicidad, así como garantice una equitativa distribución del frecuencias del espectro radioeléctrico a favor de los medios comunitarios. Al menos algunos gobiernos locales como Quito, tratan de controlar la publicidad de vallas ubicadas en los espacios públicos.
Frente a esta realidad, las personas, comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades, en en ejercicio de su condición de “quinto poder”, tienen la responsabilidad cívica e histórica de exigir a las empresas de comunicación que respeten sus límites, a través de los mecanismos constitucionales de participación y control social encaminados a promover y proteger el interés público, los derechos fundamentales y la lucha contra la discriminación.
Porque es momento de visibilizarnos como sujetos de derecho y no como mercancías, sólo la acción social de los habitantes del Ecuador, como primeros fiscalizadores del poder público y privado, hará posible transformar esa visión deformada de la realidad y construir discursos consecuentes con la democracia y la dignidad humana.
NOTAS
1. Todos sabemos de las corporaciones globales de medios de USA y Europa que tienen una presencia mundial y consolidan y extienden esa presencia. Las seis mayores hasta la próxima fusión son News Corporation de Murdoch, AOL Time Warner (USA), Walt Disney Co (USA), Bertelsmann AG (Alemania), Viacom (USA) y Vivendi Universal (casa matriz en el Reino Unido, la respuesta europea a la fusión AOL Time W.).
Pero además, la globalización y las políticas de convergencia tecnológica (telecomunicaciones + industrias culturales + tecnologías de la información) generaron una clase global de magnates locales de medios, que manejan sectores claves de sus economías nacionales, tienen enorme poder político y gran influencia en la agenda pública cotidiana. (Fiol: 2001)
2. Según un estudio desarrollado por la Defensoría del Pueblo de Ecuador, las personas adultas mayores son casi inexistentes (menos del 1%) en publicidades y programas. El 78% de los hombres es tomado en cuenta para opiniones en noticieros, mientras que las mujeres solo tienen un 22% de participación. Este dato llama la atención si tomamos en cuenta que el 50,4% de la población ecuatoriana son mujeres. Solo un 4% de los personajes son indígena y afro descendientes en publicidades. En programas de comedias la participación de los afros es de 8% con el estereotipo de que son delincuentes.