Correa y Assad:
El Comercio <www.elcomercio.com>
16 diciembre 2012
Los muertos en el atentado contra la mutual argentina AMIA sólo son 85, es verdad. El terror siempre es terror y hay que repudiarlo, pero si quiere números, hablemos de números… Podemos empezar con George W. Bush y su guerra proto-imperial. Según la organización Irak: conteo de víctimas, la cifra asciende a 120.856. A todas luces, la guerra más sanguinaria de la última década.
Según cifras de la Cruz Roja Internacional, la OTAN es responsable de 1.108 muertes durante los bombardeos a Libia, la mayoría de ellos fuerzas combatientes del régimen de Muamar Gadafi. Las fuerzas opositoras por sí solas son responsables de 4 227 muertes en las filas del dictador. No obstante, estas dos se quedan cortas cuando se las compara con las atrocidades de Gadafi: 7 224 bajas entre las fuerzas rebeldes y 7 037 civiles asesinados, incluyendo asesinatos en cámaras de gas. Esta es una cifra conservadora. La coalición ahora en el poder considera que las víctimas de Gadafi ascenderán fácilmente a 25 000, si se suman los desaparecidos.
En el mejor de los mundos, la OTAN no debió haber intervenido. No obstante, expertos internacionales como Ivo Daalder y James Stavridis creen que sin intervención la tragedia humana hubiese sido oprobiosa. Tienen un elemento válido de comparación: Siria. Allí un dictador sanguinario está ya usando misiles (¡sí misiles!) para matar a su gente y se sabe que está dispuesto incluso a usar bombas químicas, justo el tipo de armas que Gadafi no pudo usar gracias a la OTAN. Sin intervención externa, las víctimas de Bashar Al Asad ascienden a 54 485. Siria resultó peor que Libia, pues sólo cuando el número de muertos superó los 20 000, Turquía, Qatar, EE.UU. y otros empezaron a armar a los opositores.
No pensaba hablar del exabrupto del presidente Correa en Argentina y su conteo de muertos. Pero ahora que Siria está por caer –según sus propios aliados rusos- creo que es momento de una reflexión muy cuidadosa sobre el tema. No es ilusorio pensar que Asad y su familia puedan desembarcar en Quito, Caracas o La Habana. Y si sabemos que los Castro son muy asertivos y cuidadosos con su política exterior y no se meten en líos ajenos; si sabemos también que Chávez no puede ya asegurar nada a nadie, lo lógico sería pensar que Asad y su familia buscarán desembarcar en el Ecuador, donde su líder máximo ha dicho que “analizará el pedido de asilo como cualquier persona”. Es casi una invitación. No creo que el Presidente quiera -y mucho menos que el Ecuador quiera- convertirse en el centro de acogida de asesinos. Creo que el Presidente necesita recapitular y enviar un mensaje clarísimo de que si Asad llega, será puesto a disposición de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Esto ya dejó de ser hace tiempo un asunto de norte o sur, de imperialismo o anti-imperialismo… los muertos están ahí y suman más de 54 000: no hay dilema posible.
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