“La caridad que deja al pobre tal cual, no es suficiente. La misericordia verdadera, la que Dios nos da y nos enseña, requiere justicia; requiere que los pobres encuentren la manera de dejar de serlo […] Servir y acompañar también quiere decir defender, significa tomar partido por los más débiles”
Papa Francisco. Septiembre 2013
La presencia del Papa Francisco en la conducción de la iglesia Católica ha generado reacciones de todo tipo. Expectativa y un moderado entusiasmo entre los seguidores de la Teología de la Liberación y las Comunidades Eclesiales de Base e indignación en los sectores más conservadores. Su encuentro con Gustavo Gutiérrez, ha sido considerado como un acercamiento a la teología de la liberación, corriente que fue condenada y perseguida por sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI y la canonización de Juan XXIII ha provocado la crítica de los sectores lefebvristas y conservadores. Haberlo hecho además sin mediar el segundo milagro requerido por la legislación eclesiástica, daría la impresión de que Francisco tendría la firme decisión de realizar cambios importantes en la Iglesia. Aún más, las duras críticas hechas a la Curia Vaticana y a “los jefes de la iglesia –que- han sido a menudo narcisistas adulados por sus cortesanos” hacen prever cambios significativos. Los signos de austeridad y de pobreza, su denuncia en contra de los sistemas de opresión, de desigualdad y de marginación y su llamado a la Iglesia para hacer realidad la Iglesia de los Pobres anunciada por el Concilio Vaticano II han devuelto las esperanzas a amplios sectores de la Iglesia popular latinoamericana.
Pero ¿qué significado tienen estos acontecimientos para los cristianos del Ecuador en el contexto y la coyuntura actuales?. Muchos cristianos, sin dejar de reconocer la gran inversión social (que ha llegado hasta los sectores más pobres) y el retorno del Estado, no nos sentimos identificados con la Revolución Ciudadana. Diez años de gobiernos llamados progresistas nos dejan un sabor todavía amargo, agridulce, insípido de los proyectos que se van implementando. A pesar del discurso crítico al neoliberalismo los rasgos fundamentales de la revolución ciudadana apuntan a una modernización capitalista, a un fortalecimiento de una burguesía que se nutre de la explotación de la naturaleza, del extractivismo petrolero y minero.
El presidente Correa manipula el espíritu religioso de la gente. Reivindicándose como un seguidor de la doctrina social de la Iglesia, y luego de haber manifestado “no ser heredero de una trasnochada teología de la liberación” (El Mercurio, 17 abril 2007) no ha dudado en usar frases, discursos, símbolos y personajes vinculados a esta corriente para legitimar sus acciones. El uso de las palabras de Mons. Romero en cada sabatina, mutila su mensaje liberador y profético, porque oculta su compromiso y defensa de las organizaciones populares como instrumento eficaz del pueblo. Sería bueno que en cada sabatina se recordara cuando el mismo Mons. Romero en su tercera carta pastoral de 1978 denunciaba la persecución en contra de las organizaciones populares: “Pero, por eso, defendemos el derecho de las justas reivindicaciones – de las organizaciones populares – y denunciamos que, con un simplismo peligroso y mal intencionado, se las quiera confundir y condenar como terrorismo o subversión ilícita.”
Este 18, 19 y 20 de Octubre se celebrará en Santa Cruz Riobamba el VIII Encuentro de la Iglesia de los Pobres donde se reflexionará sobre estos temas y se buscará los caminos a seguir en la construcción de una nueva sociedad de justicia, de fraternidad y de Paz, a la luz de la historia de liberación de nuestros pueblos y de profetas como Mons. Proaño, para quien “la Fe es ante todo una lucha permanente contra el mal, contra la mentira, contra la injusticia, contra el odio, en donde quiera que se encuentre, en nosotros y en la sociedad…”
* miembro de la Comisión de Vivencia Fe y Política