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viernes, noviembre 15, 2024

JULIO JARAMILLO Y LA MUSICA COMO IDENTIDAD. por Hernán Ibarra[*]

 

Julio Jaramillo es la confirmación de una amplia tendencia en América Latina: el surgimiento de personalidades que simbolizan lo nacional a partir de historias personales transcurridas en el mundo del espectáculo. Es así que la farándula termina proveyendo iconos identitarios. Como siempre, todo depende de la memoria que se elabore sobre el personaje.

 Julio Jaramillo Laurido nació en Guayaquil el 1º. de Octubre de 1935 en un hogar de padre y madre trabajadores. Desempeñó oficios manuales y se encaminó al canto junto con su hermano José, dentro del ambiente de los músicos populares llamados despectivamente “lagarteros”. El pudo pasar de ese círculo a otro de las radios y presentaciones públicas. Sus primeras grabaciones fueron en dúo con Fresia Saavedra, una reconocida cantante de música nacional.

 A mediados del siglo XX se afianza una cultura de masas moderna en el Ecuador con un fuerte núcleo en la música popular. Esta se hallaba estructurada por la industria fonográfica, la radio, las rocolas y un sistema de espectáculos públicos. Las emisoras radiales tenían auditorios para la presentación de espectáculos musicales y los cines ofrecían música en vivo combinada con la proyección de películas.

 La introducción y propagación de las rocolas en la década de 1950, masificaron – junto al disco de 45 revoluciones- la música, no solo nacional, ya que correspondió también a una internacionalización de la música popular latinoamericana. Hacia los años sesenta, las rocolas eran artefactos diseminados en restaurantes, prostíbulos, heladerías y cantinas. Su repertorio incluía música local e internacional. Pero no existía lo que años más tarde se denominó  música rocolera.

 Todo esto tenía un marcado carácter local y urbano. Los músicos y cantantes eran reconocidos en sus localidades. El bolero antillano y mexicano, más una antigua recepción del vals peruano influían en los repertorios y estilos de los músicos nacionales. De modo que la música ecuatoriana, representada principalmente por el pasillo, se alimentó  de una interacción con otras vertientes musicales nacionales. En este clima se incubó Julio Jaramillo, quien tuvo la capacidad de moverse en un repertorio que incluía pasillos, yaravíes y pasacalles, junto a valses y boleros. La difusión de su música ocurría fundamentalmente con las rocolas y la radio. Las canciones más escuchadas de JJ, son de contenido amoroso y otras que aluden a la identidad guayaquileña.

 Su trayectoria exitosa fue la de su internacionalización. Largos años de permanencia en Venezuela y México le permitieron crear un público más amplio y una inserción en los mercados fonográficos de esos países, interpretando preferentemente boleros. Además tuvo una gran aceptación en América Central y el Caribe e incluso en el cono Sur. Ese fue su mayor logro que lo convirtió en ídolo de vastos sectores populares en América Latina.  Realizó grabaciones en dúo con Olimpo Cárdenas,  Alci Acosta y Daniel Santos. Con éste último le unió una especial amistad, y  con el grabó en  1974 “En la cantina”, un LP que recrea una jornada cantinera.

 Su vigencia  en el Ecuador se mantuvo con sus periódicos retornos, y su temprana  muerte cuando tenía 42 años (Guayaquil, 9 de febrero 1978), lo convirtió en una referencia de la identidad nacional. Cuando falleció, se identificaron 27 hijos y probablemente más de 300 LPs. grabados. Había vuelto al Ecuador en 1976, pero su presencia no era tan requerida en los espectáculos como en el pasado. En la década de 1970 había un ambiente nacionalista que se encontraba carente de raíces populares, en tanto que los héroes criollos y las conmemoraciones cívicas perdían capacidad de convocatoria. En esta decadencia de símbolos patrióticos, el nacionalismo ecuatoriano encontró en JJ un icono de origen popular que  permitía cristalizar un sentido de pertenencia. Se le adjudicó la representación del cantante nacional que opacó a otras figuras de la época. En 1981 se exhibía la película “Nuestro Juramento”, una coproducción mexicano-ecuatoriana que es una versión de la vida del cantante. Una traslación de este film en formato DVD  se titula  “El señor de las cantinas”. Ya en los años noventa, una teleserie ecuatoriana está dedicada a contar su vida. Son puestas en escena que proponen una idea borrosa de la trayectoria del ídolo, centradas en acontecimientos que lucen triviales. Sobre todo, la ambientación y los actores que interpretan al cantante no son convincentes.

 Se debe aclarar que la música rocolera, surgida a fines de los años setenta, después del fallecimiento de JJ, es un conjunto  de ritmos musicales (pasillos, valses y boleros) que a través de los espacios públicos y utilizando la comunicación radial, confluyeron en una manera de privilegiar la relación de pareja como un eje central de la vida popular. Los cantantes rocoleros, interpretaban canciones diferentes a las del tiempo de Julio Jaramillo, además de que  utilizaban un lenguaje predominantemente coloquial. Lo específico de la canción rocolera, que se diseminaba cuando más bien estaban desapareciendo las rocolas, es que ha tenido una amplia acogida en los sectores populares urbanos y los migrantes indígenas forjando un nuevo ciclo de desarrollo de la música popular.

 Cuando literatos y músicos de las clases medias ilustradas reivindicaron a JJ,  a su manera, interpretaron un acercamiento a lo popular. De este modo, resolvieron  imaginariamente una identidad social con la vinculación a un símbolo. Entonces, un cantante de rasgos populares se convirtió en una fuerte imagen alimentadora de la nación mestiza. En 1993, el gobierno ecuatoriano instauró la conmemoración del “Día del Pasillo” el 1º de Octubre eligiendo el día del nacimiento de JJ como fecha simbólica. Después de 1990 y en el nuevo siglo ocurre un deterioro creciente de los símbolos identitarios nacionales con la irrupción de las demandas  étnicas y regionales. Como remate, el cierre del problema territorial con el Perú en 1998,  elimina uno de los factores dominantes del nacionalismo ecuatoriano.

 Es difícil afirmar que JJ siga teniendo una imagen predominante de representación del espíritu de la música nacional. Nuevos cantantes populares y de clase media configuran espacios y sentidos de la música. Ya la música nacional dejó de ser lo que era. La globalización aleja a amplios públicos de las vertientes vernáculas de la canción. Es un momento de públicos diferenciados y de múltiples identificaciones. Sin embargo, los grupos populares se identifican con la música rocolera y la tecnocumbia.

 Esto no quiere decir que JJ se ausente de los imaginarios. Las crónicas biográficas hasta ahora disponibles están centradas en su agitada vida amorosa, su afición a la bebida, su generosidad derrochadora y anécdotas del medio artístico. Son relatos en los que hay escasas fechas y una ausencia de contextos sociales y culturales.[†] Se conoce poco sobre el ambiente social y cultural de su tiempo y sus largas estadías en el extranjero.

 Por lo menos dos estatuas, una en el suburbio oeste de Guayaquil y otra en Santo Domingo de los Colorados  perpetúan su memoria. Sin embargo, más importantes que los monumentos, son las recordaciones anuales del día de su muerte y los programas radiales que difunden su música cotidianamente. Claro que Julio Jaramillo continuará  alimentando recuerdos, nostalgias y orgullos nacionales. De haber sido un cantante ecuatoriano que se internacionalizó, logrando una presencia que no han alcanzado otras expresiones de la cultura ecuatoriana.

 

NOTAS

[*]Publicado en Revista del Archivo Histórico del Guayas, No. 2, Segunda Época, 2006, pp. 99-103.

 [†] Algunas biografías y crónicas sobre Julio Jaramillo, son las de Carlos Díaz, Siempre Julio. La otra cara de un ídolo, Dino Producciones, Quito, 1998; Fernando Artieda, Julio Jaramillo. Romance de su destino, Editores Nacionales, Guayaquil, 2004, 2ª. ed. La colección de cinco fascículos publicados por el diario El Universo en 1998 y titulados Julio Jaramillo el ídolo del siglo, proporciona un acercamiento que cuida más el contexto social de la época. Ver también la entrada “Julio Jaramillo Laurido”, en Rodolfo Pérez Pimentel, Diccionario Biográfico del Ecuador, T. 11, U. de Guayaquil, 1995, pp. 185-192.

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5 COMENTARIOS

  1. Antonio Angel – Venezuela Boconó

    Buenas queridos Lectores, así es la Música es parte de la Identidad de los Pueblos y aún más la de JJ, quien la catapultó e hizo una de sus Canciones el Segundo Himno del Ecuador, acá donde Vivo (Boconó – Trujillo) el estuvo en Vivo y la gente que lo recuerdo comenta su gran potencial y afinar de Voz… Toda una odisea y peregrinaje en el mundo… además también nuestra tierra Boconó cuenta con muy buenos músicos que enaltecen todo lo bueno del arte musical como lo fue y será por siempre Julio Jaramillo… Dios nos reúna en el más allá para seguir cantando y disfrutando de lo mejor

  2. Julio Jaramillo es la confirmación de una amplia tendencia en América Latina: el surgimiento de personalidades que simbolizan lo nacional a partir de historias personales transcurridas en el mundo del espectáculo. Es así que la farándula termina proveyendo iconos identitarios. Como siempre, todo depende de la memoria que se elabore sobre el personaje.

    Julio Jaramillo Laurido nació en Guayaquil el 1º. de Octubre de 1935 en un hogar de padre y madre trabajadores. Desempeñó oficios manuales y se encaminó al canto junto con su hermano José, dentro del ambiente de los músicos populares llamados despectivamente “lagarteros”. El pudo pasar de ese círculo a otro de las radios y presentaciones públicas. Sus primeras grabaciones fueron en dúo con Fresia Saavedra, una reconocida cantante de música nacional.

    A mediados del siglo XX se afianza una cultura de masas moderna en el Ecuador con un fuerte núcleo en la música popular. Esta se hallaba estructurada por la industria fonográfica, la radio, las rocolas y un sistema de espectáculos públicos. Las emisoras radiales tenían auditorios para la presentación de espectáculos musicales y los cines ofrecían música en vivo combinada con la proyección de películas.

    La introducción y propagación de las rocolas en la década de 1950, masificaron – junto al disco de 45 revoluciones- la música, no solo nacional, ya que correspondió también a una internacionalización de la música popular latinoamericana. Hacia los años sesenta, las rocolas eran artefactos diseminados en restaurantes, prostíbulos, heladerías y cantinas. Su repertorio incluía música local e internacional. Pero no existía lo que años más tarde se denominó música rocolera.

    Todo esto tenía un marcado carácter local y urbano. Los músicos y cantantes eran reconocidos en sus localidades. El bolero antillano y mexicano, más una antigua recepción del vals peruano influían en los repertorios y estilos de los músicos nacionales. De modo que la música ecuatoriana, representada principalmente por el pasillo, se alimentó de una interacción con otras vertientes musicales nacionales. En este clima se incubó Julio Jaramillo, quien tuvo la capacidad de moverse en un repertorio que incluía pasillos, yaravíes y pasacalles, junto a valses y boleros. La difusión de su música ocurría fundamentalmente con las rocolas y la radio. Las canciones más escuchadas de JJ, son de contenido amoroso y otras que aluden a la identidad guayaquileña.

    Su trayectoria exitosa fue la de su internacionalización. Largos años de permanencia en Venezuela y México le permitieron crear un público más amplio y una inserción en los mercados fonográficos de esos países, interpretando preferentemente boleros. Además tuvo una gran aceptación en América Central y el Caribe e incluso en el cono Sur. Ese fue su mayor logro que lo convirtió en ídolo de vastos sectores populares en América Latina. Realizó grabaciones en dúo con Olimpo Cárdenas, Alci Acosta y Daniel Santos. Con éste último le unió una especial amistad, y con el grabó en 1974 “En la cantina”, un LP que recrea una jornada cantinera.

    Su vigencia en el Ecuador se mantuvo con sus periódicos retornos, y su temprana muerte cuando tenía 42 años (Guayaquil, 9 de febrero 1978), lo convirtió en una referencia de la identidad nacional. Cuando falleció, se identificaron 27 hijos y probablemente más de 300 LPs. grabados. Había vuelto al Ecuador en 1976, pero su presencia no era tan requerida en los espectáculos como en el pasado. En la década de 1970 había un ambiente nacionalista que se encontraba carente de raíces populares, en tanto que los héroes criollos y las conmemoraciones cívicas perdían capacidad de convocatoria. En esta decadencia de símbolos patrióticos, el nacionalismo ecuatoriano encontró en JJ un icono de origen popular que permitía cristalizar un sentido de pertenencia. Se le adjudicó la representación del cantante nacional que opacó a otras figuras de la época. En 1981 se exhibía la película “Nuestro Juramento”, una coproducción mexicano-ecuatoriana que es una versión de la vida del cantante. Una traslación de este film en formato DVD se titula “El señor de las cantinas”. Ya en los años noventa, una teleserie ecuatoriana está dedicada a contar su vida. Son puestas en escena que proponen una idea borrosa de la trayectoria del ídolo, centradas en acontecimientos que lucen triviales. Sobre todo, la ambientación y los actores que interpretan al cantante no son convincentes.

    Se debe aclarar que la música rocolera, surgida a fines de los años setenta, después del fallecimiento de JJ, es un conjunto de ritmos musicales (pasillos, valses y boleros) que a través de los espacios públicos y utilizando la comunicación radial, confluyeron en una manera de privilegiar la relación de pareja como un eje central de la vida popular. Los cantantes rocoleros, interpretaban canciones diferentes a las del tiempo de Julio Jaramillo, además de que utilizaban un lenguaje predominantemente coloquial. Lo específico de la canción rocolera, que se diseminaba cuando más bien estaban desapareciendo las rocolas, es que ha tenido una amplia acogida en los sectores populares urbanos y los migrantes indígenas forjando un nuevo ciclo de desarrollo de la música popular.

    Cuando literatos y músicos de las clases medias ilustradas reivindicaron a JJ, a su manera, interpretaron un acercamiento a lo popular. De este modo, resolvieron imaginariamente una identidad social con la vinculación a un símbolo. Entonces, un cantante de rasgos populares se convirtió en una fuerte imagen alimentadora de la nación mestiza. En 1993, el gobierno ecuatoriano instauró la conmemoración del “Día del Pasillo” el 1º de Octubre eligiendo el día del nacimiento de JJ como fecha simbólica. Después de 1990 y en el nuevo siglo ocurre un deterioro creciente de los símbolos identitarios nacionales con la irrupción de las demandas étnicas y regionales. Como remate, el cierre del problema territorial con el Perú en 1998, elimina uno de los factores dominantes del nacionalismo ecuatoriano.

    Es difícil afirmar que JJ siga teniendo una imagen predominante de representación del espíritu de la música nacional. Nuevos cantantes populares y de clase media configuran espacios y sentidos de la música. Ya la música nacional dejó de ser lo que era. La globalización aleja a amplios públicos de las vertientes vernáculas de la canción. Es un momento de públicos diferenciados y de múltiples identificaciones. Sin embargo, los grupos populares se identifican con la música rocolera y la tecnocumbia.

    Esto no quiere decir que JJ se ausente de los imaginarios. Las crónicas biográficas hasta ahora disponibles están centradas en su agitada vida amorosa, su afición a la bebida, su generosidad derrochadora y anécdotas del medio artístico. Son relatos en los que hay escasas fechas y una ausencia de contextos sociales y culturales.[†] Se conoce poco sobre el ambiente social y cultural de su tiempo y sus largas estadías en el extranjero.

    Por lo menos dos estatuas, una en el suburbio oeste de Guayaquil y otra en Santo Domingo de los Colorados perpetúan su memoria. Sin embargo, más importantes que los monumentos, son las recordaciones anuales del día de su muerte y los programas radiales que difunden su música cotidianamente. Claro que Julio Jaramillo continuará alimentando recuerdos, nostalgias y orgullos nacionales. De haber sido un cantante ecuatoriano que se internacionalizó, logrando una presencia que no han alcanzado otras expresiones de la cultura ecuatoriana.

    NOTAS
    [*]Publicado en Revista del Archivo Histórico del Guayas, No. 2, Segunda Época, 2006, pp. 99-103.

    [†] Algunas biografías y crónicas sobre Julio Jaramillo, son las de Carlos Díaz, Siempre Julio. La otra cara de un ídolo, Dino Producciones, Quito, 1998; Fernando Artieda, Julio Jaramillo. Romance de su destino, Editores Nacionales, Guayaquil, 2004, 2ª. ed. La colección de cinco fascículos publicados por el diario El Universo en 1998 y titulados Julio Jaramillo el ídolo del siglo, proporciona un acercamiento que cuida más el contexto social de la época. Ver también la entrada “Julio Jaramillo Laurido”, en Rodolfo Pérez Pimentel, Diccionario Biográfico del Ecuador, T. 11, U. de Guayaquil, 1995, pp. 185-192

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