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LA DERECHA Y SUS MECANISMOS DE ASCENSO AL PODER EN LATINOAMÉRICA Por Miguel Méndez*

Marzo 14 de 2017

Ante un giro a la derecha en la hegemonía política de los países de la región es importante recopilar los mecanismos por los cuales los gobiernos denominados progresistas van perdiendo poder en los diferentes países.

La llegada al poder de los partidos y movimientos progresistas se da en el contexto de una multiplicidad de variables en los diferentes países que van desde la precarización del empleo, la exclusión social generada por las privatizaciones, las crisis hiperinflacionarias y el desgaste de los gobiernos neoliberales de los años 90 del siglo pasado.

En la categoría “progresista” se consideran un conjunto heterogéneo de gobiernos que conjugaron en algunos casos y aún conjugan en otros, democracia liberal, capitalismo y amplias políticas sociales de contención de la pobreza.

Advienen al poder con la llegada por vía democrática de Hugo Chávez en Venezuela en 1999, Luiz Inácio “Lula” da Silva en el Brasil en 2003, Néstor Kirchner en la Argentina en el mismo año,  Tabaré Vázquez en Uruguay en 2005, Evo Morales en Bolivia y Manuel Zelaya en Honduras en 2006, Daniel Ortega en El Salvador y Rafael Correa en Ecuador en 2007, y por último Fernando Lugo en Paraguay en 2008.

Después de más de 10 años de Progresismo -cual efecto pendulante- los gobiernos en la región están retornando a los poderes de la derecha tradicional.

Brasil, Paraguay, Honduras y el juicio político como mecanismo para retornar al poder

Pese a ser crítica con los años de gobierno de Lula y Dilma Rousseff, Luciana Langraf, socióloga brasileña, señala que lo ocurrido en agosto de 2016 con el segundo mandato de Rousseff y el cuarto del Partido de los Trabajadores en Brasil fue un golpe parlamentario de la derecha brasileña y no un juicio político por corrupción. Ella explica: “Esto es muy polémico y la propia izquierda tiene respuestas muy diferentes. Cada vez que hablamos de política acá o en Estados Unidos me dicen que la presidenta sufrió un juicio político por corrupción, y yo trato de explicar que eso no es así. La presidenta no respetó una ley fiscal, la acusación nunca fue sobre apropiación privada de recursos. Y lo que es aún más importante, el atraso de repase de dinero tuvo que ver con el mantenimiento de beneficios sociales. Eso es lo que llaman ‘pedaleadas fiscales’. Y eso ocurrió ya en 1994 con Fernando Henrique Cardozo y siguió ocurriendo a nivel de cada estado. Sabiendo eso, quien estaba a favor del juicio político por lo general justificaba el hecho de que los otros presidentes que hicieron lo mismo no lo sufrieron porque el volumen de dinero era menor. Es verdad que en el gobierno de Dilma el volumen fue absurdamente mayor, y que eso puede haber perjudicado la economía. Pero en la ley no están previstas cantidades. Por otro lado, en su segunda elección, Dilma ya no venía tan fuerte y se asoció con Michel Temer del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), uno de los partidos más conservadores, para poder ganar, y ganó por muy poco.”[1]

La socióloga brasileña agrega: “Además, ya desde su primer mandato estaban ocurriendo investigaciones que involucraban a muchos de los diputados que votaron a favor del juicio político, en estos casos sí, los juicios eran por corrupción. Está muy claro que muchas de esas personas, sobretodo el ex presidente de la cámara de diputados Eduardo Cunha (para mí unos de los tipos más sucios de toda esa historia) tenían intereses en frenar esas investigaciones y también relaciones muy cercanas con el ahora presidente Michel Temer. Fue todo muy lento, con una cara muy constitucional y muy bien orquestado por personas muy poderosas del país.”

Finalmente añade: “Por último en este tema, hay que acordarnos del poder de los medios de comunicación en todo esto, que siempre estuvieron de un lado muy claro e hicieron el mejor juego de manipulación que yo he podido acompañar.”

A la hora de calificar los años de la gestión del PT en el gobierno, Luciana Landgraf, no duda en hacerlo como de un Neoliberalismo Progresista pues la concentración en la posesión de tierras durante el gobierno Lula aumentó, hubo un crecimiento del agro negocio, y no se modificaron las políticas financieras del capitalismo de los 90 (se firmaron varios acuerdos con el Fondo Monetario internacional) si bien en el plano social se aplicaron políticas sociales eficaces como Fome Cero, Bolsa Família, Bolsa Escola, Minha Casa Minha Vida, que dieron protección a la clases bajas, además de aumentos salariales y acceso a créditos que posibilitaron un mayor consumo y la movilidad social de la clase media baja.

Es importante hacer notar que el caso brasileño de la destitución de un mandatario vía juicio político tiene sus antecedentes en la zona con lo ocurrido con Fernando Lugo en Paraguay en el año 2012 cuando un juicio político también lo relevó del cargo y lo acontecido con Manuel Zelaya en Honduras en 2009 donde la Suprema Corte de Justicia lo destituyó. En su momento Rousseff, que dos años antes había ganado las elecciones para un segundo mandato, manifestó: “En Brasil quieren hacer un golpe a la paraguaya”.

Tanto en el caso brasileño como en el paraguayo quienes impulsaron los juicios políticos y votaron por la destitución de los mandatarios fueron ex socios políticos de la derecha con los cuales se había pactado con antelación para el ascenso al poder y la gobernabilidad; en el caso brasileño, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño de Michel Temer, vicepresidente de Rousseff, y en el paraguayo el Partido Radical Auténtico de Federico Franco, vicepresidente de Lugo.

Argentina, Bolivia, Ecuador y la vía democrática.

Es en estos tres países el nuevo ascenso de la derecha continental se da por el mecanismo democrático de los votos.

Para la comunicadora social argentina Lorenalia Mans, la derrota acontecida por el candidato oficialista Daniel Scioli en 2015 tiene que ver con una sociedad particionada, la corrupción de los gobiernos del Kirchnerismo y la influencia de los medios de comunicación. Ella explica:“La sociedad argentina está muy dividida, hay que tener en cuenta que Mauricio Macri ganó solo por uno por ciento y en segunda vuelta, en la primera vuelta ganóDaniel Scioli.”[2]

Para Mans tanto Scioli como Macri, son del mismo signo político. “Es necesario entender que ambos, Scioli del Frente para la Victoria y Macri del PRO[3]son lo mismo, los dos son la derecha de la Argentina, uno de centro derecha y el otro más ultra, ganó el ultra porque los medios masivos le dieron una mano para que gane, jugaron con la herramienta de construir un discurso.”

Asimismo explica: “Por otro lado, el gobierno Kirchnerista  fue muy corrupto pero tuvo demagogias progresistas que le sirvieron para cooptar espacios del campo popular, como algunos sectores de la comunidad LGTBI, de los campesinos, de los movimientos piqueteros y de los derechos humanos. Y lo hicieron con leyes y hechos que se  necesitaban, pero no insumían cambio económico en la sociedad  como lo fueron el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, los juicios a los genocidas y un montón de políticas públicas paliativas para no morir de hambre.”

Al momento de categorizar los años de Kirchnerismo en la Argentina, Mans lo hace como de Neoliberalismo con Políticas Sociales pues pese a las políticas asistencialistas (Asignación Universal por Hijo, Ingreso Social con Trabajo, Ellas Hacen, Plan Más y Mejor Trabajo, Prestación por Desempleo, Argentina Trabaja y otros) quedó intacta la matriz neoliberal (capitalismo, políticas extractivistas, transnacionalización) de la economía.

En Bolivia apoco de asumir su tercer mandato Evo Morales llamó a una consulta popular en 2016 que plebiscitó la reforma de la Constitución para poder postularse a un cuarto mandato en 2019.Esta fue la primera derrota en las urnas del dirigente cocalero. Aquí también los resultados mostraron una sociedad altamente fragmentada, pues por solo 3% triunfó el no a la reforma y por lo tanto el no a un cuarto periodo.

Entre las causas que los analistas esgrimen a esta derrota se pueden nombrar el desgaste en el poder luego de más de una década en él, regiones del país a las cuales no llega el crecimiento económico, demandas insatisfechas de algunos nuevos actores de la política, copamiento del MAS en el poder en detrimento de otras organizaciones sociales, hechos de corrupción acaecidos en el Fondo Indígena en el que están involucrados integrantes del MAS y la acusación por tráfico de influencias hecha a Morales por supuestamente favorecer en la adjudicación de contratos a la firma china CAMC Engineering (Camce), dirigida por su ex pareja.

En Ecuador, la situación se encuentra en suspenso luego de la primera vuelta de las elecciones del pasado 19 de febrero, donde el candidato oficialista Lenín Moreno, pese a haber sacado más de 10% de ventaja sobre el banquero Guillermo Lasso, no logró el 40% de los votos necesarios para vencer en primera ronda. La segunda vuelta se llevará a cabo el 2 de Abril próximo con muchas posibilidades para la derecha de ganar la presidencia. Recordemos que en 2013 Rafael Correa triunfaba con el 57% de los votos.

Es necesario decir que en esta década en el poder, Correa más bien implementó en el país un Capitalismo Desarrollista basado en la construcción de grandes obras públicas que generaron el aumento del empleo y al igual que sus pares en la región desarrolló políticas asistencialistas en salud y educación sin cambiar la estructura capitalista de la economía con base en el extractivismo. Se alejó de los movimientos sociales al punto de criminalizar la protesta social. Mantuvo la dolarización de la economía ecuatoriana, propició la entrada de grandes capitales chinos, firmó un tratado de comercio con la Unión Europea muy criticado por productores nacionales y adjudicó territorios ancestrales indígenas a la explotación petrolera y minera.

Acusado de autoritarismo por sus detractores. Se mostró como un tenaz enemigo de la legalización del aborto y lo que él llamó “ideología de género”. No son pocos los casos de corrupción que han empañado su gestión.

Venezuela o la combinación de los mecanismos

Es en el caso de Venezuela donde los dos mecanismos actuales de toma de poder por parte de la derecha latinoamericana se combinan. Luego de una prolongada guerra económica en 2015 la derecha venezolana accedió a la mayoría de la Asamblea Nacional (en una proporción de 3/5)  por la vía democrática para luego buscar utilizar el juicio político para deponer al presidente Nicolás Maduro, juicio el cual –a diferencia de lo ocurrido en Brasil y Paraguay- quedó en suspenso tras la intervención del Tribunal Supremo de Justicia que declaró incompetente a la Asamblea para juzgar al presidente.

Tras 18 años en el poder, el proceso iniciado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro se encuentra estancado, no logra superar su fuerte dependencia del petróleo y afronta severas denuncias de corrupción. A esto se suma el ascenso de una nueva clase social, la “Boliburguesía”, o la burguesía de los nuevos ricos en el gobierno Bolivariano, miembros del oficialismo y militares. La sociedad venezolana se encuentra altamente polarizada.

Conclusión

Si bien en numerosos casos el ascenso de la derecha al poder se da por mecanismos democráticos y los golpes de estado militares parecieran haber pasado de moda en la región (llamándose las Fuerzas Armadas latinoamericanas a una mayor institucionalidad), la derecha continental sigue utilizando otros dispositivos como el juicio político (Brasil y Paraguay) o la destitución vía judicial (Honduras) para acabar con gobiernos de diferente tinte político. La puesta en práctica de estos dispositivos se ha dado en llamar “golpes blandos” que son asestados justamente por ex socios políticos con los cuales se pactó en la anterioridad para subir al poder o conseguir gobernabilidad.

Estos mecanismos de ascenso no dejan de tener importancia debido a que interrumpen procesos legítimamente democráticos, pactos sociales y políticos, y siembran en la sociedad un descrédito hacia las instituciones.

Tanto en los llamados golpes blandos como en el ascenso por vía democrática los medios de comunicación han jugado un papel fundamental para inclinar la balanza hacia la derecha.

Por otra parte el proceso progresista parece agotado en sí mismo al haber sido incapaz en estos años de realizar cambios estructurales en la matriz económica capitalista más allá de políticas asistenciales y de concesión de derechos civiles, sumada la pérdida de credibilidad por los escándalos de corrupción.  Es necesario agregar que las políticas sociales a partir de 2015 fueron difíciles de mantener con la caída de los precios de las materias primas en el mercado internacional, lo que generó crisis y estancamiento de las economías en los países del Progresismo continental y el consecuente surgimiento de actores de la derecha más conservadora como salvadores.

[1] Entrevista realizada por el autor el 13 de Febrero de 2017.

[2] Entrevista realizada por el autor el 9 de Febrero de 2017.-

[3]PRO: Propuesta Republicana, nombre de la alianza de movimientos y partidos políticos que postuló a Macri a la presidencia.

* Licenciado en ciencias sociales, comunicador y escritor paraguayo. Ha publicado trabajos periodísticos y de análisis social en Paraguay y España.

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PENSAMIENTO CRÍTICO
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1 COMENTARIO

  1. Ud. se olvida del mejor mecanismo: la corrupción de los gobiernos “progresistas”, lo que justifica el chiste:
    -¿Cúal es la mejor obra de infraeatructura del correato?
    Construir una inmensa vía para que llegue la derecha al poder.
    Ese es el mejor “golpe blando”.

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