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lunes, diciembre 23, 2024

LA FERIA DE LOS SUEÑOS EN ESPAÑA. Por Paulina Mogrovejo

Los desahucios

 

Quince años después, el Aeropuerto Mariscal Sucre de Quito ya no se encuentra abarrotado de emigrantes, como en aquella época del éxodo ecuatoriano, sin embargo, continúa siendo la memoria histórica de esos encuentros y desencuentros, de sueños y las pesadillas, esperanzas y desazón,  alegría y dolor, rabia y perdón, amor y odio, del quedarse, del huir, de ser o no ser, del marcharse para siempre, del despedirse de una vez, de resistir o desfallecer, de dejar atrás aquel país ajeno y distante, ese país de feriados bancarios, dolarización, crisis, pobreza y exclusión, esa Patria sin patria, ese sombrío Ecuador.

 En aquella época, Europa y Estados Unidos eran el mejor camino para un mundo mejor. La creciente industria del ladrillo en los países del Norte, fue una invitación atractiva para la mano de obra. Nuestros compatriotas, al igual que otros emigrantes, en su mayoría se emplearon como obreros de la construcción.  ¡Por fin un trabajo que permita vivir con dignidad, comprar una casa, un negocio propio, salud, educación, calidad de vida!. Una oportunidad que su país de origen les había negado.

 Pero el hecho de mejorar el poder adquisitivo se tornó en su contra, al ser sus ingresos, una  invitación atractiva para algunos inescrupulosos promotores inmobiliarios y banqueros, quienes vieron un negocio de alta rentabilidad en los sueños de los trabajadores, vulnerables a las leyes de oferta y demanda del mercado neoliberal.

 Estos promotores y  banqueros sin alma, se sirvieron de la especulación para forzar la demanda de viviendas, induciendo al engaño con publicidad seductora. “casi, casi -dice un afectado- que tener casa propia era un símbolo de status”, y mientras más nueva, más grande, mejor decorada, mejor. El negocio de las hipotecas también facilitaba la compra fácil de vehículos, adecuación de viviendas,  piscinas,  muebles. Este crédito se había convertido en la extensión de sus sueños. 

 El negocio de la burbuja inmobiliaria, una de las causas de la crisis económica europea, estaba protegida por el Estado español, no así los afectados, perseguidos por una Ley de Hipotecas injusta. Los órganos de control en un rol pasivo frente a los abusos y los ayuntamientos, en un rol activo, inflando el valor de los avalúos catastrales para favorecer los sobreprecios de las viviendas.

 Las consecuencias han sido nefastas. “Cada ocho minutos hay un desahucio en España” [1], que vulnera el derecho a la vivienda. Según la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), desde el 2007, inicio de la crisis inmobiliaria, han causado el desalojo de unas 400.000 familias, entre las que están casi un 4% (15.000) de las de inmigrantes ecuatorianos.[2]

Ex esposos, ex esposas, ex hijos, ex hijas, ex padres, ex madres, ex amigos, ex amigas, ex proyecto de vida, ex vida.

 Sin duda, es la muestra evidente del fracasado modelo económico neoliberal que sólo funciona para enriquecer más a los que tienen más, y empobrecer más a los que tienen menos, a través de la acumulación, producto de la explotación.  Por eso es importante impulsar el cambio en las relaciones de poder hegemónico para lograr mayor justicia en nuestras sociedades latinoamericanas, en beneficio de la dignidad humana.

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