Una cosa es la crítica y otra el ataque. Cuando se crítica se pretende acompañar, orientar, reflexionar con el ánimo de que una situación sea más saludable o esté en mejores condiciones; pero cuando no hay nada de eso, es solo ataque, con el propósito de dañarle, afectarle, destruirle, desaparecerle.
Es admisible y positiva la crítica y la auto crítica, que mucho le hace falta a la izquierda y al movimiento indígena, que en nuestro caso lo hemos hecho, aunque ha incomodado a algunos. Siempre con la intención de dar luces, pero cuando se ataca desde la visión oscurantista de la derecha es para darle una puñalada. No hemos sido románticos ni idealizamos “lo indígena”, que para nosotros no es una raza sino una epistemología, y otra cosa, es que a pretexto de no romantizar ni idealizar al indígena se los ataque desde una visión superiorista de que saben más que los indígenas, lo que conlleva una posición racista de menosprecio.
Todavía más, que como mestizos la casi totalidad de ecuatorianos tienen de indígena también. Mestizos que se asumen en su mayoría como occidentales, cuando tienen más porcentaje de amerindio que de blanco, por lo que podrían optar por una concepción andina. Pero como son acomplejados, colonizados todavía, y desconocen las epistemes y ontologías de la tierra que les ha visto nacer, se convierten solo en un “pie de página a Platón”. Mientras en occidente, hay quienes están buscando fuera del primer mundo, pues han llegado a su límite y buscan nuevos y diferentes saberes.
El buen vivir o sumak kaway es el primer pensamiento propio de Interamérica. Recién después de 450 años los andinos fueron capaces de producir algo propio. Todo lo que se ha producido anteriormente es solo una reproducción, copia y plagio del pensamiento antropocentrista y logocrático. Por lo que seguimos siendo colonia intelectual y gnoseológica del monoteísmo europeo. De lo que también el pueblo europeo está luchando por cambiar todo ello, pues también fueron colonizados y extinguidos sus conocimientos indígenas propios y milenarios.
Uno es “lo indígena” como episteme y otro “el indígena” como etnia, y lo que hemos visto, es un ataque al indígena como “indio de mierda” o “indio emplumado”, y un desconocimiento rampante de lo andino como propuesta filosófica. Algo que también lo desconoce la izquierda y esto es racismo, porque no hay una mirada integral, sino solo un vistazo desde el pensamiento oficial, legalizado y naturalizado como único o superior (primer mundo, desarrollado). De muchos periodistas conocidos se podía esperar su ataque, pero lo que sí ha llamado mucho la atención es el caso de Roberto Aguilar, que ha dado un giro copernicano y ya no critica como antes.
Indudablemente, que hay fanáticos y fundamentalistas, que cuando alguien critica a la izquierda le etiquetan de derecha y viceversa. Su mentalidad binaria y colonial no les permite ver que hay otras epistemologías. Cuando el marxismo y el positivismo no son las únicas ni las mejores, sino unas miradas entre otras, pero lo que sorprende de Aguilar, es que su mirada ya no está más allá de lo binario, sino que ahora mira desde el poder. Ya no es contra-poder como fue siempre, sino que ahora es el poder, reprimiendo y castigando desde arriba. ¿Cómo explicar este cambio?
Por siempre habíamos considerado a Roberto Aguilar un crítico agudo y profundo desde una línea liberal, que no la compartimos, pero desde que trabaja para el periódico Expreso se perdió todo lo que le había caracterizado anteriormente y le ha invadido el resentimiento. Escritos, que los dueños del periódico están de acuerdo, sino ya le hubieran botado. Incluso, seguramente gracias a él, han incorporado a su amigo pelagato José Hernández y han terminado siendo parte de un periódico que apoya al gobierno, que respalda las tesis de la derecha y que combaten a la izquierda y demás. Yo soy crítico de la izquierda desde una visión andina, pero no la ataco.
Haber pasado del periódico Hoy al Expreso da la muestra de lo que ha sucedido con Aguilar. De haber estado en un periódico con los mejores talentos que tenía el Ecuador, al Expreso donde hay mucha pobreza intelectual es un reflejo de la metamorfosis de Aguilar. Peor, todavía con un periódico que tiene a miembros y allegados en el gobierno de Moreno, quién ha demostrado una ineptitud e improvisación total.
Por cierto, Moreno es otro metamorfoseado que ha perdido su rumbo y ha terminado preso de la derecha. Al igual que María Paula Romo y Sebastián Roldán, que sus cambios han dejado perplejos. Moreno que siempre fue de izquierda, ahora dice que deja a la derecha que dirija la economía porque son los que saben cómo crear riqueza y la manejan bien. Que le dirán, los argentinos, los chilenos y demás países donde ha fracasado el neoliberalismo; lo que no significa aplaudir al progresismo que también ha malogrado.
Una vez más, se puede ver como el tener un poder efímero y parcial los cambia o deja ver lo que realmente eran. Cambios y cambiados, que la derecha aplaude y les brinda reconocimientos. Lo inaudito es que se siguen llamando de izquierda, hasta dirán que ellos son la verdadera izquierda o como dice Romo “De la izquierda que cree en los derechos y las libertades”. Esta señora acaba de firmar una de las traiciones más grandes a la izquierda y las alteridades. Donald Trump y Jair Bolsonaro han formado un grupo de ultraderecha para enfrentar a lo que se llama el Foro de Sao Paulo o el grupo de Puebla y el Ecuador a través de Moreno y de Romo se han integrado a este grupo a pretexto de combatir a la delincuencia formal, pero en realidad a los “nuevos movimientos insurgentes” (indígenas, feministas, lgtbis, ecologistas, animalistas, zurdos, etc), como lo ha señalado claramente el director de operaciones del Comando Conjunto del Ejército. De eso no ha dicho nada Aguilar, estará también de acuerdo.
Aunque, tal vez, se han acortado las distancias entre derecha e izquierda, como antes entre conservadores y liberales que han terminado prácticamente siendo uno solo. Parece que se cumple, en los mencionados anteriormente, el aforismo: “Dios los cría y ellos se juntan”.
Durante el correísmo, Aguilar fue perseguido y atacado duramente, lo que seguramente le afectó mucho y todo ello le ha cambiado. Pero él no fue el único, muchos lo fueron pero se han mantenido firmes a pesar de todo. Muchos combatimos al correísmo, desde nuestras posiciones y concepciones, compartiendo y apoyando a Aguilar en su lucha contra el correísmo, pero ahora él nos desprecia a los que enfrentamos al correísmo y nos ve a todos como parte de lo mismo. Estuvimos con Aguilar enfrentando al correísmo, pero ahora nos ha metido a todos en el mismo costal, excepto a la derecha.
Derecha que festeja sus artículos y se siente identificada, compartiendo mutuamente sus puntos de vista. ¿Eso es coincidencia o no necesariamente significa que son parte de lo mismo? Lo cierto, es que la derecha le aplaude y le da palmaditas. Algo que es verdad, no me lo invento. Esto le dije por tuiter y me bloqueó. Lo que da cuenta de su “democracia” y de cómo respeta la “libertad de expresión” que tanto criticaba de Correa. Y no solo que nos ha bloqueado a algunos, sino que nos insulta y nos llama “mamertos”. Algo muy típico de los pelagatos, especialmente del inefable de Martin Pallares, quién suele agredir de esa manera y que también le criticaba a Correa por su lenguaje voraz. Y no solo que nos bloquea y nos insulta, sino que nos minimiza y desprecia, de que somos neo-indianistas que romantizamos al movimiento indígena.
Roberto Aguilar, militó en la izquierda y participó del desaparecido partido Liberación Nacional, en donde criticaba a la policía, pero ahora les alaba y les santifica, llegando a romantizar a la policía. No se fija en los heridos del pueblo sino solo en los policías que fueron quemados por los “vándalos”. Romantiza a María Paula Romo y la defiende, de que no hay los tales muertos pues ella ha demostrado que fueron accidentes. ¿Eso no es periodismo militante?
Los muertos ya no pueden contar su testimonio, pero hay los testimonios de los que perdieron los ojos, los que han perdido la capacidad auditiva, los que han quedado lisiados. Seguramente habrá escuchado el desgarrador testimonio de una joven mujer y madre que estuvo a 3 metros de un policía, alzó las manos en señal de que no haría nada, pero un policía le disparó y le saltó el ojo. O el caso de los niños y adolescentes acusados de “terrorismo”, algo que solo pasó con León Febres Cordero. Y así cantidad de historias, pero de eso no dice nada, pues seguramente se lo merecían. ¿Quién es el romántico? Un periodista serio mira para los dos lados, pero ahora mira solo con el ojo derecho y ataca, no critica, a los que apoyan el paro.
A algunas personas los años no los hace más sabios sino más desencantados, que pierden sus ideales de juventud y comienzan a reproducir el discurso o las posiciones que antes criticaban. No han madurado, pues alguien que madura puede ver que el horizonte sigue allí, aun cuando hay que buscar otro camino. Pero cuando se pierde el horizonte, se puede caer en otro camino y terminar juntándose con los que antes criticaba.
En esto mismo, da vergüenza ajena, “periodistas” como Luis Eduardo Vivanco de la Posta, quien dice que fue de izquierda, que de joven era indigenista y que lleva en su espalda el tatuaje de un indio. Lo irónico es, que ha sacado de su pensamiento a todos ellos, pero no puede sacarse el indio tatuado en su espalda, como a la parte india que como mestizo lleva en sus genes. En su espalda y genes lleva un indio y ahora gracias a las ingentes pautas que recibe, les ha dado la espalda a los que antes admiraba como para hacerse un tatuaje y ha terminado tatuando su corazón de rechazo a lo indígena. Ahora, Vivanco es otro que juega como las petulantes “damas” de Samborondón, a ponerle la pluma al “indio del Jaime Vargas”.
Esa es la clase de periodistas que tenemos, Aguilar solo crítica y responsabiliza a los políticos del desastre del país. Aguilar, dice que los políticos que tenemos no nos representan pero nos visibilizan, que no hay más políticos que lo que tenemos por lo que no hay esperanza de cambio. Pero, no dice nada de los periodistas que están alrededor de ellos y que van coparticipando de los procesos que se van dando. Atacar solo a los políticos y no cuestionar a la prensa política, es no reconocer que estos periodistas son parte de lo mismo, que ellos no son algo aparte y diferente, por lo que tampoco nos representan pero nos visibilizan.
Obviamente que hay excepciones, él lo era, pero como ha perdido el horizonte ha caído en el montón. Del Aguilar del periódico Hoy al del Expreso da las características del cambio que ha experimentado, qué pena y lo digo sin ánimo de burla. Que se pierdan plumas potentes y miradas agudas, es lamentable para este país que tiene muy pocas. El correísmo ha quedado como un tatuaje invisible en él, y ahora ve a todos como correístas, no puede diferenciar a los oportunistas que atacaron ciertos edificios, de los luchadores que ponían su corazón y su cuerpo, sino que ahora todos son “delincuentes” y “vándalos”.
Dime con quién andas y te diré quién eres. Parece que juntarse con el “uribista” de José Hernández y el taurino de Martin Pallares, también le contaminó. No encuentro más respuestas para explicar el cambio de Aguilar. Estos pelagatos no han cambiado, son los mismos de siempre, pero Aguilar lo ha hecho y se ha igualado a ellos. Juntándose con estos lobos sangrientos, ha aprendido a aullar como ellos. Pelagatos que son políticos, pero que fungen de periodistas.
Evidentemente que todos tenemos una posición política, pero se supone que el periodismo sirve para informar y presentar las dos caras de la moneda. Pero ellos no hacen periodismo sino crítica política, lo que me parece correcto, lo incorrecto es que se presenten como periodistas, pero nos creen “mamertos” a todos.
Lo mismo son La Posta, son políticos que utilizan los medios de comunicación para sus afanes políticos personales. Son farsantes periodistas, farsantes porque se presentan como periodistas, cuando son políticos que son auspiciados y utilizados por grandes empresas como el banco Guayaquil del candidato de la derecha Guillermo Lasso que les apoya, no porque hagan periodismo sino porque sirven a los intereses que él representa. Guillermo Lasso jamás va a pautar en el programa de su propio hermano Xavier, que tiene una posición contraria a él. El poder económico solo pauta a quien le conviene. La prueba es que la Procaduría a través del hermano del presidente Moreno les ha regalado 15.000 dólares por una obra de teatro, buena o mala, pero indecente en cómo está financiada y por quién no tienen que hacerlo. Y ellos quieren dar ejemplo de dignidad. Son el otro lado del correísmo.
Otros que se han perdido, son Plan V, especialmente su director Juan Carlos Calderón. Revista que ha sacado escritos en su mayoría contra el levantamiento por diferentes miembros que escriben ahí. Calderón sacó un escrito furibundo luego del golpe al periodista Freddy Paredes, acusando directamente a la CONAIE de ello, perdiendo todos los estribos y la objetividad. Aunque luego, seguramente, le hicieron reaccionar y mutiló gran parte de su primer texto.
Andrés Ortiz Lemos es otro que escribe en Plan V y a quien podríamos resumir en la frase, “con amigos así para que enemigos”. También se lo dijimos y también nos bloqueó en Twiter. Como se puede construir crítica y auto crítica, si lo único que hacen es bloquear, qué ha pasado en ellos. Comprendería si se les ha insultado, pero no ha sido así, aunque para ellos parece que “las verdades duelen”. Para qué gastar tinta en este señor, que ha escrito de cómo debe comportarse una feminista, y ahora como ser un indígena. Un mestizo acomodado queriendo dar clases de ser indígena. Solo eso faltaba.
Para rematar el texto de Mariana Neira, que mezcla maliciosamente a diferentes grupos para meterlos a todos en un mismo baúl de penumbras. Típico recurso fascista para borrar a todos, a pretexto de combatir a las mafias de paso acabar con los luchadores populares. Lo han hecho en Colombia, en Guatemala, países donde matan y confunden por igu
al a los delincuentes, a los guerrilleros con los ecologistas, defensores de los derechos humanos, etc.
Lo importante, es que todos ellos se van pareciendo y alineando, poniéndose del mismo bando y eso es lo concreto. Ya son del otro bando. Sin embargo, hay quienes nos mantenemos en el mismo bando, lo que no significa que estemos de acuerdo con todo y no critiquemos lo necesario, pero nos mantenemos en el bando de los de abajo y no nos hemos traicionado. No hablo de derechas e izquierdas, que esa es una dicotomía colonial y de la modernidad que hay que superarla. Hablo de desigualdades reales, y yo he optado por disminuir las desigualdades a todo nivel.
*Escritor nacido en Ecuador. Abogado, a los dos años de ejercicio dejó de engañarse y guardó su título. Desde hace 16 años viaja por Europa -principalmente- acompañando procesos de despertar de la conciencia.
Sin embargo Ud. no critica la violencia ni sus causantes que ha permitido que los guerreristas de lado y lado sean los ganadores: los militares y policías que pedirán más presupuestos y ajustes a las leyes para facilitar la represión y los insurgentes agazapandoce bajo la sombra y preparando nuevas armas y estrategias y los demás todos somos perdedores.
Es un excelente análisis y un interesante enfoque, lo que no se entiende es por qué necesita utilizar tantos términos rebuscados, ¿tal vez para fungir de intelectual?; en ese caso, ¿qué le diferencia de las petulantes damas de Samborondón?