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domingo, noviembre 24, 2024

La Patria siendo la avenida Patria a lo Quito

Crónica sobre sus ciudadanos de a pie

La Línea de FuegoPor: Tatiana Sandoval Pizarro

En la Patria, los habitantes de la capital ecuatoriana, Quito, circulan entre varios turistas que provienen de distintas partes del país y del mundo. Muchos estudiantes que se dirigen a la Universidad Central del Ecuador (UCE) toman aquí los buses azules que van por la avenida América o alguna unidad de la Compañía Cóndores Del Valle, “Condorvall”, que viene desde Sangolquí y sube por la calle Bolivia, donde está la Facultad de Comunicación Social o, para no hacerlo tan largo, la famosa Facso. Hay quienes, para no gastar tanto en pasaje y no perder “la buena costumbre”, sencillamente caminamos por aquí todos los días. Y es en esas caminatas donde se aprende a transitar poniendo todos los sentidos.

En esta avenida, que separa el Quito antiguo de su faceta más moderna, los turistas nacionales y extranjeros ponen su sello. Los nacionales que acaban de conocer Quito se sienten fascinados y entonces, cuando se abre el apetito, comen en el KFC o en el McDonald’s, dos franquicias de comida rápida que compiten de esquina a esquina en el cruce con la avenida 6 de Diciembre.

Recuerdo que a los 15 años, por primera vez, llegué a esta ciudad desde Huaquillas, cantón fronterizo ecuatoriano que limita al sur con el Perú. Viajé junto a otra compañera para participar en el programa “Educación para la Democracia” y en el Encuentro Nacional de Jóvenes, ambos eventos organizados por la Universidad Andina Simón Bolívar. La maestra que nos acompañaba nos llevó a uno de estos dos restaurantes; cualquiera que haya sido, no volví a ninguno de ellos.

Por su parte, los extranjeros más aniñados —que salen del Hilton Colón diciendo quién sabe qué en sus idiomas y que circulan con ropa playera, mientras los de la capital andamos “¡achachay!” —se cruzan al parque “El Ejido” a comprar cuadros o artesanías. Así, esta avenida pareciera ser sólo un lugar de “cosas bonitas” para llevarse de recuerdo. Sin embargo, aquí pasa más de lo que uno se podría imaginar. Hay “Patria” para cada momento y voces para cada uno de ellos.

Por analogía, Quito es como pegarse “Las Fritadas de la Tía” y los desayunos del restaurante “Sal & Pimienta” del Hilton Colón, ambos ubicados en la misma avenida, al centro-norte de la ciudad, donde se reúne a comensales a la intemperie o en un hotel de cinco estrellas con pocos metros de diferencia. Parece una referencia del libro “El cholerío y la gente decente”, publicado en 2012 por el investigador, escritor, sociólogo y docente Manuel Espinosa Apolo, en el que se presenta una visión crítica de las estrategias de blanqueamiento y mestizaje en Quito durante la primera mitad del siglo XX, en un intento por cambiarle el rostro y el ritmo a esta ciudad en “aras de la modernidad”.

Ese Quito de mezcolanzas sigue vigente en el siglo XXI en las costumbres, la cultura gastronómica, las actividades formales e informales, los dialectos, los orígenes, las contradicciones y el mismo ser de su gente. Por eso, los comerciantes de los quioscos y las aceras que trajinan a diario en esta avenida, así como los artistas del parque “El Ejido”, toman su nombre y apellido, su tierra, sus dificultades y sus anhelos para contar como resisten y sobreviven, desde la Patria, entre tantos cambios de los que han sido testigos durante años, y en un país que hoy en día está destrozado por una ola de violencia y corrupción. Para el gusto de unos y para el disgusto de otros, Quito es esa agitada combinación entre lo popular y lo elitista.

La “Patria” de los diarios y los paros nacionales

Si no vendemos, no tenemos

Juan Peralta

Línea de FuegoPasando la esquina del KFC, hacia el oeste, se encuentra un quiosco de periódicos y revistas. En sus afueras, desde un exhibidor con su logo, se asoma el diario “Extra” como el ñaño bullanguero junto a su ñaño serio, el “Expreso”. Sus competidores, en pareja, son el “Súper” (el popular) y “El Universo” (el formal). Como todo en esta vida, hay dos versiones, una para los “intelectuales” y otra para lo que llaman el “pueblo”. Pese a esto, a la hora de consumir noticias, la curiosidad no perdona diferenciaciones de clase o formación.

La portada del “Expreso” de ese día (1 de septiembre de 2023) mostraba la fotografía de una camioneta utilizada como coche bomba en Quito, la madrugada del jueves 31 de agosto, que detonó en los exteriores de un edificio ubicado en la avenida 12 de Octubre y calle Wilson. Su titular, en letras pequeñas y en color amarillo, decía que “Quito es blanco de terrorismo”. El “Extra” hizo eco del mismo acontecimiento con sus habituales letras gigantes y en mayúsculas gritaba: “¡AHORA LE TOCA A QUITO!”. Agregaba que el “traslado de procesados por asesinato de Fernando Villavicencio desata ataques” en la capital.

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Portada del diario El Expreso del 1 de septiembre del 2023. Foto: Tatiana Sandoval Pizarro

De algún modo, cuando se transita por aquí y se echa un ojo a los titulares y las imágenes de estos diarios, se confirma lo que ocurre en el país o, de reojo y al pasar, uno se entera de los hechos más relevantes para la agenda mediática.

Esperen… Falta un diario, “El Comercio”, fundado el 1 de enero de 1906. Juan Peralta, quien atiende en este local hace más de 35 años y que vivió tanto tiempo de este diario en formato físico, lamenta su falta de circulación. Siente que los quiteños perdieron una parte de su identidad junto con su periódico, y ahora sólo quedan los de Guayaquil para la venta.

Juan empezó en el negocio ayudándole a sus padres, cuando era mayor de edad. Desde entonces, la venta de periódicos se volvió una tradición, como él prefiere llamarla. A la fecha de la entrevista tenía 57 años. Es soldador, pero está desempleado. Depende de los ingenieros y, si ellos no tienen trabajo, él tampoco podrá conseguirlo. Por este motivo, decidió continuar en el quiosco para darle una mano a su hermana, actual dueña de este negocito.

Sin consultarle, me cuenta un poco de su vida sentimental, entre risas, dice: “yo me casé con una cuencana, pero lamentablemente me salió jodida”. Considera que en la actualidad ya no asombran las separaciones y los divorcios, pues asume que nos hemos dejado gobernar por las redes sociodigitales que, según él, “nos han dañado”. Entonces, intuyo que su separación tiene algo que ver con eso. Sin demora, se le viene a la memoria que en su época jugaba con trompos, con bolas, que los niños de ahora ya no practican por pasar prendidos en las pantallas de los celulares, donde caben todos los juegos.

Para Juan, la formación académica es importante, así que no ha dejado de impulsar a sus hijos a que estudien. Una de las mujeres es pastora y la otra pronto se graduaría como guía de turismo. De sus hijos, uno pronto ingresaría a estudiar Mecánica y, al último, que ya estaba a punto de terminar el colegio, lo incentivaría a que dé las pruebas de ingreso a la Escuela Politécnica Nacional.

—Ese es el sueño de cada padre, ver a sus hijos convertidos en personas de bien y que tengan su título, porque está jodido nuestro Ecuador… Soy ecuatoriano, pero me da lástima de ver que estamos gobernados por ratas, ya no hay otra palabra para definir a quienes están en el poder —manifiesta con desazón, sin perder la esperanza de días mejores para sus hijos.

Por otro lado, Juan expresa su pena por la migración de amigos y familias ecuatorianas enteras hacia los Estados Unidos de América, en vista de todas las cosas horripilantes que pasan en Ecuador. Para él, Estados Unidos igual está hecho pedazos, pero, entre quedarse aquí y migrar, la gente está optando por lo segundo.

Línea de Fuego
Todavía se lee en uno de los bustos del parterre de la avenida, la inscripción “Chapas asesinos”. Foto: Tatiana Sandoval Pizarro

Si se habla de la Patria durante las protestas sociales, otro es el color y el calor en esta avenida, donde también se ubica la “Casa de las Culturas”, que por lo regular alberga a los manifestantes indígenas. Es decir, la Patria es “cosa seria”, pues aquí se concentran los manifestantes y se despliegan los policías y militares para accionar en su contra.

Las huellas gráficas de los paros aún están presentes: todavía se lee en uno de los bustos del parterre de la avenida, la inscripción “Chapas asesinos”. Brotan los recuerdos del paro de octubre de 2019, donde la Patria se convirtió en un campo de batalla. Mientras que, en el paro de junio de 2022, se mezcló el clamor de los artistas por la toma de la “Casa de las Culturas” por parte de la fuerza policial, para impedir que los indígenas se refugien allí. “No es cuartel”, voceaban entre cánticos y bailes todos quienes se convocaron para demostrar su total desacuerdo con esta invasión estatal.

Como todo paro nacional, tiene sus posturas a favor y en contra. En el caso de Juan, que está en una de las zonas de mayor conflicto, se siente bastante perjudicado en su economía por el cierre del quiosco y los daños que se ocasionan al mismo. Asegura que muchos de quienes participan en las protestas no saben a qué vienen.

Volviendo a los diarios, el que más se vende es el “Extra”. Para Juan, es la curiosidad de los capitalinos por enterarse de las matanzas que en general ocurren en la costa ecuatoriana, lo que lo hace venderse como “pan caliente”.

—“Le quitaron la cabeza”, “lo desmembraron”, “no hay los pies” —, replica Juan los titulares del “Extra” que desde su perspectiva llaman la atención de los quiteños, que a pesar de que no viven esta cotidianidad criminal, gustan leerla y se espantan, al mismo tiempo que ya no quieren visitar las playas. Casi, casi como la canción “Me asusta, pero me gusta” interpretada por Ana Bárbara.

En este negocio, donde se ganan apenas centavos, no se está exento del peligro. Comenta que, a su hijo, mientras transitaba por “El Ejido”, le ofrecieron droga. —¿Dónde está la seguridad? —se pregunta.

Teme que en algún momento a este sector también lleguen las extorsiones o las conocidas “vacunas”. Además, ha enfrentado a los militares quienes, durante los estados de excepción decretados por el gobierno de Guillermo Lasso, quien sumó 11 decretos en dos años y dos meses de gestión por hechos relacionados con la inseguridad ciudadana, han querido arrinconarlo y registrar sus pertenencias en su propio negocio.

—Yo me calenté y les dije que soy una persona que trabaja aquí todos los días y que le conoce todo el mundo… que yo no me dejo rebuscar, que se vayan a las partes peligrosas… —recuenta con voz enérgica.

En medio de todo esto, insiste en que sus hijos estudien para que, si algún día tienen la oportunidad de irse al extranjero, se vayan.

—Yo les di lo que más pude en mi vida, escuelas y colegios pagados. Ellos tienen otra mentalidad de ver de su vida. Yo puedo estar aquí, porque me crie en la calle, pero mis hijos no pertenecen a este sistema. Eso es lo que le puedo comentar, niña de la vida mía —.

Detengo la grabadora del teléfono y, antes de continuar el recorrido por la Patria, Juan me pide que tenga mucho cuidado con la cámara fotográfica y el celular que me acompañan. Me advierte que no es seguro circular por la avenida, aunque estén muy cerca la Fiscalía General del Estado y la Unidad de Flagrancia. No le niego mi miedo, que siento desde el inicio de la caminata, cuando al bajar del Ecovía y cruzar la Patria para llegar a su negocio, me detuve a tomar unas fotografías desde el parterre. De repente, un hombre en situación de calle me recrimina:

—Oye, ¿por qué me estás tomando fotos?

Él creía que lo estaba fotografiando. Saqué valor y le dije:

—No le estoy tomando fotos a usted.

A lo que él replicó:

—Ah, ya. Pero, aun así, no me dejó de mirar con furia.

A lado del quiosco de Juan hay otra persona acomodando sus productos para la venta en la acera. Es un amigo que él hizo y con quien decidió compartir este espacio. Quito es así. Se puede renegar de todo, no obstante, es imposible dejar de reconocer que la gente aquí es bien solidaria. Me dirijo donde este vendedor para conversar acerca de su actividad económica.

La “Patria” de los accesorios tecnológicos

La Patria ya no es la misma

Antonio Miranda

Antonio Miranda arregla su kiosko todas las mañanas. Foto: Tatiana Sandoval Pizarro

Antonio Miranda tiene la paciencia de arreglar todas las mañanas los estuches para celulares, audífonos, memorias flash, entre otros artículos que exhibe en uno de sus mostradores. Tiene otro mostrador que es exclusivo para presentar los atractivos llaveros que ofrece en una variedad de figuras. Sin interrumpir su actividad, me cuenta que él es de la provincia de Chimborazo y reside en Quito hace 30 años. Tiene tres hijos que ya son independientes y cada uno ha formado su propia familia. De lunes a viernes del Centro Histórico baja a la Patria, donde permanece desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Los sábados se queda hasta las dos.

Antes de trabajar en la Patria, Antonio tenía un local donde fue víctima de asalto. Asimismo, vivió la experiencia de vender en los buses.

—Con la pandemia y todo eso me alcé. Tocaba buscar otra manera de trabajar, entonces me ubiqué aquí.

Su mirada de la Patria es que antes había más gente, más movimiento hasta altas horas de la noche. En el presente, después de las ocho, la avenida “queda muerta”. Cuando se le pregunta por la seguridad, contesta con inmediatez:

Línea de Fuego

—Si tenemos temor. Imagínese aquí cerca, le ponen un coche bomba y eso que aquí hay Fiscalía, hay todo esto alrededor, pero así no estamos seguros —comenta, refiriéndose al segundo coche que explotó al amanecer del jueves 31 de agosto de 2023 en el sector de La Mariscal, en la calle Robles, a pocas cuadras de la Patria.

Este lugar no es el único inseguro. Antonio ha podido percatarse de que en los alrededores del bulevar de la 24 de Mayo, en el Centro Histórico de Quito, se vende droga, incluso muy cerca del Retén Policial de aquel sector.

—Los policías salen a patrullar en moto y a pie y con todo esto no pasa nada, no hay nada de seguridad.

Las migraciones internas en Ecuador, principalmente a Quito “no sólo por ser la capital, sino también porque es el centro político y cultural, así como el centro de gobierno y administrativo del país”, de acuerdo con una nota en diario El Telégrafo, son las que han diversificado la conformación de sus territorios, dándoles una identidad muy particular. De ahí que, en Quito, se encuentre una riqueza de acentos y sobre todo formas de entender y llevar la vida.

Hay quienes no ven con buenos ojos a los provincianos que nos adaptamos a esta gran ciudad con el entusiasmo de progresar y, en el peor de los casos, sobrevivir. Como dice la canción “Soy Provinciano” de la banda peruana Chacalón y la Nueva Crema: “Busco una nueva vida en esta ciudad, ah ah…” Quizás ustedes conozcan la interpretación de “El más querido”, sí, el Gerardo Morán y su historia como muchacho provinciano.

Cuando entrevisté a Antonio, aún estaba en el trámite de sacar el permiso de ocupación de la vía pública. Ya contaba con un turno para recibir el 15 de septiembre de 2023 una capacitación y, a través de ese proceso, obtener el permiso.


La segunda parte se publicará el próximo domingo.

La Línea de FuegoIlustración portada: Tatiana Sandoval Pizarro

La Línea de FuegoFotografías: Tatiana Sandoval Pizarro

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