En la novela de Rafik Shami “El lado oscuro del amor” se relata una historia donde una señora valiente sostiene que el miedo de los animales antes de ser llevado al matadero se impregna en su carne y se trasmite a la personas que lo comen. Ella que criaba pollos y gallinas, cuando había que sacrificar a un gallo o gallina viejo lo hacía ocultando el cuchillo y sin que el ave se diera cuenta. Pero a la objeción de que en cambio las demás gallinas si veían el sacrificio y de alguna manera se alteraban, ella respondió que efectivamente se daban cuenta, pero que estas tenían una memoria corta, pronto lo olvidaban.
Entre los seres humanos se dan con cierta frecuencia fenómenos de memoria corta. El olvido, ese sutil manto que a veces parece arrasar con todo, encuentra en la historia una de sus resistencias. El hecho de que la insurrección del 28 de mayo de 1944 no haya sido absorbida por el olvido se debe a que estudiosos e investigadores, desde diferentes perspectivas, han encontrado en él ciertos elementos de significación que lo hacen perdurar en la historia. Para mí esta significación deviene de la participación masiva del movimiento social; es una grieta efímera que se le abrió a la dominación que deja su impronta y lecciones hasta hoy.
El propósito de este apéndice es comentar y comparar tres textos que desde diferentes ópticas abordan los sucesos del 28 de mayo. Los textos son: “La gloriosa”: de la revolución del 28 de mayo de 1944 a la contrarrevolución velasquista” de Silvia Vega, 1987; “La Seducción Velasquista” de Carlos De la Torre Espinoza, 1993; y finalmente e”l Veintiocho de mayo d 1944 una democracia fallida”, de Patricio Moncayo, 2008. Comenzaremos por hacer una descripción breve de cada texto para luego hacer reflexiones comparativas y, finalmente, un mirada de conjunto.
“LA GLORIOSA”. De la revolución del 28 Mayo de 1944 a la contrarrevolución velasquista”
El texto de Silvia Vega Ugalde se ubica en un sitio de enunciación social que se encuentra en el campo de los dominados y desde una perspectiva emancipadora. A partir de allí se realiza una mirada crítica utilizando un marxismo abierto que rompe con las miradas de ese marxismo que fue marcado por la ortodoxia stalinista.
El libro comienza con el análisis del contexto, es una mirada sobre la formación social ecuatoriana desde la situación de las clases sociales y el enfrentamiento entre estas. Es una visión que ese ubica en el campo conflictivo de la lucha de clases, y esto le da profundidad interpretativa y sentido; posteriormente analiza el gobierno de Arroyo del Río, para luego abordar el proceso de la revolución y la contrarrevolución, terminando con un análisis y crítica de las interpretaciones histórico políticas.
El texto de Vega pone su lente aumentativo en la actuación de la izquierda en tanto considera a esta portadora de los elementos emancipadores, y señala sus debilidades y errores. “… la principal debilidad que exhibían el PSE y el PC para 1944, era la de haber abandonado una estrategia de poder. Eran partidos que buscaban compartir con la burguesía su poder en el mejor de los casos, o ni siquiera ello, sino arrancarle determinadas reivindicaciones que no alteren en absoluto el carácter del Estado.” (Vega, 1987, Pag.173)
Lo anterior revela que Silvia Vega se centra en las contradicciones políticas, campo donde se deciden los acontecimientos lo cual me parece correcto. Quizá la única debilidad de algún alcance es no profundizar en la figura de Velasco; esto puede entenderse como la necesidad de poner énfasis en las clases y los movimientos sociales antes que en los líderes, pero puede llevar a disminuir la importancia que estos líderes tuvieron objetivamente en la historia, ya que todavía no se inaugura la época de otro tipos de liderazgos democráticos. Hasta ahora la historia nos muestra que ciertos liderazgos terminan controlando todo el poder y absorbiendo al movimiento social que los encumbró en la cima; cuestión que nos remite a ese ya viejo problema del papel de las personalidades en la historia. Hay que anotar además que el fenómeno de los caudillos autoritarios es recurrente en la historia del Ecuador.
Me parece que habría que matizar la idea de que se podría transformar la Gloriosa en una revolución socialista. Me parece que la dirección correcta era la de profundizar el proceso democrático, fortalecer la organización popular y los gérmenes de poder dual, e incorporar a los indígenas y campesinos a través de un proceso de reforma agraria al torrente de cambio social. Estos procesos de transcrecimiento democrático hubieran permitido, en una dinámica ininterrumpida, plantearse tareas más elevadas a condición de que la dirección política hubiera orientado el proceso en ese sentido. El proceso no fue posible por dos razones: desde lo internacional solo interesaba la política de Frente Populares, es decir alianzas con las burguesías progresistas locales con el movimiento de los trabajadores para detener el fascismo, y por otro lado la falta de comprensión de las direcciones políticas de la izquierda ecuatoriana del momento en que se encontraba el proceso en Ecuador. Las razones de esta incomprensión las explica bien Silvia Vega en su texto.
En todo caso el libro de Vega es uno de los textos más completos que existen sobre el tema, denota un serio trabajo de investigación y se hace imprescindible a la hora de reflexionar sobre el tema.
LA SEDUCCIÓN VELASQUISTA
El texto de Carlos de la Torre es un texto de preocupación casi exclusivamente académica, no se preocupa mayormente de las problemáticas políticas, se dedica a mostrar y explicar de buena forma por qué ocurrieron los hechos tal cual ocurrieron.
El libro parte con una descripción sobre la gloriosa para luego pasar a indicar algunas de las características socioeconómicas del Ecuador de la época, enseguida aborda a través de la consigna ¡Viva Velasco Ibarra! Lo que él denomina la seducción velasquista, existe en esta parte un esfuerzo por explicar cuáles son las motivaciones y causas de esa seducción.
En la segunda parte hace un esbozo biográfico de Velasco Ibarra para pasar luego a analizar, cómo momento antecedente, la campaña electoral de 1939- 1940 que considera como uno de los elementos explicativos de la generación de la figura de Velasco como víctima de un fraude que lo posiciona frente a los electores. Entonces aparece Velasco como sacrificado por los oscuros intereses de quienes ostentan el poder. El texto continúa con un análisis del discurso y del pensamiento de Velasco Ibarra, que él denomina oración, para dar algunos elementos de por qué este discurso tuvo tanta acogida en ese momento: entre otras cosas, por la utilización de una técnica maniqueísta que contrapone lo malo lo bueno, las virtudes y los defectos. Finaliza el texto describiendo las peripecias y contradicciones del gobierno de Velasco que termina declarándose dictador cuestión que dentro del pensamiento de Velasco que él analiza estaba dentro su lógica de poder.
El texto de Carlos de la Torre tiene como preocupación principal la figura de Velasco Ibarra y todo los demás se convierte en alguna medida en secundario, el pueblo en armas, la organización de los trabajadores y la participación de los partidos de izquierda en la organización de la insurrección se constituye en el predicado de la actuación del líder. El autor parece seducido por el personaje.
En cuanto a los hechos este se ajusta a describirlos tal cual, lo cual nos denota la influencia de cierto positivismo empirista que le resta capacidad interpretativa. Es esa mirada de la historia como un devenir, como sucesión de hechos que quedan atrapados en los propios hechos lo que impide ver su sentido más profundo. No vemos tampoco una preocupación por caracterizar o determinar el tipo de estado que se va constituyendo.
En las conclusiones del texto De la Torre hace explicita una crítica algo liviana a la visión marxista, señalando lo siguiente: “…el punto de partida de la interpretación marxista es que el fracaso obedeció a la ausencia de una línea política clara y correcta de los directivos de las “vanguardias de izquierda”. Este voluntarismo que subyace al argumento de que la línea adecuada del partido es la clave del éxito que por supuesto, deja de lado consideraciones estructurales, dice mucho sobre su visión de democracia”. (De la Torre, 1993, pág. 234)
En realidad esta crítica tiende a simplificar y reducir al extremo el problema: en rigor no existe una visión marxista única. Ha existido entre los marxistas también un intenso debate, hay quienes piensan que determinaciones estructurales en nivel de desarrollo de la fuerzas productivas. Es decir, las condiciones de atraso y dependencia hacían imposible plantearse una revolución socialista, otros que efectivamente caen en un cierto voluntarismo que olvida la condiciones estructurales, pero hay quienes apuntan a criticar a las direcciones de izquierda porque en realidad no tenían una estrategia de poder, de independencia de las fracciones burguesas para que en un proceso de ampliación de la democracia social en una perspectiva transicional pueda ir generando condiciones objetivas y subjetivas para cambios más profundos, por ejemplo haber renunciado en la coyuntura del 44 a plantear un proceso de reforma agraria junto a la profundización desde el movimiento popular de un poder alternativo.
En la visión marxista el asunto se plantea en el caso de situaciones revolucionarias como una combinación de condiciones objetivas y subjetivas, donde estas últimas son las determinantes en la resolución de las coyunturas. Y se entiende por estas condiciones subjetivas: la capacidad de comprensión y conocimiento de la realidad y del momento que se vive, el nivel de conciencia de amplios sectores del movimiento de masas, la capacidad de organización del movimiento social y finalmente la capacidad de conducción y orientación de las organizaciones políticas. Las críticas que hace Silvia Vega a la izquierda por ejemplo apuntan a esto, pero esta crítica adquiere sentido como proceso de acumulación de experiencias, como lecciones de la historia, para tenerlas en cuenta en el accionar futuro al interior de un proyecto emancipador, cuestión que está fuera del alcance de la visión positivista académica de Carlos de la Torre.
En cualquier caso el ensayo la “Seducción Velasquista” tiene el valor de recuperar el tema de la “Gloriosa” como una coyuntura que merece reflexionarse aunque sea en la perspectiva de un momento importante en la carrera del caudillo, a diferencia de otras visiones que tienden a considerarla cuartelazo más o sencillamente a ignorarla.
VEINTIOCHO DE MAYO 1944: una democracia fallida
El libro de Patricio Moncayo parte con una breve reseña de los acontecimientos históricos que le sirve de base para organizar una reflexión que se ubica en el campo de la teoría política, su preocupación central es la democracia y los procesos democráticos en desmedro de los factores socioeconómicos. En la Introducción se hace una somera descripción de los hechos históricos que sirve simplemente como dato de partida. En el primer capítulo organiza una reflexión sobre la relación de la izquierda con Velasco, del movimiento obrero con Velasco y otros aspectos como el de las sanciones y el discurso populista. En el segundo capítulo se analizan la matriz teórica de los actores involucrados para terminar con un análisis del contenido de la Constitución de 1945. Su punto de enunciación es de tipo académico-político, su visión idealista social democrática.
Patricio Moncayo destaca la persistencia de la constitución del 45 como emblema, precedente democrático, antecedente en la discusión de otras constituciones posteriores y se pregunta: “¿Cómo explicar que algunas de sus innovaciones fueran mantenidas en la Constitución de 1946, y en las constituciones de 1967 y 1978?”. (Moncayo, 2008, pág. 104). Habría que precisar que en el caso de 1978 un proyecto de la Constitución del 45 reformada fue sometida a referéndum en el retorno democrático. En mi opinión esta persistencia de la Constitución del 45 obedece a que esa Asamblea Constituyente reflejó el proceso democrático de la participación masiva de trabajadores, intelectuales, estudiantes y otros sectores populares en la insurrección del 28 de Mayo, y no solamente los aportes jurídicos de los expertos en derecho constitucional o tal o cual ideología de los miembros de la asamblea, ya que esta también es el reflejo del movimiento social.
La problemática de interés de Moncayo, como ya lo hemos señalado, es la democracia entendida como una especie de valor absoluto, al margen del tiempo y de la historia, casi un arquetipo platónico y citando a Garretón la declara “un valor en sí”. Su análisis crítico tanto a la izquierda como a Velasco es no haber entendido este valor trascendental. Una concepción parecida de democracia deja entrever en Libro “La Seducción Velasquista.” En cambio en el caso de Silvia Vega subyace un concepto de democracia socialista que apunta a la inclusión, a un gobierno de poder popular basado en la democracia generalizada.
El error de la izquierda según Patricio Moncayo consiste en su no compresión teórica de una teoría de la democracia “propiamente latinoamericana”. Lo plantea en estos términos: “la izquierda -y no solo ella- adoleció también de este déficit teórico y ello agravó su visión “estructuralista” y “mecanicista” de la política y la democracia. La Democracia, pues, fue subestimada y su restauración fue valorada como de menor cuantía frente a la revolución”. (Moncayo 2008, pág.29).
La realidad en cambio nos muestra que las democracias se construyen en intensos procesos de lucha entre clases y grupos sociales y reflejan siempre una determinada correlación de fuerzas, no ideales abstractos. La Constitución del 45 reflejó la correlación de fuerzas que tenía como telón de fondo la insurrección de Mayo.
En el libro de Moncayo se hace evidente una tensión entre una primera parte donde se muestra a un Velasco Ibarra sensato, preocupado por el desarrollo, y se hace una especie de reivindicación tardía al estadista, y una segunda donde se muestra a un Velasco no democrático y autoritario que termina por dar un golpe de Estado. La izquierda aparece muy desdibujada, castigadora, cuasi infantil y sin nunca entender el valor de la democracia.
Sin embargo el propio texto de Moncayo muestra que al margen de sus errores político-estratégicos, la izquierda luchó por una democracia inclusiva, de control del poder; Velasco Ibarra en cambio por una “democracia” selectiva, autoritaria, elitista. En realidad José María Velasco Ibarra está muy lejos de representar el ideal de un hombre democrático ya que siempre recurría al golpe de estado en caso de estimarlo necesario. Esto quiere decir que la izquierda que representaba a los trabajadores y sectores populares organizados, factor cualitativo en el 28 de mayo, luchaba por una democracia social incluyente, garantizadora de derechos políticos y sociales, y Velasco Ibarra y los conservadores por una democracia restrictiva como marco institucional de la dominación oligárquica.
Otro aspecto del texto de Moncayo que llama la atención es donde aparece rescatando y valorando la idea de SÍNTESIS entre izquierda y derecha, entre conservadores y comunistas que pretendió encarnar Velasco Ibarra, SÍNTESIS se le aparece a Patricio Moncayo como un ideal de conciliación de clases, de madurez democrática, de sensatez dadas las circunstancias, incluir a todos en un gobierno o un proyecto. Eso significa que los trabajadores acepten su dominación y explotación, los campesinos e indígenas lo mismo, o que los empresarios y patronos distribuyan equitativamente sus riquezas cuestión que, para no decir que es imposible, es muy difícil de lograr. Los trabajadores, indígenas y campesinos se ven obligados a aceptar su dominación y explotación por la coacción ideológica, jurídica y represiva que generalmente se les impone o por la falta de conciencia de esta situación. Esa es la diferencia con el texto de Silvia Vega para ella la izquierda, los trabajadores, a pesar de todos los errores cometidos, son los portadores de un proyecto de emancipación, de construcción de una sociedad nueva.
La visión Idealista y social democrática de Patricio Moncayo tiene la virtud de fijar y focalizar la problemática de la democracia en el proceso político social del 28 de mayo. Lo que permite una discusión, un debate.
LA CUESTIÓN DE LA DEMOCRACIA
Es más o menos evidente que lo que estaba en juego en la disputa de Velasco con la izquierda eran dos concepciones de democracia diferentes, estas concepciones son distintas porque provienen de sectores sociales distintos. En general existen dos formas alternativas de democracia. La una es la democracia formal representativa burguesa que tiene su base en la ideología liberal y que deviene de las revoluciones democrático burguesas del siglo XVIII. Ahora dentro de este campo existen una gran variedad de matices que están determinadas por la cultura política de las naciones, las relaciones de fuerzas, factores históricos, económicos y otros factores. Pero siempre este sistema político es una estructura institucional de dominación burguesa y además invariablemente significa el establecimiento de formas populistas, sea cual sea el régimen político, ya que la única manera de relación de las clases dominantes con las clases dominadas es la relación clientelar, asistencialista, paternalista.
La otra concepción de democracia es la de los trabajadores, que en cambio aspira al auto gobierno, a la autoreprensentación, se basa en la auto organización, en la autogestión, supone un régimen de planificación democrática en vez de mercado, es decir se trata de una democracia basada en formas de poder popular, una democracia directa donde la sociedad toma las decisiones y no unos representantes que una vez elegidos se autonomizan y se olvidan de sus representados. No está tampoco sustentada en líderes mesiánicos sino el líderes democráticos y revocables. A esto se le denomina democracia socialista y consiste en un proceso de toma de conciencia, de prácticas y de luchas sostenido.
Una vez resuelto el problema del poder, la democracia socialista implicaría desarrollo de las fuerzas productivas en armonía con la naturaleza, más formas de poder popular. Ese era el contenido de las formas soviéticas que la degeneración burocrática stalinista convirtieron en un poder opresivo y antidemocrático. Un fenómeno parecido ocurrió con las comunas anarquistas en la revolución española, que terminaron siendo aplastadas por la reacción franquista.
Este proceso que apuntaba a la democracia socialista comienza de la manera que se manifestó en el proceso del 28 de mayo con movilización popular, con procesos de auto organización, insurrección y en la intención de plasmar estas conquistas en el nivel jurídico. Eso es lo que explica la persistencia de la constitución del 45. A pesar de que prácticamente nunca tuvo vigencia, quedó como bandera democrática por mucho tiempo como resultado de una insurrección popular.
Me parece que no es correcto, por tanto, anteponer violencia a democracia como hace Patricio Moncayo porque, como lo demostró el 28 de mayo, hay situaciones en que la democracia se obtiene mediante la vía insurreccional, ya que la dominación, el fraude, la represión y el autoritarismo no dejan otro camino.
Consideraciones generales.
En el texto de Carlos de la Torre la insurrección cuenta como un hecho, un dato que queda finalmente aislado y que no encuentra más sentido que como peldaño para el ascenso en la carrera del líder. En Moncayo solo es un simple dato, ambos priorizan al líder desplazando al sujeto social, para De la Torre cuenta la seducción para Moncayo la Democracia para Vega en cambio interesa la actuación del pueblo organizado.
La insurrección, el pueblo armado, representó ni más ni menos que la caída de un gobierno, la disolución de un parlamento obsecuente, desaparición de la policía, la división del ejército y su consecuente neutralización. Recordemos que la participación de los militares insurrectos se hizo en contra del alto mando ¿Cómo pueden ser soslayados unos hechos de semejante magnitud?
Tanto para Moncayo como para De la Torre la democracia parece tener un sentido unívoco, cuando en realidad es un campo en disputa de sentidos que tiene por detrás proyectos sociales diferentes, por tanto es un error pensar que esa disputa supone una lucha entre democracia y totalitarismo o la no democracia, en realidad lo que se contraponen son dos sentidos diferentes de democracia.
La Asamblea Constituyente de 1945 fue el escenario jurídico político en que se enfrentaron las fuerzas: de una parte del pueblo organizado y por otra el líder con una masa populista que lo respaldaba, este líder tenía la misión de restituir el orden de las clases dominantes, es curioso observar que tanto en Moncayo como en De la Torre a través de sus discursos invisibilizan el problema de la dominación, se la comprende como si fuera el orden natural de las cosas y por tanto desaparece como problema.
La “Glorious Revolution” de 1688 en Inglaterra derrocó al rey Jacobo II, terminó con la monarquía absoluta e inauguró el régimen de democracia parlamentaria, dejando en la Declaración de Derechos una especie de acta constitucional que se constituyó en un documento clave para el sistema político inglés.
La Gloriosa en Ecuador lo es no tanto por sus resultados que significaron solo una especie de revolución política limitada, sino por la gesta insurreccional de un pueblo que terminó con un gobierno entreguista y opresivo, dejando en la Constitución de 1945 un emblema democrático.
En cualquier caso los dos autores y la autora entrevén en este hecho del pasado un evento de importancia, tanto como momento decisivo en la carrera de un líder en el caso de Carlos de la Torre; una gran lección para la construcción de democracia en la visión de Moncayo; o como una oportunidad en el proceso emancipador de los trabajadores en la lectura de Silvia Vega, con lo cual consiguen rescatar este suceso histórico de la memoria corta que lo lleva al olvido y lo incorporan en la memoria larga de los pueblos.
[…] Fuente: lalineadefuego.info […]