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LA REVOLUCION DE OCTUBRE: BREVES LECCIONES SOBRE EL PRESENTE Por: Pablo Iturralde Blacio*

25-10-2017

 

La historia del siglo XX empezó con la primera revolución victoriosa de los trabajadores y los pueblos, y termina con el fracaso de su institución como caricatura stalinista.

En febrero de 1917 se produjo en Rusia la ‘primera’ revolución, es decir el desplazamiento del poder de los zares por las fuerzas de la burguesía y la creación de las instituciones liberales. El régimen zarista se había debilitado en el marco de la primera guerra mundial imperialista, generadora de muerte, hambre y miseria para el pueblo ruso.

Lenin estaba en el exilio en Zurich – Suiza, desde dónde  percibe las condiciones contingentes y revolucionarias de su país.  A su retorno a Rusia formula las tesis de abril, donde socializa su idea de una paz inmediata y sin restricciones frente a la guerra, la nacionalización de la tierra y la banca, garantizar el pan para todos los pueblos, y trasladar todo el poder a los consejos populares (los soviets). Las conocidas “Tesis de Abril” fueron a contracorriente de lo que hacia y pensaba la mayoría del partido bolchevique.

Por supuesto, esto evidencia la genialidad y el liderazgo de Lenin, pero por más destacada que sea su intervención personal, la revolución de Octubre se produce porque el llamado de Lenin, incluso sobre el resto de dirigentes de su partido, encontró eco en el impetuoso movimiento y acción de la gente, la explosión y expansión más alta de democracia, los obreros, campesinos, soldados y sectores populares que se organizaban en consejos locales en todas las ciudades rusas, desconociendo la autoridad del gobierno de la burguesía y asumiendo la vida de la sociedad con sus propias fuerzas.

Así se produce la ‘segunda’ revolución rusa, que realmente constituye la primera revolución de los trabajadores y los pueblos en la historia de la humanidad, regida por la utopía del “Estado y la revolución”, “un aparato estatal constituido no por diez, si no veinte millones de personas”, el poder popular como sujeto de la revolución y como fuerza constructora de la nueva sociedad, la sociedad socialista, que nunca será simplemente el resultado de liderazgos individuales por más brillantes que sean.

Aquí algunas de las principales lecciones de este proceso que cumple cien años de la conquista del poder: 1) El deber de los revolucionarios es hacer la revolución, no ser simples actores testimoniales o analistas de la política; 2) La revolución es obra y creación heroica y única de los pueblos constituidos en poder alternativo y alterativo; 3) Las posibilidades de la revolución surgen de circunstancias contingentes únicas y su conducción sólo puede hacerse desde el análisis concreto de la situación concreta; 4) El sujeto fundamental del momento revolucionario y de la construcción del socialismo es el pueblo en movimiento y no puede ser sustituido por el partido y menos aún por su burocracia; 5) La construcción del socialismo se hace con un programa de gobierno que, al contrario de hacer concesiones a las élites económicas, resuelve de forma eficaz y acelerada las demandas diversas de los sectores populares,  avanzando en el desarrollo de la socialización económica; fortalece los mecanismos de participación popular y democracia directa; 6) respeta y articula las múltiples subjetividades e identidades individuales, colectivas, étnicas, de género, generacionales en una cultura plural de libertad, compromiso, solidaridad, honestidad, ética.

*Activista Político, ex dirigente de la desaparecida Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS) en los años 90. Actualmente asesor del Parlamento Andino.

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