La experiencia de la vida, no puede ser reemplazada por un manual para vivir, por un libro sagrado, ni por ningún método de aprendizaje. La experiencia de la vida requiere conciencia, una conciencia que nos permite evolucionar y ver nuestras inmensas posibilidades, pero que también nos exponga a nuestra fragilidad, y nuestra fragmentación muy probablemente producida por la esquizofrenia en la que se levanta la sociedad moderna.
Sí, esquizofrenia que explica el mundo y la vida a partir de lo que no es, a partir de una idea que no comprende que el verdadero sentido de la vida no se forja en las metáforas idealistas expresadas en imágenes que van desde la “tierra prometida” a las esperanzas ciegas en el progreso técnico industrial. Estas posiciones idealistas, desde luego, no son criticables en sí mismas, sino por aquello que en ellas niega el aquí y el ahora, es decir, la vida. Y esta negación de la vida se levanta desde el MIEDO, así, con mayúsculas, y desde el miedo a la vida, reproducimos una vida insatisfactoria, cuyo objetivo último no está en el aquí, sino en el más allá, en una ilusión que se espera alcanzar cuando la vida ya no sea.
La Ayahuasca, esa composición sagrada celosamente cuidada por los Taitas y Mamas que viven en la selva indígena de Latinoamérica, se nos propone como un regalo de la tierra que despierta nuestra conciencia sobre la belleza, por eso le llaman “medicina”, porque cura el alejamiento de nuestras formas de existencia de los verdaderos caminos del Buen Vivir. Lo sagrado surge en las raíces de la Tierra y nos da la Valentía para enfrentar lo que realmente se teme, el Amor para amar lo que realmente se ama, y la Inteligencia para realizar lo que debe hacerse desde el fondo del corazón.
Es decir, es un simple ejercicio de honestidad, que sincera nuestros núcleos de energía; nuestra razón, nuestro corazón y nuestro cuerpo, una verdadera alquimia de vida que nos permite, para expresarlo poéticamente, “encontrar el camino dentro del corazón”, o como nos enseña el Taita Alejandro Marulanda, del Clan Arcoíris (http://clanarcoiris.wix.com/) “nos invita a desaprender para encontrar el ser”, y nos permite amar pues “cuando se ama totalmente, el Edén está aquí”.