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domingo, diciembre 22, 2024

LAS REVOLUCIONES DE CHINA Y EL MARXISMO. Por Tomas Rodríguez León

La primera Revolución

Cae el último emperador de la dinastía Manchú, Pu Yi, el 12 de febrero de 1912, la burguesía  se rinde a las potencias extranjeras y  los señores de la guerra se dividen el poder territorial. Capitalistas, terratenientes e imperialistas lucran de tal fragmentación: Japón, Inglaterra, Francia y  EE.UU se disputan el dominio, las tropas invasoras gozan de libertad plena y  tienen derechos irrestrictos para resguardar  propiedades.

El Partido Comunista de China se guía en su actuación por el marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaoping, el importante pensamiento de la triple representatividad, la concepción científica del desarrollo y el pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva época”. 

Estatutos del partido Comunista de China ratificados en el último congreso 2017

China  renuncia a la soberanía de puertos y medios de transporte  en  total  dependencia. Sun Yat-sen, político republicano fundador de la Sociedad de la Alianza,  lidera el fin de la monarquía manchú. La rebelión nacionalista cumple con las  aspiraciones de millones de campesinos pobres.

La Dinastía imperial cae  y se producen acontecimientos revolucionarios  sucesivos  en provincias y ciudades con cambios sustanciales en la política china. Sun Yat – sen  es elegido presidente de la recién nacida República  e inicia la reunificación. Se  funda en 1914 el Kuomintang, partido revolucionario nacionalista. En 1920, el Kuomintang  organiza en Cantón un régimen republicano de base territorial  limitada que ejecuta proyectos de modernización.  En 1923  luego de un breve exilio, Sunt Yat para consolidar su régimen llega a un acuerdo político-militar con el recién nacido régimen bolchevique de Rusia.

En los hechos  internacionales solo el régimen  soviético reconoce al gobierno de Sunt Yat. Tras su muerte  en 1925, su sucesor  el general Chiang Kai-shek  juega un doble  manejo político; anticomunista furioso al interior de China, es una política externa del régimen de Iósif Stalin y de la internacional comunista.  El nacionalismo también será discurso aparente.

La Segunda Revolución China

La Internacional Comunista al mando de Stalin,  tras la muerte de Vladímir Ilich Uliáno más conocido como Lenin y  la exclusión de León Trotski llega a la conclusión que se debe impulsar  tareas democráticas  dirigidas por la burguesía como vanguardia de unificación y liberación nacional. Los comunistas se subsumirían a la conducción burguesa en  una “revolución democrática”  hasta ser un país capitalista y luego, con  la historia a favor,  dirigir el destino revolucionario.  La internacional comunista retoma la tesis menchevique confiando  una  alianza estratégica con el ala “revolucionaria” de la burguesía, en este caso agrupada en el Kuomintang.

Stalin desestima al Lenin de la Revolución de febrero  1917 que en sus Tesis de Abril argumentó la incapacidad de la burguesía para afrontar los desafíos de la revolución democrática y propuso la obligación de comunistas y trabajadores para asumir y conducir la fase nacional democrática.

Stalin y Nicolái Bujarin creen que el objetivo revolucionario máximo es defender el socialismo en un solo país, encubriendo su política de conciliación de clases. La orden fue dada: ingreso  del Partido Comunista Chino al Kuomintang.  En China como en Rusia, las explotaciones feudales coexisten con el capitalismo naciente en ciudades con grandes industrias y miles de  obreros. Así eran Shanghái y Cantón. Estas condiciones objetivas, exponen las posibilidades reales de resolver las tareas nacionales; la unificación, la liberación nacional, la reforma agraria y los derechos democráticos en general. La clase obrera, al igual que en Rusia en 1917 podría ser vanguardia democrática. Ésta era la opinión de muchos comunistas e intermitentemente también era la opinión de Mao Tse Tung quien iba afirmando su liderazgo.

El Partido subordinado a la Internacional Comunista acepta la orden de integrarse al Kuomitang, lo que ocasionó episodios  trágicos para la clase obrera y para los comunistas que fueron presa de una brutal represión por parte  de sus aliados y una emboscada, ocurrida en junio de 1925

El proceso de huelgas y manifestaciones en los centros industriales se expandió hacia Shanghái y otros centros industriales. Los trabajadores junto con el movimiento estudiantil defendían en las calles su programa enfrentándose a la burguesía local, a las potencias occidentales dominantes y a la Guerra. La represión sumó decenas de muertos. André Malroux da cuenta de este hecho en la extraordinaria novela La condición Humana

En 1926 de manera increíble Stalin nombra “presidente honorario” de la Internacional Comunista a Chiang Kai – shekm, que masacraba  a  comunistas y  obreros. El Comité de huelga de Shanghái llamó a un paro general el 19 de febrero de 1927: millares de obreros, artesanos y comerciantes fueron a la huelga y piquetes proletarios.  Por orden de la internacional de Stalin, el Partido se vio obligado a entregar las armas.  Cinco mil personas, fueron fusiladas a sangre fría y los cuerpos de los heridos y muertos fueron arrojados a las calderas de las locomotoras.

Los comunistas chinos se fueron alejando de las recomendaciones de Stalin y de la internacional, extendieron el fuego y avanzaron de la ciudad al campo contra los terratenientes, rechazando la tesis de conciliación de clases y cortando la alianza con el Partido y la burguesía. Aterrorizados por la fuerza de la clase obrera, los líderes del Kuomitang  ensayan nuevas masacres a comunistas. El Partido  ya con la conducción de Mao  reconoce  la fuerza campesina en las tareas nacionales democráticas y consolida  al igual que Lenin una alianza obrero campesina para la revolución.

El Kuomitang prohibió las huelgas y los sindicatos. El terror se extendió  por toda China. Chiang Kai – shenk  negocia la unificación con los señores de la guerra y no obstante, Stalin ordena al Partido continuar en el seno del Kuomitang, pero los trabajadores y los comunistas de Cantón se alzan el 11 de diciembre contra el Kuomitang y toman el control de la ciudad.

En 1931 Japón invade Manchuria y al año siguiente Shanghái. Los genocidios y el desmantelamiento de toda la industria es la consecuencia de la presencia nipona. En repuesta surge un  movimiento antimperialista  liderado por el partido comunista y no por el Kuomitang quien en el fondo prefiere a los invasores japoneses.

Para 1934, el Kuomitang con quinientos mil hombres y quinientos aviones se proponen destruir al Partido mientras no hacía absolutamente nada para combatir la invasión japonesa. En 1934, Mao Tse Tung y su gente  se va a las montañas a establecer guerra de guerrillas en las provincias de Hunan, Kiangsi y Fukien en el sudeste central, siendo  la principal tarea del partido y del Ejército Rojo combatir al Kuomitang y sus campañas de “rodeo y supresión” al tiempo que organizan el soviet de Kiangsi.

Cerca de 90.000 personas casi sin víveres ni municiones dan comienzo a una caminata hacia el norte denominada la “Larga Marcha” que recorrerá más de 10 mil kilómetros y en la que las peripecias bélicas, muertes por frío o hambruna serían constantes. La gran marcha iba a convertir a los comunistas en héroes y reforzaría el liderazgo  de Mao.

Luego del ataque a Pearl Harbor en 1941, EE.UU entra en guerra contra Japón y ocupa Shanghái para entonces Mao Tse Tung domina grandes zonas del norte de China donde habitan cien millones de personas. El Kuomintang con auspicios del general norteamericano Marshall dispuso un ataque al Partido en su propio territorio.

Mao contesta con la reforma agraria en todo el territorio chino y desata un torrente de energía revolucionaria de millones de campesinos, anticipados de la  llegada de  los ejércitos de Mao. El Ejército Rojo entra a Pekín, los comunistas se aprestan a tomar el poder.

 

El marxismo-leninismo, que ha revelado las leyes del desarrollo histórico de la sociedad humana, posee correctos fundamentos y gran vitalidad. El comunismo, ideal supremo que persiguen los comunistas chinos, no se hará realidad sino sobre la base de una sociedad socialista plena y altamente desarrollada”.

 

 Estatutos del partido Comunista de China ratificados en el último congreso 2017

 

La gran revolución  cultural de China

La gran Revolución Cultural Proletaria  fue  campaña de masas  organizada por el  Partido Comunista de China de 1966 a 1976 dirigida a sostener la lucha contra las desviaciones capitalistas y occidentales. La estalinista  Banda de los Cuatro, más que el mismo Mao  utilizó ideológicamente a la juventud contra la llamada  ala derecha, liderada por  Deng Xiaoping, dentro del Partido.

Este proceso dio lugar a la formación de Comités Populares de obreros, soldados y cuadros del partido por cerca de la mitad del país. El culto a la personalidad de Mao y la trasformación de la vida cultural en la producción artística caracterizaron  la Revolución Cultural que se dio tras  el fracaso del Gran Salto Adelante. Las actividades de propaganda se extendieron y los ataques a Liu Shaoqi, apodado el «Jrushchov de China» y a Deng Xiaoping se hicieron cada vez más intensos. En la segunda mitad de 1966 la situación de caos se toma el país, los guardias rojos y sus  comités revolucionarios  imponen su ley castigando a los acusados de derechistas o revisionistas.

Los incidentes y desórdenes generalizados sorprendieron al propio Mao. Para enero de 1967, Mao ordena al ejército que interviniera para restaurar el orden. . El Congreso del partido en 1969 da por concluida la Gran Revolución Cultural Proletaria, presentándola como un gran éxito del pueblo chino contra los revisionistas y contrarrevolucionarios. Mao, líder  ideológico tiene a Zhou en Lai como  hombre fuerte  sucesor,  pero este  muere antes que Mao.

Deng Xiaoping,  con  la muerte de   Zhou y de Mao resurge como líder sucesor que restaura  el poder de su facción y arresta a la Banda de los Cuatro.

La tercera Revolución China

La tercera revolución se inicia en su primera fase con el ascenso de Deng Xiao Ping y en su segunda  con los actuales mandatarios  que se proponen  superar inequidades y aumentar la capacidad adquisitiva del pueblo. Todo esto encuadrado en  el  marco de desarrollo máximo de las fuerzas productivas,  estrategia suprema de la revolución económica. El  crecimiento constante y rápido debe concretarse sin pausa (de acuerdo a las proyecciones  podría crecer en un 50% en este lustro) una auténtica revolución que impulsa el consumo, la inversión y las exportaciones.

Los dirigentes del Partido enfatizando sus diferencias con la acumulación capitalista  tratan de sostener premisas básicas del socialismo como la búsqueda de  una “sociedad armoniosa”,  para ello se comprometen a una distribución equilibrada de los ingresos,  la mejora del sistema de asistencia médica y la creación de una  red de bienestar social más resistente. Así, del énfasis que pusieran antes los ex dirigentes Jian Zemin y Zhu Rongji en el desarrollo económico se ha pasado el énfasis en la distribución y en la armonía social.

China vive la tercera revolución con gobierno comunista: la primera de Mao y la segunda  de Deng Xiao Ping de apertura económica. Estos fueron antecedentes conectados y secuenciales. La “economía socialista de mercado” es un modelo propio, diferente al de la economía de mercado de las potencias occidentales.

El Comité Central del Partido Comunista indicó que el gobierno  realizará esfuerzos enérgicos para promover la cultura de paz internacional, la justicia social en su pueblo y el crecimiento económico sin límites. El “centralismo político” y la  supervisión de Partido presentan una plataforma interesante; lucha contra la corrupción,  inclusión social universal y  ejercicio democrático con la votación directa en las Asambleas Populares. Jinping, líder de la revolución económica,  es hijo de un revolucionario compañero de Mao y Deng, al igual que todos los líderes  que le precedieron y los que ahora le acompañan,  rechaza públicamente el modelo occidental y reitera su compromiso con las  4 modernizaciones socialistas.

Es difícil  contemplar la reforma en el sistema político chino sin tener en cuenta que es un modelo propio con fundamentación marxista que subyace en la especificidad de su cultura. Es un modelo que favorece un sistema centralizado con  Estado fuerte y con un partido adaptado a los cambios en la sociedad. Los avances técnicos, el crecimiento económico y la mejora del nivel de vida de la población son sus logros.

China en su nueva revolución no ha renunciado al  marxismo y al contrario de Cuba los estatutos del Partido y su constitución reitera su fe comunista, reconoce doctrinariamente  que la vida social es esencialmente práctica y que la economía es el fundamento del  marxismo.

No ideologizan la vida practica pero no renuncian a la ideología y creen que la teoría  es  más científica no más teórica es práctica. “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad” (tesis Feuerbach Karl Marx).

El estudio crítico del capitalismo contemporáneo le permite al partido y al gobierno establecer la estrategia de expansión económica y entablar una inocultable guerra mercantil  disputando mercados y fuentes de materia prima. Solo a través del  estudio crítico de los errores del capitalismo  es posible fundamentar una teoría del desarrollo que  consolida una visión del espacio diferente. El marxismo es el método.

Desarrollo,  modernización,  auto-confianza en la ruta  y credibilidad en el partido sustentan un modelo, desde la satisfacción de necesidades y estímulos materiales, configurado en una base ideológica común para producir una fuerza ascendente con  la población  activa  y atendida.  El marxismo es una garantía teórica de la victoria de nuestra revolución, reza una de sus proclamas.

Parecería que el resultado esperado de la apertura china a los mercados y la libre movilidad de su gente favorecería el influjo de la ideología burguesa y parecería también que el pragmatismo y la desideologización de la economía llevarían a una laxa aceptación de la global y descompuesta moral occidental,  pero la realidad es otra. En la actualidad, el Partido Comunista de China está reforzando la posición de guía del  marxismo en el campo ideológico avanza en su estudio y  divulgación acercando la teoría marxista “a la vida, a la realidad, a las masas” y continuar resolviendo los  problemas prácticos de la vida diaria en el ámbito material y de la vida espiritual de las masas. Los logros obtenidos en la construcción económica de China son la base de la adhesión a la guía del marxismo.  Resultados prácticos de la insistencia en la concepción y metodología  marxista  repite un teórico chino y cita a Lenin “la doctrina económica de Marx es la más profunda teoría marxista, la prueba más completa y detallada y útil”.

Se vive en la última revolución, un triunfo  económico con vanguardia comunista. Para la misma  se ha copiado elementos del desarrollismo occidental  dando cumplimiento a la predica de Deng no importa de qué color sean los gatos siempre que coman ratones”.Se usa la inversión y la tecnología  como capital semilla para el impulso. El énfasis en lo pragmático  surge del pensamiento de Mao “Si se habla del marxismo sin características chinas, éste quedará vacío. Este enunciado  magnífico  desde sus inicios, le apartó a China del modelo estalinista soviético que fracasó.

Lenin ya había señalado que sin inversión tecnológica y financiera era imposible el desarrollo del socialismo en Rusia y por ello la adopción de la NEP (Nueva Política Económica). La caída del bloque soviético puso en evidencia  las ventajas comparativas  en tecnología  a favor de los países capitalistas y este factor fue bien calibrado por Deng “La situación mundial actual está cambiando, a una velocidad inalcanzable, especialmente en lo concerniente al rápido desarrollo de la ciencia y la tecnología moderna… Si no utilizamos nuevas ideas, puntos de vista, para heredar y desarrollar el marxismo, el marxismo no sería un verdadero marxismo”.

La revolución económica no es patente del capitalismo, Marx propone el desarrollo de las fuerzas productivas criticando  lo a-histórico que se vuelve el capitalismo cuando se convierte en un freno para su evolución. Pero el sustento  socialista  impone recuperar las dimensiones del desarrollo para la equidad, esta recuperación  lo dice  Xi Jinping: “es el anhelo de la gente por una vida mejor que es nuestro objetivo”, “hay que salvaguardar los intereses fundamentales de la abrumadora mayoría de la gente, de modo que la reforma y el desarrollo ofrezcan los resultados más equitativos en beneficio del pueblo”. Diferencia esencial con las ideas de desarrollo del mundo capitalista. China y la India crecen pero mientras China ha eliminado la miseria extrema, la India continúa con pobreza máxima en más del 60% de su población. Esta es la diferencia entre dos modos de producción y dos modelos políticos.

La infiltración ideológica imperialista y  la hegemonía eurocéntrica de la idea de socialismo distorsionan el perfil de China. Las potencias occidentales están más advertidas de la amenaza del dragón asiático,  en tanto una izquierda tercermundista que tiene archivadas las lecturas del marxismo, mira los sucesos de China en forma subjetiva y pseudo crítica aportando con ingenuidad a los objetivos imperiales. Existen muchos malentendidos en cuanto al marxismo  y paradigmas mal concebidos que olvidan la diferencia entre forma y contenido, así cuando  Marx y Lenin hablaron de dictadura democrática del proletariado,  acogieron la versión de dictadura y suprimieron la de  democracia. En otros casos asumieron a la violencia revolucionaria no como medio sino como fin, al punto de que sin violencia no podría existir conducta revolucionaria.

Los herederos de la banda de los cuatro declararon a Deng revisionista y formaron grupos como Sendero Luminoso. Figuras como Polt Pot  en Laos y el Partido Comunistas Marxista y Leninistas (PCML) en nuestro país terminarían abjurando de Mao, para seguir a Enver Hoxa. Los seguidores de la banda de los cuatro bulliciosos como sus correligionarios del exterior veían hasta en los fracasos éxtasis triunfales.

Los seguidores maoístas de Deng han hecho que China se haya desarrollado rápidamente con grandes logros en los campos políticos, económico, cultural, social y ecológico. China es cada vez más un país próspero, democrático, civilizado y armonioso, y ello es el resultado práctico del marxismo en China. El pensamiento de Mao,  la teoría de Deng Xiaoping y la teoría de la “triple representatividad (papel del Partido Comunista en el proceso de modernización del Estado) son la guía de un  concepto científico de desarrollo para llegar al socialismo de prosperidad.

El marxismo ya ha salvado a China y China ha salvado al marxismo,  los niveles de deterioro que sufrió su práctica por los corifeos del estalinismo y los aires de innovación socialdemócrata  o de socialistas del siglo XXI  daban pie a que los liberales e imperialistas declaren su muerte, pero también las maldades estatistas de los ensayos precedentes  alentaron al   pensamiento  anarquista no marxista a que   declare  su triunfo victorioso  en la confrontación histórica.

La China a más del desarrollo económico y social  está derrotando al  imperialismo, al feudalismo y al capitalismo burocrático. China  aunque está muy lejos de la utopía libertaria está demostrando en los hechos de que es el único socialismo posible.

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