La última novela de Felipe Alcaraz lleva un subtítulo: “Crónica novelada de los días de la Gran Crisis ”. Se trata de una novela coral, una especie de tapiz donde se trenzan varias decenas de hebras en una prosa directa y una estructura vertiginosa. Un espacio público lleno del ruido de la sociedad actual donde se cruzan personajes muy conocidos de la política, con sus nombres reales, con personajes de ficción. Es una crónica casi cinematográfica que, con el telón de fondo de la crisis económica y social, revela las conspiraciones políticas que la acompañan, las políticas adoptadas y sus consecuencias ideológicas, culturales y sociales , en un momento en que la maquinaria financiera que impulsa al sistema aparece desnuda, sin disfraz alguno, ante la mirada atónita de la ciudadanía.
Tiempo de ruido y soledad, que es la primera entrega de la trilogía “La disciplina de la derrota”, junto a personajes que luchan por darle un sentido histórico a su vida, contiene , a través de otros personajes, los rasgos de la derrota de esa cierta izquierda que ha querido combatir a la derecha pareciéndose a ella o que ha intentado superar su fracaso asumiendo los valores de su adversario .
En la novela palpita un tiempo desconcertado donde el ruido y la política convertida en simulacro sustituyen a los colectivos , desmovilizados ; un personaje se refiere a esta situación como la crónica no escrita de una paz social interminable. A la apatía secular se suma la que recorre el franquismo, la Transición o la que atraviesa la sociedad española durante los cambios y ajustes que introduce la estrategia neoliberal. Un ruido , mezcla de espectáculo y competitividad, cuyo reverso exacto es la soledad, la nueva soledad producida y extendida por el capitalismo avanzado. Se trata de una situación social y laboral que aísla a la gente a través de un dominio vertical sobre cada uno y que, en parte, diluye el concepto de clase social y la propia función de los sindicatos y fuerzas políticas . No es de extrañar la aparición de fenómenos sociales nuevos, inesperados, entre ellos el llamado 15-M , los “indignados” , que funcionan en la nove la como una especie de voz colectiva contra una democracia trucada .
Un personaje femenino, Genara Sampedro, recorre toda la novela. En ella se sintetizan la lucha por recuperar un sentido histórico de las cosas a fin de pensar la vida como algo susceptible de ser cambiado, con un drama personal que contamina el resto de sus sentimientos y la atenaza a través de un complejo de culpa.
Como dice uno de los personajes, el profesor Gómez Arboleya: “La soledad es la marca de estos tiempos. Pero lo sabemos. Y eso sigue siendo importante… que alguna vez podamos hablar sabiendo lo que sabemos”.