Julio 12 de 2017
Son algunos. Lo apoyan pero no le dedican poemas. Eso hablan bien de ellos. Pero siempre aparece algún Arjona criollo que quiere pasar a la posteridad como el poeta de la Revolución, el creador de versos, el constructor de acrósticos. Si Fernando Alvarado es poeta, Paulo Coelho es un Borges en potencia.
Después de leer el acróstico que el susodicho le dedicó a su héroe, no hay duda que la biblioteca de los Alvarado está lleno de libros como:
- La culpa es de la vaca, del toro y de la prensa corrupta
- Las zonas erróneas de la oposición
- Cómo hacer amigos en diez minutos y contratos en quince
- Cómo ser poeta cerrando los ojos y repitiendo ¡ooommmmm!
- Caldo de pollo para el alma y sancocho de res para la soledad cuando el líder se va
- La adicción poética a las sabatinas de ojos verdes
- Los hombres también lloran, y a veces escriben poesía.
- Las aventuras de Condorito
- El monje que vendió su virginidad por una noble causa al servicio de la propaganda y la publicidad de las buenas obras y los buenos discursos que todo proceso necesita para reinventarse en épocas de oscuras noches neoliberales…
- ¿Quién se ha llevado mi queso y la dulce sonrisa de mi jefe?
Y uno, que en el fondo también tiene alma de poeta, e inspirado en Fernandito, quiere dedicarle un texto lleno de lirismo in extremis al que se fue.
Oh, amado líder, tú que encapsulaste los destinos de la patria,
que retaste a la historia sacándole copias a colores.
Tú, que sin ser lo que nunca fuiste, ahora eres lo que ya no serás;
tú, que multiplicaste los panes matando los peces.
Tú, que eres antorcha rebelde que se olvidó el kerosene,
y que libertad pronunciaste con aroma a juicio por pensar distinto.
Compañero, amigo, comandante, comandato, comanripio.
Dios te proteja líder humilde, mi señor de los anillos, mi
Jesús guayaco, mi caña manaba, mi corviche verdeflex.
Porque estaremos firmes y despiertos, así sea en la aurora,
en la noche clara, de la sempiterna mansedumbre arcaica.
Las estrellas pronunciarán tu nombre en alfabeto persa
y te dirán ilumínanos padre en abecedario maya.
Porque nadie como tú para mirar, nadie como tú para putear,
Sin tus mimos y cariños yo me muero, Rafi,
nunca te podré olvidar mashito lindo.
Hasta la victoria siempre, líder, amigo, solsticio
Volverás en los sombríos crepúsculos de enero
Porque siempre fui tu lame…discursos de febrero.
Eso se llama poesía profunda. Y el Alvarado no se detendrá solo con un acróstico. No. Ya verán como sale toda su vena creativa y nos inunda con sendas ediciones de su magistral palabra literaria. Se dice que su próximo poema se titulará: Capítulos que se le olvidaron al Mashi. Otro más por ahí: Veinte discursos de amor y una sabatina desesperada. Quitarán de ahí los Paulo Coelho, los Cuauhtemoc Sánchez, los Arjonas andinos, que se vienen los poetas de la Revolución. El siguiente acróstico llegará a sus pantallas gracias a los versos judiciales de Alexis Mera. Espérelo.