La desigualdad nacional, social y global que soportan los indígenas es asumida por la Conaie en toda su complejidad de interconexiones que presenta. Esta compleja perspectiva se sustenta en tres consideraciones principales:
- La Conaie, que es el órgano superior para la dirección de los pueblos indígenas, mantiene un proyecto plurinacional dentro de las fronteras estatales impuestas en el pasado. El reclamo por la igualdad nacional en este caso no ha derivado en conflictos étnicos ni raciales o religiosos; más bien se trata de un sentimiento común a naciones ancestrales que no han renunciado a su herencia y tradición y que abogan pacíficamente por el establecimiento y vigencia de instituciones, normas y leyes que protejan sus lenguas, usos, costumbres y territorios, no para volver al pasado, puesto que son pueblos vivos, sino para proyectarse al porvenir.
No es difícil comprender el daño enorme que ha causado el Estado nacional ecuatoriano a estas comunidades históricas al mantener imposiciones que se arrastran desde los tiempos coloniales: lengua e historia ajenas, menosprecio cultural, usurpación de tierras, negación de nacionalidad para suplantarla con una ciudadanía de Estado, común a todos los ecuatorianos, lo que resulta indistinta e imprecisa.
En el gobierno de Correa se han incluído a los indígenas entre los “sectores pobres”, despojándoles de sus derechos de pueblos, arrebatándoles sus incipientes instituciones propias.
La secular segregación nacional a los indígenas se ha convertido en explotación de clase, aunque ambas manifestaciones de la injusticia histórica sean difíciles de diferenciar. La Conaie expresa el reclamo de las nacionalidades y ostenta su propio nombre: Confederación de Nacionalidades Indígenas, que refleja la reivindicación nacional de las comunidades ancestrales.
- A más de reclamar por la nacionalidad de los pueblos originarios, la Conaie asume que estos están inmersos en la diferenciación de clases sociales dentro del Estado nacional. Los pueblos originarios, que se han rebelado desde el siglo XVIII, han rechazado su condición de explotación y olvido. Sus protestas no se han inspirado en las ideas europeas de la Ilustración, sino en las que surgen de su propia tradición y de su situación económica y social comunitaria (Sumak Kawsay, Penker Pujustin, Sunden Chunu, etc)
En el mundo andino y amazónico perviven prácticas económicas propias pero, sin embargo, sufren limitaciones evidentes: poca tierra, territorios no reconocidos, imposibilidad de acceso a la tecnología moderna, en ocasiones escasez de agua. Que los indígenas asuman su lucha como una réplica a la desigualdad de las clases sociales, hace que encuentren aliados en los movimientos sindicalistas y campesinos, así como entre los partidos políticos de izquierda.
En principio, las desigualdades económicas podrían atenuarse, pero el Estado ecuatoriano no se pregunta por la historia de las inequidades en la propiedad de los medios de producción, fundamentalmente de la tierra. Y los problemas y peligros para los pueblos indígenas no provienen solo del manejo estatal del país, van más allá de las fronteras oficiales, se externalizan en mercados y capitales móviles. El Mercado, derivado del Estado nacional, con su agilidad económica e informática, es tan o más homogenizador que su predecesor.
La energía transformadora de los sectores sociales en lucha, en el gobierno de Correa ha sido mutilada al crear organizaciones paralelas fieles al poder.
- De aquí que la Conaie tenga que lidiar con otra desigualdad social: la que deriva del capitalismo industrial moderno y global, en el que el Estado pierde cierto poder político. El mercado tiende a obrar como una aplanadora que aplasta por igual las peculiaridades étnico-nacionales. A la cabeza de la desigualdad global están las transnacionales aceptadas por el Estado en diferente grado y en dependencia de las circunstancias exteriores.
La transnacionalización aumenta la desigualdad de pueblos y sectores sociales. En el Ecuador, los pueblos indígenas son muy vulnerables a esa presión que se manifiesta, entre otras cosas, en la enajenación forzosa de las tierras comunales, la destrucción de territorios por el extractivismo, la introducción de los transgénicos, el uso indiscriminado de la técnica que les afecta de manera directa etc. De ahí que la protesta indígena se transforme en reclamo medioambiental.
El cambio climático amenaza a personas, sociedades, comunidades y generaciones futuras, que no tienen nada que ver con las decisiones que toman otros. Tratándose de una amenaza universal, al mismo tiempo brinda la posibilidad a los gobiernos de supera la estrechez de miras política.
En el caso de Ecuador, la lucha indígena por el agua, la tierra, la selva y los páramos le da al presidente Correa pautas para proteger la naturaleza, que es un entorno lleno de sentidos, sin embargo, su gobierno contribuye a la crisis ecológica.
Las luchas de la Conaie presentan grandes desafíos, pero son orientaciones para amar la Historia y recordar el amor que debemos a la naturaleza y las personas.
Foto: ecologistas en acción