03 Octubre 2014
La agresión verbal, el insulto, la provocación, han sido la respuesta a las discrepancias o las críticas al Gobierno. Una avalancha de mensajes en las cadenas difundidas en los medios, las redes sociales, hasta en las paredes, agrede en vez de debatir. Así lo hace, a la cabeza de sus colaboradores, el Presidente de la República para imponer lo que llama “revolución”.
Nunca contestaré provocaciones ni insultos en el mismo tono, pero sí voy a aclarar las afirmaciones del Presidente en su última sabatina, sobre mi artículo de EL COMERCIO del viernes pasado, que decía que, contra la opinión de muchos, en la marcha del 17: “Los convocados por el FUT y las demás organizaciones sociales fueron muchos más que los que el gobierno concentró en la Plaza Grande sin intentar siquiera hacer una manifestación”.
Allí no hablé ni de veinte, ni de treinta y cinco mil personas, como Correa afirmó. No mencioné cifras. El dijo una falsedad para tratar de ocultar, cada vez más nervioso, lo que fue absolutamente claro: salieron muchos más a protestar que a respaldarlo.
No es Correa, que nunca ha sido socialista, quien puede calificar nuestra militancia en el socialismo de más de cuarenta años. Por eso se debe rectificar su afirmación de que la mayoría de los socialistas del país le respalda. En realidad, solo una minúscula cúpula correísta que asaltó la dirección del Partido Socialista respaldada por decisiones ilegales del Consejo Electoral, actúa como cola del gobiernismo y hasta pide la reelección presidencial indefinida.
La inmensa mayoría de los socialistas estamos donde debemos estar: manteniendo la línea revolucionaria, respaldando a las organizaciones sociales, a los trabajadores, indígenas, estudiantes, profesionales, empleados, que exigen al Gobierno democracia y el cumplimiento de sus ofertas, frente al hecho cada vez más evidente de que en vez del “socialismo del siglo XXI”, se está imponiendo en el país el “capitalismo del siglo XXI”.
El correísmo es el retorno al pasado caudillista. Por eso luchamos contra la persecución de la organización social, para vencer el autoritarismo, la negación de la democracia, la impunidad de la corrupción, el ataque contra la organización popular, que tienen base constitucional. Me ratifico en la necesidad de la realización de una consulta popular para la convocatoria a una Asamblea Constituyente que, respetando todos los derechos y garantías, realice una radical reforma de la parte orgánica, que impuso un solo poder incensurable y arbitrario.
Correa seguirá agrediendo a quienes no somos sus incondicionales. Continuará diciéndonos “pobrecitos” o “rectorcitos”, a los que discrepamos. Eso parece inevitable. Pero está claro que se pone “nerviosito” cuando las organizaciones populares se movilizan para demandar un verdadero socialismo.
Fuente: http://www.elcomercio.com/opinion/enriqueayala-nerviosito-opinion.html.