28 Abril 2014
Esta noche Paul McCartney dará un concierto en Quito; sin duda es la primera vez en su vida que pasa por la ciudad, a menos que haya sido en ruta hacia Galápagos. Le preguntaremos….
Me interesa su presencia en la ciudad porque este hombre y yo tenemos algunas cosas en común. Éramos vecinos, si no se toma en cuenta un rio grande, el Mersey, y unos pocos kilómetros cuesta arriba, y éramos, según se desprende, de la misma clase social. Los dos estudiamos en escuelas de bellas artes, pintamos (el muy bien ¿y yo…?) y hemos pasado muchos, pero muchos años fuera de la ciudad en la que nacimos. Lo que no tenemos en común es la plata. En una escala de cien yo apenas alcanzaría el 8, mientras él probablemente el 95. Es un golfo abismal, pero para ser sincero no me preocupa mucho, estar contento con la vida de uno, tener una mente satisfecha como dice la canción tradicional, es lo que importa.
No es decir, por supuesto, que un rico no puede tener una mente satisfecha, y a pesar de ser vecinos no conozco muy bien a Paul McCartney y no puedo opinar sobre el estado de su mente.
Lo que sí puedo decir es que no era el músico que más me gustaba, con sus ‘Silly Love Songs’. Siempre había peleas en esa época sobre quién de los cuatro era el mejor, en particular comparando McCartney con John Lennon. En mi caso, la pelea estaba también en reconocer si los Beatles eran mejores que otros grupos como los Rolling Stones o a nivel más local mejores que el Big Three, cosa que después de pocos años dejó de ser relevante, porque estos no sobrevivieron como unidad y ahora solo existen como parte de la historia de Liverpool y The Cavern.
Habían otros, por supuesto, como, los Undertakers, los Searchers y su vocalista, el peleador Tony Jackson, y Gerry and the Pacemakers, aunque a estos nunca les puedo perdonar, porque su canción You’ll Never Walk Alone es ahora el himno de Liverpool F.C.
Y hincha de Liverpool F.C. no lo soy, definitivamente… que conste.
Si a Paul McCartney le interesa el Futbol no puedo opinar, y si le interesa lo que pasa en su ciudad natal tampoco sé. Sería sorprendente, pero sí pasa a muchos que, como yo, migramos en búsqueda de algo distinto. Algunos dicen haber escapado, aunque personalmente no comparto la idea. Me siento orgulloso de haber nacido y vivido allí al lado del río Mersey. Y creo que si los Beatles – primeros entre los demás grupos de la ola ‘Merseybeat’ – hizo algo aparte de su música (escuché hace muy poco en una pequeña plaza en Cusco ‘Here comes The Sun’ de George Harrison metido dentro de una sarta de melodías andinas) es que nos hicieron orgullosos de ser de allá, estar seguros de que no éramos los ignorantes, los ladrones y los vagos tal como nos habían tachados la gente del Sur de Inglaterra con sus acentos BBC. Que podríamos hacer más que ser futbolistas y cómicos, lo que es claramente una respuesta frente a una vida muy dura en la que vale poco quejarse o compadecerse.
Se me ocurre que sentirse orgulloso de su gente y del sitio en el que vives es fundamental, no importa dónde estés. Y a pesar de que Liverpool sufrió un declive dramático después de que yo salí, ahora cuando regreso siento una enorme satisfacción porque es otra vez una cuidad dinámica, aun cuando el centro de la vida económica y cultural ya no está en los muelles, el comercio y un río que ahora parece de dominio de los vientos y los gaviotas. Liverpool, el barrio de Seacombe y yo somos distintos, como seguramente es Paul McCartney, pero compartimos una historia lejana que no se puede borrar.
Entonces bienvenidos Maca, nunca éramos amigos, pero me siento orgulloso de tí, de dónde venimos y de toda la gente que compartía la vida de esos años.
¿Y por si acaso, eres del lado azul o rojo?