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PENSAMIENTO DIALÉCTICO II. por Leonardo Gabriel Ogaz Arce

19 de Marzo de 2013
En este artículo va la segunda parte de pensamiento dialéctico, donde comenzamos a tratar las leyes de la dialéctica. En esta entrega la ley movimiento universal y la ley de unidad y lucha de contrarios.

2.-     LAS LEYES DE LA DIALÉCTICA

La investigación  realizada desde la perspectiva dialéctica, debe abordar cada fenómeno a indagarse en el conjunto de las relaciones en las que se halla inserta, y también en el conjunto de los aspectos, de las manifestaciones, de la realidad de la que ese fenómeno es la apariencia que está mostrando sus rasgos más o menos esenciales.

 2.1.         La ley del movimiento universal

Al considerar los hechos relacionados entre sí, es decir, al no aislarlos el método dialéctico los reintegra en su movimiento, este tiene dos aspectos el uno es el movimiento interno dado por las contradicciones propias del hecho o fenómeno a investigar y el movimiento externo que lo vincula en el devenir universal, esto proviene de las contradicciones  manifestadas entre dos o más fenómenos distintos, los dos movimientos son inseparables.

Las cosas del mundo se presentan bajo las apariencias de estabilidad, equilibrio. El método dialéctico tiene como objetivo penetrar bajo esas apariencias tanto en lo que ya tiende a su fin, como en lo que anuncia su nacimiento. Por tanto la dialéctica busca el movimiento profundo, esencial, que está bajo el movimiento superficial. Pretende establecer la conexión interna, lógica, dialéctica que liga a ese hecho con su apariencia respectiva, explicando también las mediaciones que hacen que ese fenómeno se presente de la forma en que se presenta. Esto se reproduce en el plano del pensamiento, dando cuenta cada vez más profundamente de la conexión de las cosas y del proceso o desarrollo del cual se hallan formando parte.

 2.2.     La ley de unidad y lucha de contrarios

En la lógica formal los contrarios, se presentan como exteriores el uno del otro, en una relación de exclusión, y la identidad se la concibe como una cosa sin contenido en la realidad, como una ley suprema del pensamiento dada de por sí.

Los contrarios en dialéctica se conciben en una relación de inclusión  plena, concreta y, al mismo tiempo, de una exclusión activa. La oposición de estos contrarios que da lugar a la contradicción no solo es percibida como una constatación sino que pretende conocer el enlace, la unidad, el movimiento que engendran los contrarios, los opone, los hace chocar, los rompe y los supera. De esta manera, por ejemplo en el proceso de la comunicación operan contradicciones como las que hemos señalado entre el objeto y el significante y entre el significante y el significado que es lo que da lugar a la significación. O las contradicciones que se manifiestan entre los emisores y los perceptores en el caso de los medios de comunicación. Se trata de estudiar esos movimientos y sus exigencias, para tratar de comprenderlos cabalmente primero y, en base a esta compresión intervenir para contribuir a resolver y superar las contradicciones cuando es posible.

En dialéctica no existen las contradicciones en general, sino contradicciones que se dan en un marco concreto, con un dinamismo propio, en cuyas relaciones hay que penetrar, tanto en sus semejanzas como en sus diferencias. La contradicción dialéctica es concebida a diferencia de la contradicción formal  en el plano de lo universal concreto y no como una generalidad abstracta.

La contradicción es uno de los aspectos centrales de la dialéctica ya que esta actúa como la causa del movimiento, en efecto, si no hubiera contradicciones no existiría el movimiento. Desarrollemos el análisis de lo planteado.

Los contrarios se definen como aquellos elementos, aspectos, o fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento que  se excluyen mutuamente, lo positivo y lo negativo, el norte y el sur, el saber y la ignorancia, la comunicación la incomunicación, etc. Pero si estos estuvieran separados en términos absolutos no existirían roces, disputas, choques, no habría contradicción, cuando se encuentran dos contrarios se produce un choque. Pero no existe una barrera infranqueable entre ellos y sólo pueden ser comprendidos en su relación mutua, la carga positiva y la carga negativa se encuentran en un mismo átomo, en mecánica, la acción y la reacción se encuentran también vinculadas, el significante y el significado forman parte del signo, en comunicación el emisor no tendría sentido sin el perceptor; en educación sería imposible la enseñanza sin el aprendizaje.

Entre los contrarios se establecen ciertas relaciones y estas son de choque, a esta confrontación entre contrarios es lo que denominamos contradicción. Luego la contradicción puede ser definida como una relación entre contrarios y a su vez los contrarios como los elementos de la contradicción.

Si esto no fuera así no habría movimiento, y todo en la realidad está en movimiento, por lo tanto en todo proceso desarrollo surgen aspectos y fuerzas contrarias y por ende contradicciones.

Esto nos lleva a la conclusión que si bien los contrarios se excluyen, para que pueda producirse esta exclusión, al mismo tiempo debe haber unidad de los contrarios, no podría haber significado sin significante, o el “debe” carecería de sentido sin el “haber” en contabilidad. La unidad de los contrarios consiste en que estos se hallan indisolublemente ligados entre sí y forman juntos un proceso contradictorio único. Los contrarios son condiciones de su existencia recíproca.

A su vez los contrarios no son absolutos, la maldad puede trocarse en bondad, lo húmedo puede secarse, el significante puede convertirse en significado y viceversa, de hecho,  ocurre en la comunicación que el emisor se convierte en perceptor y el perceptor en emisor, es decir convertirse en su contrario. Esto significa que la identidad tampoco es absoluta y está sujeta a cambios, es decir, los contrarios se transforman, frecuentemente, el uno en el otro. Por lo tanto la unidad e identidad de los contrarios es siempre relativo, temporal, transitorio, un aspecto regresivo, a veces. se transforma en progresivo y viceversa. Luego cuando hablamos de unidad de contrarios o de identidad no lo podemos hacer en general sino siempre especificando las condiciones  y los límites en que se manifiesta. Ahora también existe un grado de relatividad en el sentido que al trocarse un contrario en otro puede ocurrir que no lo hagan de manera absoluta, es decir, una cosa húmeda puede secarse, del todo o en parte, pero esencialmente secarse  volviéndose  su contrario. Ahora, hay que tomar en consideración una cosa importante, las transiciones, en la medida en que se opera un proceso de cambio,  siguiendo con el ejemplo de lo húmedo y lo seco habrá un momento en que la cosa estará en un estado entre húmedo y seco; esto de las transiciones es fundamental, porque se manifiestan, tanto en los procesos sociales, como en los procesos comunicativos, es necesario estar atentos para poder identificarlos oportunamente.

Analicemos el otro aspecto de la lucha de los contrarios. Esta faceta de choque entre “aspiraciones” o fuerzas contrarias es lo que se denomina lucha entre ellas, el origen de esta lucha radica precisamente en que se hallan vinculados entre sí formando un todo único y al mismo tiempo se rechazan, por consiguiente, donde existe unidad de contrarios también existe lucha entre ellos. Debe entenderse, en consecuencia, por lucha de contrarios la tendencia, de cada unos de ellos a una significación preponderante, dominante, en el proceso o en el fenómeno del cual forman parte.

Es pertinente apuntar lo siguiente, la unidad de los contrarios puede ser relativa, temporal, transitoria, en cambio la lucha es más permanente, en este sentido es que la lucha de los contrarios es la fuente del desarrollo, del movimiento. Sin contradicciones no hay movimiento, no hay desarrollo, no hay historia; y si no hay movimiento nos encontramos frente a la muerte, a la nada.

¿Qué ocurre cuando se resuelven o superan las contradicciones? Cuando uno de los contrarios se logra imponer no se anula la contradicción sino que se genera otra, porque la solución de las contradicciones implica el surgimiento de una nueva calidad que conduce al desarrollo, a un nuevo proceso, se producen cambios.

De esto se deduce que la fuerza motriz de los procesos hay que buscarla en los procesos mismos no en fuentes exteriores.

En síntesis, la ley de la unidad y lucha de contrarios puede comprenderse como aquella constante en que a todas las cosas y procesos le son inherentes aspectos internos contradictorios, que se encuentran indisolublemente ligados y, a la vez, en una incesante lucha. Esta lucha se convierte en la generadora de los procesos, del desarrollo, del movimiento.

En educación y sobre todo en los procesos del aula puede utilizarse una metodología de la enseñanza basada en explicaciones sobre la base de los opuestos, ya que esta permite, al visualizar lo contrario la emergencia de claridades cognoscitivas mayores que en las exposiciones lineales.

La mayéutica, el diálogo socrático, es otro recurso basado en la oposición en la discusión de temas, siempre y cuando este sea concebido como un mecanismo verdaderamente participativo y no el recurso vertical de algunos maestros que lo utilizan para reafirmar su propio discurso, sino en un auténtico proceso de búsqueda de la verdad.

El plantear temas en base a problemas, es decir, enunciar contradicciones a ser resueltas en base a la participación y análisis colectivos, es también, otro eficaz mecanismo didáctico y dialéctico, la cuestión básica es garantizar espacios ampliamente democráticos de libre expresión y libre examen de todos los alumnos, basados en el principio constructivista de que el sujeto, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es el educando, y que este construye sus propios conocimientos a través de la participación integrada y socializada, es decir, en la interacción con sus compañeros y guía atenta del docente que facilita y dinamiza los procesos que permitan interiorizar en la esfera intelectual de los estudiantes los problemas y los procesos de resolución, puesto que así las problemáticas se presentan como un problema vivo para su espíritu y no como hechos exteriores a los que se ve forzado, sin motivación alguna a asimilar. Todos estos procesos cognoscitivos se  facilitan si el clima emocional de la clase es de seguridad, buen trato y auténtico respeto.

2.3. LEY DE UNIDAD Y LUCHA DE CONTRARIOS EN LA SOCIEDAD

La manifestación de la ley de unidad lucha de contrarios en la sociedad se presenta a trávés de las contradicciones de clase, en la presencia de clases propietarias y las clases desposeídas, la presencia de incluidos y excluidos, de explotadores y explotados, de dominantes y dominados, las tendencias hacia la equidad o la inequidad, por eso importantes corrientes sociológicas consideran a la sociedad como un conflicto entre clases y grupos sociales.

Tales conflictos, siguiendo la lógica de los procesos, en el mediano o largo plazo, buscarán su resolución, es decir, su superación, que dada la acumulación cuantitativa y cualitativa llevarán a agudizar las contradicciones, que llegarán al punto del salto dialéctico, que producirá el cambio, esto, si logra reunir la mayoría de las condiciones objetivas y subjetivas. Esto es lo que entendemos como revolución social. Se configurará, entonces, una síntesis, que perfilará un nuevo horizonte civilizatorio, que iniciará un proceso de construcción de una cultura, de una sociedad, sin dominación y sin explotación.

Se entiende por condiciones objetivas los elementos de la realidad dados por la naturaleza y el devenir histórico, se trata de aquellas condiciones independientes de los deseos y la voluntad de los sujetos sociales, también constituyen condiciones objetivas aquellos fenómenos que devienen de los procesos y desarrollos que se manifiestan por una lógica en la que no es decisiva la participación consciente de los seres humanos, que se dan por una especie de automatismo social, por ejemplo el movimiento de los mercados, por eso se generan entelequias suprahumanas ilusorias como los “mercados” como si estos existieran al margen de la sociedad, lo que ocurre en realidad es que, en la situación de las sociedades capitalistas los mercados adquieren una especie de existencia autónoma, fuera de control, es el componente de irracionalidad de dicho sistema, por eso es necesario sustituirlo por otro donde todos los factores estén bajo el pleno dominio de los actores sociales. La planificación democrática posibilita esto.

Las condiciones subjetivas en cambio son aquellas que dependen de la acción consciente de los actores y las clases en pugna, son el grado y nivel de conciencia, el grado y nivel de organización, los niveles de cultura política, la participación activa, crítica, organizada y consciente. Para los explotados estos factores, su organización política que los condensa y potencia, los grados de democracia social, son decisivos para alcanzar sus objetivos. Aquí hay que decirlo claramente un elevado nivel de conciencia política de la mayoría de los explotados  resulta indispensable para los momentos decisivos.

Si las condiciones subjetivas no están a la altura de las objetivas, o viceversa, o una serie de situaciones intermedias entre estos dos factores hagan que no concurran las condiciones para la generación del cambio, y este fracase  o no se consolide, como ha sucedido algunas veces, se desarrollará una dialéctica negativa que destruirá los procesos de cambio, reconstruyendo bajo otro plano y en una situación diferente nuevamente las condiciones de dominación aún en plano de decadencia.

Esta reconstitución de los antiguos poderes, dado el desarrollo histórico actual, en que las clases dominantes agotaron su propuesta civilizatoria y han proclamado “el fin de la historia”,  no significa otra cosa, que no tienen otra propuesta que no sea lo mismo con variaciones. Esta regresión puede manifestarse de acuerdo a dos tendencias: una hacia una barbarie tecnologizada y la otra  hacia la autodestrucción, basta mirar el grado de depredación ecológica mundial, la guerra de Irak, Afganistán, franja de Gaza, etc., para sintetizarlo Rosa de Luxemburgo  planteaba  el dilema como Socialismo o Barbarie.

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