* Docente Universidad Central del Ecuador, Facultad de Ciencias Económicas, jifernandez@uce.edu.ec
Febrero 9 de 2017
Posibles escenarios que enfrentará la economía ecuatoriana cuando en febrero de 2017 el candidato ganador tendrá que dar un giro de timón luego de una década de gobierno de «Revolución Ciudadana».
Concluido el proceso de alianzas políticas entre candidatos y organizaciones según sus afinidades ideológicas e intereses —proceso no exento de traiciones y oportunismos, que evidencia la calidad ética de las élites políticas—, se inscribieron ocho binomios. En la función legislativa se prevén problemas de gobernabilidad, pues, dada la dispersión de fuerzas políticas y las elecciones en primera vuelta, difícilmente se logrará conformar bloques mayoritarios. Se espera, por tanto, un ambiente político conflictivo y la negociación de «mayorías móviles» según conveniencias políticas e intereses temáticos.
Todos los candidatos coinciden en ofertas genéricas: reducir la pobreza, mejorar la salud, generar empleo, entregar viviendas, combatir la corrupción; es decir, las tradicionales promesas demagógicas. Pero, ¿qué hay detrás del discurso político de los candidatos?, ¿Cuáles sus verdaderas intenciones para enfrentar el necesario ajuste requerido por el actual modelo económico de alta inversión pública que dejó de ser sostenible con la caída de los precios del petróleo, el creciente endeudamiento externo e interno que bordea el 40% del producto interno bruto (PIB)?
El 2016 terminó con una caída del PIB de -1,7% según el Banco Central del Ecuador (BCE) o de -2,3% según el Fondo Monetario Internacional (FMI), un déficit fiscal de más de USD 6000 millones, el desempleo de 5,2% nacional, Quito de 8,7% y el subempleo o empleo de mala calidad con más de 48% de la población económicamente activa. ¿Cómo corregir estos desequilibrios y retomar la senda del crecimiento económico? No quedan muchas opciones para dicho plan de «ajuste» que deberá ser ejecutado en los primeros cien días de gobierno. Tres escenarios se pueden anticipar.
ESCENARIO HETERODOXO: MÍNIMOS DE INCLUSIÓN SOCIAL
Es imprescindible reducir el gasto público acorde a la nueva realidad de los ingresos,así como un «ajuste» orientado a reducir el déficit fiscal y el tamaño del Estado, mantener mínimos de inversión social —si no se quiere perder lo avanzado en reducción de la pobreza y desigualdad social, recientemente reconocido por el Banco Mundial (BM)—, manteniendo las políticas de subsidios y políticas de impacto selectivo para grupos de altos ingresos. Acuerdos con los organismos multilaterales —FMI y BM— y apertura al capital extranjero. Se puede vislumbrar un ajuste gradual con mínimos de inclusión social. El discurso del «socialismo del siglo XXI» quedará para el recuerdo. Dentro de este escenario, hay dos candidaturas.
Binomio Lenín Moreno—Jorge Glas, Alianza País. Heredero político del gobierno, Moreno aparece como el candidato «bondadoso» que extiende la mano a todos los sectores para un «diálogo nacional». Junto a J. Glas, constituyen el binomio encargado de vender la idea de que es necesario continuar el proyecto político de la «Revolución Ciudadana». Moreno ha anunciado la necesidad de corregir «algunos errores», revisar el endeudamiento externo, propone una «tregua normativa» tributaria, «refrescar» las relaciones internacionales y la oferta de «pensiones para todos los abuelitos de la tercera edad» (sic). Glas es el «técnico» encargado de continuar con las obras de infraestructura para el cambio de la matriz productiva, sobre lo cual se avanzó muy poco dado el costo y dificultades para ejecutar los proyectos propuestos.
Binomio Paco Moncayo—Monserratt Bustamante, Acuerdo Nacional por el Cambio. Este acuerdo une a la revivida Izquierda Democrática, Pachakutik, Unidad Patriótica (ex-MPD) y Centro Democrático. La propuesta de Paco Moncayo hace prever un ajuste que se mueve entre las urgencias del corto plazo —reducir el tamaño del Estado, disminuir el gasto público, garantizar apoyo a los empresarios eficientes— y algunas tesis de la socialdemocracia como un «pacto con el sector privado, pago de la deuda de salud al IESS, generación de empleo con los gobiernos locales, impuesto progresivo a las ganancias extraordinarias» (Jaramillo y Mendoza, 2016). Reconoce que el techo de la deuda pública del 40% en relación con el PIB no tiene ninguna base técnica, por lo cual deja abierta la posibilidad de mayor endeudamiento externo; ofrece también suprimir los ministerios coordinadores. Su binomio, Monserratt Bustamante, dice provenir del sector académico de Guayaquil y es su primera incursión en la política, por lo cual no se sabe si le suma o le resta votos.
ESCENARIO ORTODOXO: RECETA NEOLIBERAL
Ajuste duro, reducción drástica del gasto público, reducción del tamaño del Estado al mínimo —«menos Estado, más mercado»—, eliminación de subsidios que distorsionan las leyes del libre mercado, apertura al capital extranjero, desregulación financiera para ofrecer «seguridad jurídica» a inversionistas. Acuerdos con el FMI y el BM para financiamiento rápido y para futuras inversiones, lo cual hace prever privatización de empresas públicas. Flexibilización laboral para bajar costos de producción a las empresas, promoción de exportaciones, renegociación de la deuda externa con China. Este tipo de ajustes incrementan el desempleo, eliminan subsidios al transporte o a los combustibles y al gas y, en el corto plazo, agudizan la conflictividad social. En este escenario pueden estar estas candidaturas.
Binomio Guillermo Lasso—Andrés Páez, Creando Oportunidades. Banquero con un banco propio en Panamá, a Lasso se lo puede definir como un neoliberal de la derecha modernizante, afiliado al Opus Dei, ha invitado al país como conferencistas a personajes de la derecha internacional como José Aznar y a Sebastián Piñeira. Su programa de ajuste es claro: «menos Estado, más mercado», por tanto, reducir el Estado al mínimo, «cerrar la SENESCYT y botarla al tacho de basura» ha dicho, posibles «costos reales» para servicios públicos, eliminación de subsidios al gas, a la gasolina, subida del IVA —ya propuso el 17% cuando fue ministro de J. Mahuad—. Se justificará el ajuste con el argumento de que reciben un Estado con alto déficit fiscal y sobreendeudado y que se necesita «confianza y seguridad jurídica» para la inversión nacional y extranjera para así generar el empleo necesario y lograr crecimiento económico. Se trata de un ajuste neoliberal con un discurso modernizante, pues desde ya ofrece crear un millón de empleos en cuatro años.
Binomio Cynthia Viteri—Mauricio Pozo, Partido Social Cristiano. Heredera política de J. Nebot y de L. F. Cordero, Cynthia Viteri representa a la derecha oligárquica nacional, particularmente de la Costa. Su propuesta de «ajuste» es claramente neoliberal, ella mismo lo dice: «El mensaje es el cambio de modelo del socialismo del siglo XXI por uno de éxito, inversión y apertura a la empresa privada y acuerdos de libre comercio. […] Renegociar la deuda interna y externa, eliminar impuestos como el de la salida de capitales, anticipo del impuesto a la renta, sobretasas arancelarias» (Mendoza, 2016). Es decir, las ya conocidas políticas neoliberales para crear un «adecuado clima de negocios» que ya se aplicaron en la década de 1980 y de 1990 y cuyos efectos sociales fueron desastrosos y que terminaron en el feriado bancario y la dolarización en el año 2000. Mauricio Pozo, vinculado a grupos financieros de Quito, ex Ministro de Finanzas de Lucio Gutiérrez y firmante de la última «Carta de Intención» con el FMI, le cae como «anillo al dedo» para la ejecución de un programa de ajuste de corte neoliberal.
ESCENARIO AMBIGUO: ENTRE «TERCERA VÍA» Y POPULISMO
Las propuestas de la «tercera vía» se caracterizan por su ambigüedad y mixtura ideológica o por determinadas posiciones populistas u ofertas clientelares que nunca llevan a corregir las distorsiones de la economía, sino a agravarlas. Con pocas posibilidades de un triunfo electoral, se pueden ubicar en este escenario:
Binomio Washington Pesántez— Alex Alcívar, Movimiento Unión Ecuatoriana. Ex Fiscal de la Nación, creó su propio movimiento para autocandidatizarse a la presidencia de la república. Se define «en una posición ideológica de la tercera vía, que es estar equidistante de los otros», por lo cual sus planteamientos se mueven en la ambigüedad, no plantea un plan de ajuste en el corto plazo, sino de un proceso de transición. Dice que «una vez en el poder habrá que diseñar el Ecuador del futuro, creemos que hay que convocar a un gran acuerdo nacional, una concertación entre ecuatorianos […]. La «tercera vía» cree en un principio: mercado hasta donde se pueda, Estado donde se lo requiera. Un Estado regulador, pero que intervenga lo menos posible. Finalmente, plantea «convocar a una constituyente vía consulta popular para acabar con el hiperpresidencialismo y reformar la leyes fundamentales» (Mendoza y Jaramillo, 2016).
Binomio Abdalá Bucarám—Ramiro Aguilar, Fuerza Ecuador. «Dalito», como lo llaman sus allegados, heredero del populismo de tarima que llevó al poder a su padre, A. Bucaram, trata de desmarcarse de esa imagen al fundar un nuevo partido político al que lo llamó Fuerza Ecuador. Propone un acuerdo público-privado para generar empleo, «eliminar las salvaguardias, el cobro anticipado del impuesto a la renta, reducir el IVA del 14 al 10% diseñando un IVA diferenciado, según la realidad de cada provincia». «En los primeros 100 días de su gobierno, llamará a una Consulta Popular a través de la cual propondrá 30 enmiendas constitucionales, […] creación de una comisión de fiscalización y una veeduría de la ONU para fiscalizar al gobierno actual» (Mendoza y Jaramillo, 2016).
Binomio Iván Espinel—Doris Quiroz, Fuerza Compromiso Social. Es el binomio menos conocido. Espinel, exfuncionario del Seguro Social del Guayas en el actual gobierno y primo de los actuales ministros F. y V. Alvarado, apenas sí ha hecho conocer su programa de gobierno. Por el momento, ofrece «mantener abiertos las 24 horas del día todos los dispensarios médicos del Seguro Social y del Ministerio de Salud Pública, disminuir el desempleo con una disposición que obligue a la empresa privada a contratar a los jóvenes y personas con más años que son los que tienen más dificultad para conseguir empleo». Ha insistido en la propuesta de «instaurar la pena de muerte en casos de violación, luego de una consulta popular».
Patricio Zuquilanda—Johnnie Jorgge, Sociedad Patriótica. Zuquilanda fue Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de L. Gutiérrez y el candidato a la vicepresidencia es coordinador de Fuerza Campesina, una organización de la provincia de Manabí. Hasta el momento, solo han propuesto eliminar la reelección indefinida del presidente que fuera aprobada por la Asamblea Nacional y reabrir las universidades que fueron cerradas por la SENECYT. Su programa político seguramente se moverá en el marco del desorden ideológico de su líder L. Gutiérrez y de un populismo de derecha que lo caracteriza.
El pueblo tiene la palabra. El 19 de febrero de 2017 escogerá qué «ajuste» le aplican. Claro, todo ello enmascarado en ofertas de felicidad: así funciona la «democracia».
REFERENCIAS
Jaramillo, A. y Mendoza N. (9 de octubre de 2016). Los presidenciables exponen sus planes. El Comercio. Recuperado de http://www.elcomercio.com/actualidad/presidenciales-exponen-planes.html.
Mendoza, M. (16 de octubre de 2016). Cynthia Viteri: ‘La deuda pública debe ser renegociada en plazos y tasas’. El Comercio. Recuperado de http://www.elcomercio.com/actualidad/entrevista-cynthiaviteri-negocios-deudapublica-plazos.html
Mendoza, N. y Jaramillo, A. (23 de octubre de 2016). Las propuestas de Bucaram y Pesantez. El Comercio. Recuperado de http://www.elcomercio.com/actualidad/propuestas-candidatos-presidencia-elecciones-politica.html
** Artículo del Boletín Economía & Sociedad No. 102, 2017. Más información en Instituto Superior de Investigación y Posgrado (ISIP), FCE, Universidad Central del Ecuador.