A Mario Vargas Llosa no le interesa precisar que los romanos invadieron el territorio de lo que hoy se llama España y que les impusieron el latín, de donde surgieron el castellano, el catalán, el gallego, el valenciano, el asturiano, etc. Siendo totalmente falso que en España, en referencia al castellano, es “la tierra donde aquella lengua nació y evolucionó”, o la mentirosa frase: “El español, la lengua que nació en Castilla”.
Estas lenguas que surgieron del latín, es decir, de un idioma proveniente de lo que hoy se llama Italia, tienen apenas alrededor de 1000 años de existencia, mientras que las lenguas nativas de los celtas, los íberos, los celtíberos, y otros pueblos de la antiquísima España, tuvieron más de 20.000 años de presencia, pero que lamentablemente los romanos les arrancaron la lengua y con ello les arrancaron el alma (parafraseando a Vargas Llosa).
Una riqueza cultural de tantos años que les tomó construir a sus milenarios habitantes, fue extinguida por los romanos con lo que ellos denominaron la civilización, bajo el argumento de que los pueblos indígenas de la antigua España eran salvajes y bárbaros por vivir en ligazón con la naturaleza y los acusaron de idolátricos, (y luego los romanizados españoles repitieron e hicieron lo mismo en el resto del mundo). Cuando los salvajes fueron los que rompieron con la naturaleza y declararon su inferioridad, y como consecuencia de lo cual, hemos llegado hoy a su clímax con el cambio climático y la pandemia del coronavirus.
De no haber sucedido esta colonización, hasta ahora existirían las lenguas indígenas de lo que hoy se llama España y sus habitantes hablarían lenguas nacidas u originarias de estas tierras, y no venidas e impuestas desde otro lugar. El nombre de península “ibérica” viene de un nombre indígena milenario de ese territorio y no del castellano, lo mismo “Hispania” que sería el nombre antiguo de una parte de ese territorio. Y así una serie de nombres toponímicos y antroponímicos que sobreviven, pero lamentablemente todo lo demás de los antiguos españoles fue aniquilado por los conquistadores romanos.
Tan solo sobrevive el euskera un idioma muy antiguo en ese territorio, que si Vargas Llosa quisiera honestamente defender a España resaltaría y promovería la defensa de una lengua milenaria, como la única que logró resistir a la imposición del latín, el idioma del invasor imperialista. Algo imposible, pues Vargas Llosa quiere terminar con la colonización romana en España y el mundo. Como igual lo quiere la derecha y la monarquía, sistema éste originario del imperio romano e impuesto a la antigua Hispania, la que no funcionaba en sistemas monárquicos sino en modelos comunitarios.
Hoy, los auto llamados “patriotas” españoles que sacan sus banderitas, repiten desvergonzadamente que su filosofía es la griega, que su derecho es el romano y que su religión es la cristiana de la media luna del mediterráneo, es decir, nada de España o propio. Desafortunadamente no queda casi nada de sus ancestros, de los hombres y mujeres que habitaron por cientos de años en esas tierras y que construyeron su propia filosofía, justicia y espiritualidad.
Pero, como Vargas Llosa es el continuador de la mentalidad imperialista romana, lo lee diferente y alaba de que fue esa la “filosofía que permitió acabar con la esclavitud, que determinó la igualdad entre las razas y las clases, los derechos humanos y, en nuestros días, la lucha contra la discriminación de la mujer”. Cuando fue todo lo contrario, la Grecia clásica impulsó y consolidó la esclavitud, Aristóteles decía que es natural el esclavismo y de que es correcto de que unos sirvan a otros, y pregonaba que la mujer es un defecto humano. De otra parte, de donde sale el absurdo de “igualdad de clases”, si hay igualdad ya no hay clases sociales. Y cuáles “razas”. Solo existe la raza humana. Con el pasar de los años, unos se vuelven sabios pero otros anacrónicos o “idiotas”, según sus propias palabras.
Si se han logrado algunos cambios es justamente por la lucha contra los Vargas-Llosas de estos últimos 2000 años, que no han querido las transformaciones que se han dado. Tal como el actual Vargas Llosa que sigue luchando por mantener en el ostracismo a España y América Latina, y que no quiere que sus pueblos se levanten contra las desigualdades e injusticias en que sobreviven, y sale en marchas conjuntas y hace manifiestos alabados y abalados por la extrema derecha. Que dirán los liberales de antaño que lucharon por derrocar a las monarquías europeas, cuando el “liberal” de Vargas Llosa les pone puntales para que no se caigan.
Y esto no es una defensa del socialismo-comunismo, porque a la final el eurocentrismo de derecha e izquierda son lo mismo, tienen las mismas fuentes ontológicas y su diferencia solo es clasista. Caminamos con lo que en Europa se ha dado en llamar “los bienes comunes” o en Abya Yala (América) el Buen Vivir, o en el África el Ubuntu, y así en el Asia.
Si en las guerras de hace 500 años, cuando los católicos lograron expulsar a los árabes y a los judíos, se hubiera impuesto otro reino que no sea el de Castilla, hoy sería el idioma de ese otro reino el principal, y el castellano hubiera quedado relegado. Y muy seguramente, al igual que los catalanes, vascos y otros pueblos actualmente, los castellanos estarían pidiendo la independencia de España (o del nombre que le hubieran puesto), o al menos estarían luchando por su no desaparición, y siendo justamente eso lo que están haciendo esos idiomas y pueblos. Y Vargas Llosa hoy estaría defendiendo a ese idioma y reclamando que el castellano sea extinguido, como ahora quiere de los otros idiomas. Vargas Llosa resalta solo al castellano y las califica a las otras lenguas despectivamente como “periféricas”; pero el catalán, el gallego, y todos los idiomas de origen latín no tienen nada que envidiar al castellano, primero porque tienen el mismo origen y luego porque han tenido procesos similares.
Si ese otro idioma, que no fuera el castellano, sería el que se hubiera impuesto en España, con ese idioma hubieran conquistado Abya Yala y hoy sería ese uno de los idiomas más populares en el mundo, y no el castellano. Y tendríamos a un Vargas Llosa pidiendo que se fortalezca a ese idioma como el único y auténtico español, resaltando su universalidad, y no defendiendo al castellano ni resaltando a Cervantes. Cuando todos los idiomas son valiosos e importantes.
Esto es lo mismo que está pasando en América Latina, donde poco a poco los criollos descendientes de los españoles romanizados van extinguiendo a los idiomas y culturas nativas. Culturas de las que Vargas Llosa se avergüenza, y que ni siquiera conoce que los filólogos -muchos de ellos europeos y occidentales- hablan de la riqueza de lenguas como el quichua y el aimara, que no tienen nada que envidiar del castellano ni de ningún otro idioma, pues son lenguas muy elaboradas y profundas.
Ahora en los Andes también se está luchando para que no desaparezcan, pero el colonialista de Vargas Llosa, que se siente desterrado y avergonzado de ser peruano, aboga por su desaparición para que se imponga definitivamente en el mundo el latín españolizado y toda la cultura del imperio romano, con el propósito de lograr definitivamente la romanización del mundo entero, es decir, la barbarización planetaria.
La riqueza lingüística de “las mil quinientas (que algunos lingüistas extienden hasta cuatro o cinco mil) lenguas, dialectos y vocabularios que hablaban en América del Sur las tribus, pueblos e imperios”, como dice Vargas Llosa; pero que en su mentalidad monofásica esta riqueza pluricultural es una debilidad, y llega a creer que por eso no se entendían y que por ello “vivieron muchos siglos entregados al pasatiempo de entrematarse”.
Siguiendo la lógica de Vargas Llosa, a la que podríamos llamar de la “idiotez” -según sus propias palabras-, para él está muy bien que los romanos hayan extinguido las miles de lenguas vernáculas que habían en Europa y de que hayan impuesto el oscurantismo más atroz y cuyo resultado fue la tenebrosa edad media, algo sin parangón en la historia mundial. Pero, para él no fue una época en donde los romanos hicieron de pasatiempo el matar a los pueblos ancestrales o indígenas de Europa sino el de civilizarles, es decir, domesticarles. Cuando, ahora sabemos que fue la época del exterminio de las grandiosas culturas indígenas de Europa, como la celta.
En la mentalidad reduccionista de Vargas Llosa, la diversidad, la diferencia, la variedad cultural, producidas por distintos pueblos en miles de años en todo el mundo, deben desaparecer, incluso el mandarín y el hindi porque para él son muy “complicadas”. Esa es la mentalidad claustral y miope de Vargas Llosa, para quién debe imponerse el castellano en el mundo porque es un idioma fácil o no complicado. Realmente que la “idiotez” de Vargas Llosa es espeluznante. Parafraseando al maestro japonés Masanobu Fukuoka, diría: sé que soy un idiota, pero otros no lo saben.
“Una riqueza cultural de tantos años que les tomó construir a sus milenarios habitantes, fue extinguida por los romanos con lo que ellos denominaron la civilización, bajo el argumento de que los pueblos indígenas de la antigua España eran salvajes y bárbaros por vivir en ligazón con la naturaleza y los acusaron de idolátricos”.
*Atawallpa Oviedo Freire es escritor, periodista y filósofo nacido en Ecuador.
Buen articulo, no se trata de hacer campaña contra ningun idioma o cultura. Algunos de mis antepasados son celtas (igual judios e indigenas americanos) y yo aprecio mucho esa cultura, sobre todo su musica con sus hermosas melodias tocadas en gaitas.