No es trata de hacer una apología de la marcha, pero no se pueden desconocer estos aspectos que nos invitan a reflexionar sobre cómo es posible este tipo de manifestaciones, hacia un gobierno que supuestamente ha “transformado al Ecuador”.
Me parece que para empezar el análisis debemos establecer una diferencia entre la dimensión administrativa y la dimensión política de un gobierno. Desde luego la dimensión administrativa está marcada por una agenda política, y cualquier juicio integral sobre la gestión del gobierno debería considerar estas dos dimensiones de manera equilibrada, de otra forma se podría justificar la legitimidad del gobierno tan solo sobre la base de sus acciones administrativas como la construcción de las carreteras, por ejemplo.
Está claro que sin acciones administrativas no tendría sentido la existencia institucional del Estado, pues los ciudadanos aceptamos la existencia de la institucionalidad estatal sobre la promesa de la adecuada gestión de la vida pública. No obstante, la vida pública también requiere ciertas formas políticas. En el caso de una república formas democráticas que coadyuven a fortalecer y profundizar la democracia, desde el más mínimo detalle, como el adecuado trato que los funcionarios de libre nombramiento deben dar a la ciudadanía y a sus propios subalternos, como a las estrategias y la conceptualización del relacionamiento del Estado con todos los sectores sociales. Y parece que es precisamente dentro de la dimensión política, en donde se concentran las contradicciones del actual régimen.
Las marchas son una expresión de la crítica a las inconsistencias políticas de todo el régimen de Alianza País. Cuando no se cumple la promesa de escuchar a los ciudadanos, es decir cuando los representantes de la ciudadanía no escuchan sino solo a los jefes del movimiento, algo no está bien. Si, como dice CEDATOS, “el 73% de la población cree que una consulta popular debe determinar si se establece o no la reelección indefinida en el país”, significa que 7 de 10 ciudadanos no se sienten representados, y se les niega la posibilidad de elegir lo que conviene a la vida digna de todos. O cuando en la democracia no se garantiza el honor de aquellos que se oponen a quienes detentan el poder, simplemente las formas políticas inclusivas, fallan. O cuando la construcción de lo público, lejos de ser una construcción democrática, participativa y dialogal, es una construcción caudillista y jerárquica, simplemente no hay buen gobierno.
Ya lo dijeron los sofistas; “el orden de los hombres no depende de los dioses, depende de los hombres”. Y si depende de los hombres, es que ha sido históricamente producido, y así mismo es susceptible de cambio. ¿Cómo? Participando efectivamente en la construcción de lo público, que no es más que la permanente pugna por mantener vigentes las conquistas de la humanidad en términos de democracia, el respeto a los derechos humanos, los derechos políticos, los derechos económicos, sociales y culturales, los derechos de la naturaleza, y todos los derechos que aumente las condiciones y posibilidades de auténtico Buen Vivir para TODOS.
Eso incluye, necesariamente, el ejercicio de la resistencia, la crítica y la libertad de conciencia, así como las manifestaciones de duda y rechazo cuando se sospecha que el poder nos aleja de ese ideal.
Si el presidente Correa como lider único y visible de “Aliansa Pais”, quiciera no bajar en su perfil político, debería despedir a toda la burocracia de la partidocrácia incrustada en el Gobierno, realizar un terremo en forma legal, para ubicar a buenos ciudadanos en la función juddicial, CNE, y las demás funciones del Estado. La Asamblea no debe ser como está, subordinada, debe intruducir arts. en el Código I. Penal, que sancionen a los que se llevan los fondos públicos con cárcel de 60 años e igual a los jueces que dañen la justicia; y cosas así, en favor de las grandes mayorías.- De lo contrario seguirá bajando como los precios del petroleo, segun dijo otro comentarista.
Interesante, pero cuestionable argumento, que nos conduce a la falsa imagen ya elaborada en los estertores del velasquismo: “no es el jefe, son los que lo acompañan”, argumento inaceptable aún si se acusara al caudillo de senilidad, lo que no era ni es así.
El problema es sistémico y complejo, no tiene que ver solo con su base socio económica de apoyo, sino también con las falsas esperanzas que todavía tienen quienes se saben afectados, pero todavía creen en la “virginidad de la abuela”
Es indudable el acelerado deterioro de la imagen política del gobierno de Correa,los ciudadanos son testigos directos de la corrupción que se ejerce desde las esferas del poder ,las limitaciones a las libertades de la ciudadanía en general con la clara persecución a los periodistas y prensa;la avalancha de impuestos directos o camuflados,además de múltiples restricciones al normal desempeño del empresario privado grande,mediano y pequeño;el ningún cambio positivo en la administración de justicia(buenos edificios , gran cantidad de funcionarios,pero,igual lentitud y corrupción en la aplicación de la justicia,etc.);ineptitud en los ministerios y en sus delegaciones provinciales;el ejemplo de la crisis venezolana con su imagen muy ligada a nuestro país,etc.etc.En ninguna de las provincias ecuatorianas existe líderes locales en Alianza País,sino dirigentes de dudosa capacidad política que responden incondicionalmente a la figura central e individual del presidente; percepción de endeudamiento externo ligado a un derroche anterior y actual de recursos.