Marchen señoritos, marchen. Defiendan su clase, sus negocios, su people. Mientras tanto los quiteños, los que la sudan en serio, los menos roque y más San Roques, exigirán que se termine ese circo vergonzoso en el que Yunda, Guarderas, Vaca y demás angelitos, han convertido a la ciudad. Lo único decente que pueden hacer es renunciar ¡todos! Y ahí sí cantaremos, con letra de pueblo y no de nobles: ¡salve oh patria, mil veces, oh patria!