La crisis sanitaria provocada por el coronavirus terminó por agudizar y complicar mucho más la recesión económica global que estaba en marcha desde tiempo atrás. Se habla incluso que sería una crisis mayor a la Gran Recesión (crisis financiera internacional de 2007-2009) y comparable a la Gran Depresión de 1929-1939.
La sorpresiva pandemia del coronavirus revela cuán frágiles son nuestras sociedades. De un día al otro el mundo se paralizó y quedó envuelto en el miedo. La actividad económica cayó aceleradamente. Muchas advertencias realizadas por años parecen convertirse en realidad.
Para que exista una técnica que incluya a las personas al trabajo en vez de excluirlas, es necesario transformar las condiciones y relaciones sociales de producción. El objetivo es que la técnica potencie las capacidades humanas, y no que las reemplace y las deje en el desempleo al margen de la sociedad. Y que los avances técnicos ahorradores de trabajo mejoren la vida de los trabajadores, reduciendo sus jornadas de trabajo.
La crisis del coronavirus es mayúscula. Configura, sin duda alguna, la mayor prueba para la sociedad humana globalizada. Y para Ecuador, un pequeño país colgado de la Cordillera de los Andes, el reto resulta descomunal.
Ecuador ya vivía un estancamiento económico de más de cinco años, un empleo deteriorado y una deuda externa cuyo pago desangra de forma permanente al país. Semejante escenario crítico se va transformando en una barbarie con la llegada del coronavirus (covid-19).
La crisis sanitaria pone en evidencia que la normalidad como la conocemos tendrá un destino trágico si no se hace algo al respecto, es ahí donde el problema se vuelve una oportunidad, en opinión de Acosta. ¿Cuál sería la oportunidad?
En momentos que el país necesita volcar todos los recursos posibles a enfrentar la crisis sanitaria del coronavirus, el pago de 1.230 millones de dólares por servicio de la deuda pública simplemente es inhumano. Ninguna obligación financiera puede estar por encima de la urgencia de salvar vidas.
El proceso constituyente en Chile, visto desde el prisma de la experiencia ecuatoriana en el tema. Alberto Acosta analiza los posibles beneficios, perjuicios y aspectos de cuidado que una reforma constitucional puede implicar para la democracia de un país.
El Ecuador enfrenta una coyuntura llena de urgencias fiscales y con un ambiente internacional muy complejo –incluyendo el efecto del coronavirus– que estrangula las cuentas externas. Sin embargo, tales urgencias solo manifiestan una crisis económica estructural, profunda y de larga duración.
Entrevista con el economista y político Alberto Acosta en España, con motivo del ciclo de jornadas "Más allá del desarrollo: teorías, enfoques y experiencias para abrir nuevos caminos", organizadas por el instituto Hegoa, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). La ponencia de Acosta en ese ciclo se titula "Los buenos convivires en clave posdesarrollista".
La frustración popular creada y acumulada por la civilización de la desigualdad y los estragos que esta va dejando en la periferia del mundo, ha generado una explosión social que hace temblar al escenario político nacional y regional.
Constituye un gran honor abrir una conferencia de geógrafos y geógrafas en un país como Ecuador, cuyo nombre proviene de una línea imaginaria, producto del trabajo de una comisión científica que tenía que ver con geografía.
La hipótesis del “hocico de lagarto” (matizada por los autores de estas líneas para recoger el efecto de los ciclos de la acumulación capitalista y el papel del “hocico” en la construcción de hegemonía) plantea el vínculo entre ingreso y riqueza.
Alberto Acosta, economista y autor de varios libros, advierte del espectro de la militarización en todo el continente y proporciona algunos elementos que considera fundamentales para construir un nuevo momento político positivo para las masas.
El Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza se estableció en el año 2014 con el fin de promover una coexistencia armónica entre los seres humanos y el resto de los seres de la Naturaleza. Su objetivo es investigar y dictaminar casos sobre violaciones a los Derechos de la Naturaleza, ocasionadas por organizaciones internacionales, Estados, empresas, comunidades o individuos. En esta entrevista, Alberto Acosta explica en detalle los objetivos y actividades del Tribunal, del cual forma parte.