Será una década sin lograr un COS satisfactorio para los derechos a la salud. El infructuoso diálogo liderado por los gobiernos lleva a algunas conclusiones: los intereses contrapuestos en el sector salud son significativos y difícilmente reconciliables, a tal punto que no han hecho viable una perspectiva común. No es cuestión exclusiva de las personas y equipos que han dirigido o dirigen el MSP, responsable gubernamental del diálogo, sino del desajuste estructural entre los actores del sistema sanitario existente, sus intereses específicos, sus posturas ideológicas y una rectoría que resulta no pertinente. Las personas son importantes pero la estructura lo es más. El harakiri es patético para la institucionalidad, pero abre una puerta para otro sendero.