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UNA ALTERNATIVA DE IZQUIERDA NO INSTITUCIONAL Sebastián Endara

14 enero 2013

Nos seguimos confundiendo. La izquierda no puede ser institucional porque en el mismo momento en que se institucionaliza, se pervierte. Su horizonte de existencia deja de ser el trabajo por la vida y se convierte en el sostenimiento del (su) poder. Y en esa pérfida dinámica, no solo pierde la izquierda como movimiento antagónico a toda exclusión, sino que se perpetúan las condiciones que frenan la verdadera revolución política, pues queda intacta la estructura de cambios y recambios electorales absolutamente funcionales a un tipo particular de hegemonía, cristalizada en ciertas instituciones y estructuras que impiden la superación integral del modelo social.

En éste sentido la propuesta, por ejemplo, de impedir que existan reelecciones tanto consecutivas como ulteriores de candidatos que ya estuvieron en funciones -y que obviamente por su ejercicio político tendrían una ventaja frente al resto de aspirantes de la población civil-, en algo limitaría las aberraciones producidas por las ansias del poder que envilece a todos, pero no llega a convertirse en una propuesta revolucionaria. El horizonte de la revolución sería el fin de la democracia estatalista, como la conocemos hoy, y el nacimiento de pequeñas estructuras comunitarias que en verdad posibiliten una buena gestión de la vida en concordancia con el ser humano y con el cuidado de la naturaleza.

La modernidad aparece como el paradigma de lo grande, para este paradigma que tiende al monopolio, lo mejor es lo grande, una ciudad debe ser grande, hablamos de la gran industria, la única organización política que debe cuidarse y perennizarse es el gran Estado. La inmensa mayoría de pequeñas organizaciones tienden a morir por inanición; no se las alimenta ni cuida, nadie cree en ellas. Pero el poder hace que aparezcan robustecidas de un día al otro activadas por la promesa de llegar a ser parte de la administración pública (si contribuyen en las elecciones), desnaturalizando su razón de ser.

La izquierda no puede aspirar a ser grande, ésa es la aspiración del poder. La izquierda debe aspirar a fomentar la vida, a ser pequeña, a ser parte integrante de la diversidad, a articular cada una de las pequeñas alternativas donde se evidencie la riqueza de la vida, la izquierda debe aspirar a la profunda solidaridad, a la creatividad, a la libertad, a la creación de seres humanos completos, responsables y respetuosos. La izquierda nunca puede aspirar a la institucionalidad como dicen los Pueblos Zapatistas de México, que una vez más sorprenden al mundo con su pequeño gesto de honestidad y valentía en la marcha cobijada de silencio y organización popular rebelde del pasado 21 de diciembre. ¡Viva la pequeña izquierda!

lalineadefuego
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PENSAMIENTO CRÍTICO
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2 COMENTARIOS

  1. HOLA SEBASTIAN Y LINEA DE FUEGO, concuerdo completamente con tu opinión. Me parece que cada vez que entramos en juegos electorales salimos perdiendo, aunque se logren ciertos escaños.
    Desde abajo y ala izquierda!!
    J.

  2. Estimado Sebastián:
    Esa es la fuerza de la izquierda, no aquella que se la iguala con la misericordia, la izquierda es la vida pues faltando todo, todo nos alcanza. No tiene domicilio porque no es propiedad del poder.

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