Publicado en Kamunikacyjnaje Ahienctva
Enero 24 de 2017
Ante las próximas elecciones presidenciales y legislativas que tendrán lugar en Ecuador en próximo 19 de febrero, haznos una descripción general del electorado ecuatoriano.
Algo más 12,8 millones de ciudadanas y ciudadanos están convocados a este comicio electoral. Para el 82,6% de estos, cuya edad está comprendida entre 18 y 65 años, el voto es obligatorio. Para el resto, jóvenes con edades de 16 y 17 años, así como las y los mayores de 65 años, el voto es voluntario. Por otro lado, cerca de 400 mil de estos electores residen en el exterior y respecto a la división por sexo, la cosa más o menos se mueve en el 50%.
Por último, creo importante reseñar que hay tres provincias que deciden la tendencia de los resultados nacionales. La más importante entre ellas es la provincia del Guayas con algo más de tres millones de electores, le sigue Pichincha –donde se ubica la capital del país- con unos dos millones doscientos mil electores, y por último Manabí con casi otro millón doscientos mil. Estos tres territorios definirán los resultados finales de las presidenciales ecuatorianas.
¿Cómo ves la evolución de la campaña en curso?
Es una campaña muy fría, la ciudadanía la vive sin gran fervor. No hay involucración de la gente con los partidos y candidatos en liza. Los actos públicos no gozan de gran afluencia y gran parte de la gente que asiste están motivados por cuestiones diferentes a la implicación política con los partidos convocantes. En el caso del partido de gobierno el tema se vuelve escandaloso, porque los funcionarios públicos son obligados a asistir a estos mítines bajo la amenaza de perder sus empleos.
La sociedad ecuatoriana tiene en estos momentos básicamente tres ejes de preocupaciones principales y estas son: el complejo estado de la economía nacional; vinculado a lo anterior el incremento del desempleo, el deterioro de las condiciones de trabajo, la pérdida de capacidad adquisitiva y el endeudamiento cada vez mayor de las familias ecuatorianas más humildes; y por último la corrupción, que comienza a ser digerida por la sociedad bajo la visión general de que todos roban.
Los partidos políticos y sus candidatos hablan sobre estas cuestiones en sus alocuciones y entrevistas públicas, sin embargo la gente no deposita en sus propuestas gran esperanza. El correísmo nació como un revulsivo político-electoral al descrédito de la política en la última fase del neoliberalismo en Ecuador, generó muchas sinergias e ilusiones iniciales, pero en apenas diez años ha dejado nuevamente a la legitimidad política del sistema democrático en la picota.
¿Cómo se canalizará eso electoralmente el 19 de febrero?
El descrédito en el que ha vuelto a entrar el sistema político del país se expresará de una forma sutil el próximo 19, así que es fácil que los actores institucionalmente involucrados no interpreten los resultados de estas elecciones de forma adecuada.
Si en Ecuador el voto no fuera obligatorio, seguramente asistiríamos en estas elecciones a un índice de abstención cercano al 60%. A estas alturas el indicador de indecisión en las encuestas se mantiene muy alto, son los más altos desde la reinstauración de la democracia en el país. Si estos índices de indecisión los ubicas por targets poblaciones, encontrarás que cuanto más jóvenes son los electores mayor es la indecisión; también que las mujeres están más indecisas que los hombres; y los sectores de trabajadores y trabajadoras más golpeadas por la crisis también están altamente indecisos.
A pesar de todo lo anterior, como en este país es obligatorio el voto, si no votas te sancionan económicamente y a través de diferentes actos administrativos terminan complicándote bastante la vida, la gente acudirá a las urnas cuando llegue el momento. El sistema político ecuatoriano exige a sus ciudadanos que acudan a las urnas aunque estos no quieran ver a sus políticos ni en pintura.
Seguramente y tras el proceso electoral veamos a los voceros de las diferentes tiendas políticas autodefinirse como representantes de determinados sectores de la sociedad, más allá de que realmente el voto que reciban sea prestado/obligado y no los representen. El ganador final de la contienda seguramente superará tal osadía, se autoreconocerá como la expresión política de la mayoría de los ciudadanos ecuatorianos. En fin, más allá de la crisis de representatividad que ya se visualiza en la política ecuatoriana, todo este show forma parte del juego de falsedades que generan estos sistemas democráticos basados en la representación por parte de elites políticas respecto a los de abajo.
Más allá de lo anterior, ¿cuál es tu pronostico electoral?
Estamos casi a mitad de la campaña y se evidencia, en base a las encuestas metodológicamente más serias, que mientras el partido de gobierno mantiene una sostenida caída en intención de voto, los partidos de oposición no crecen en exceso. Esto determina que los objetivos de Alianza PAIS se mantengan en intentar ralentizar al máximo su actual deterioro, buscando que su candidato presidencial, Lenin Moreno, llegue al 19 de febrero aún con posibilidades de ganar en primera vuelta. Para ello están puestas en marcha diferentes estrategias políticas que podrían resumirse en salpicar con el lodo de la corrupción también a los contrincantes electorales del gobierno. El mensaje sería algo así como: no solo nosotros somos corruptos, también lo son los demás. En fin, una estrategia de escasa elaboración estratégica que es fácil de aplicar, dada la realidad de la política institucional, y que busca que los sectores sociales votantes del partido de gobierno no encuentren opciones hacia donde mover su voto en un momento en el que es perfectamente visible el deterioro ético del correísmo.
La tensión política está en si el oficialismo es capaz de ganar o no en primera vuelta. Estando la oposición política al régimen, en el mejor de los casos, a 13 o 15 puntos de distancia respecto a la intención de voto del partido de gobierno, lo que está en discusión es si Alianza PAIS es capaz de alcanzar el 40% de los votos validos en la primera vuelta. Es una sospecha generalizada que para alcanzar dicho objetivo podrían contar incluso con una “ayudita” por parte del Consejo Nacional Electoral, un órgano que se supone rector de la democracia en el país pero que está bajo control del régimen. En todo caso, la única expectativa para la oposición es que la candidatura oficialista no llegase a ganar en primera vuelta, lo que permitiría una suerte de reconfiguración de alianzas entre opositores cara a una segunda vuelta.
¿Y la izquierda a la izquierda del gobierno que haría en una segunda vuelta?
Los sectores políticos englobados en lo que se ha venido en denominar la Alianza Nacional por el Cambio, donde se agrupan las sensibilidades políticas a las que entiendo haces referencia, están inmersos en una trampa política que ellos solitos se tejieron. Buscando una posición pragmática que entendieron les daba mayor asidero electoral, configuraron una propuesta política de corte insípido que a la postre les genera un discurso político que no es “ni chicha ni limoná”. Dicha propuesta programática la hicieron incluso con gente que posteriormente abandonó dicha alianza electoral y se pasó a las filas conservadoras. Además, durante la campaña electoral y siguiendo esa línea estratégica, se han ido distanciando cada vez más de los sectores políticamente más alternativos de la sociedad, lo cual agudizó notablemente su déficit de identidad. Los indecisos son los que definirán el resultado final de las elecciones ecuatorianas, aunque confieso que personalmente no veo que este sector de la izquierda pueda obtener un gran resultado.
Respecto a que harían en caso de una segunda vuelta, todo es tan confuso como su propio discurso. En todo caso, el escenario que parece más posible si es que llegará un escenario de segunda vuelta es de división. Una parte de estos podrían terminar apoyando al oficialismo, lo que implica a la postre legitimar la corrupción institucional existente; y otros podrían terminar en posiciones de apoyo a los conservadores, lo que vendría significaría situarse en posiciones difícilmente justificables desde el punto de vista de la coherencia ideológica.
No eres muy optimista sobre la evolución política de la izquierda en Ecuador
No, no lo soy… Además te confieso que si hago una correlación entre discursos, programas, prácticas, actitudes y conductas, tengo serias dificultades para identificar el espectro político institucional de la izquierda en Ecuador.
¿Cómo rearticular entonces a los movimientos sociales en Ecuador?
Es una pregunta para los movimientos sociales. En todo caso, mi visión es que llegue el gobierno que llegue, durante el próximo período nos encontraremos inexorablemente frente a un plan de ajuste. El próximo gobierno tendrá que renegociar los plazo del pago de la deuda externa contraída por el correísmo en los últimos años y de igual manera se rearticularán políticas de entendimiento con el sector empresarial que en base a los reclamos que estos están haciendo, tendrá un impacto aún mayor del que ya sufren las y los trabajadores con la crisis. Es sobre las espaldas de los sectores más vulnerables sobre quien el gobierno está haciendo recaer la crisis, y esto es perfectamente visible con tan solo analizar el incremento salarial aplicado para este año o a quien beneficia el deterioro de las condiciones laborales en el país.
En todo caso, por todo lo indicado anteriormente, considero también que el próximo gobierno será débil y con escasa legitimidad social. Es de suponer entonces que pudiera haber un incremento de la tensión social en el país. Será sólo a través de las luchas como los movimientos sociales lograrán reempoderarse nuevamente, ahora eso sí, solo se puede hacer esto dejando atrás a la actual cartografía existente en la izquierda política ecuatoriana. Me temo que será un trabajo de años y para ello será necesario la construcción e implicación de una nueva generación militante.
*Contenido tomado de http://deciomachado.blogspot.com/