1 DE MAYO SANGRE OBRERA LIBERTARIA
Tomas Rodríguez león
“Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria”
Adolf Fisher
Nadie recuerda cuando el capitalismo inicio su mancha sobre la faz de la tierra, nadie recuerda a los generales, a los encargados del poder que siempre jodieron, que se turnan de patria en patria y de tiempo en tiempo . Pero nbaie se olvida nio olvidara de Mártires de Chicago.
Origen del primero de mayo
El Congreso de la Internacional Socialista en Ginebra resolvió en 1866 iniciar el combate por las 8 horas de trabajo. Los primeros que cumplieron con el acuerdo fueron los sindicatos norteamericanos de Chicago, todos de filiación anarquista. Decidieron hacer el primer paro el Primero de Mayo de 1886 por las 8 horas de trabajo. Decían los obreros anarcos, 8 horas de trabajo, 8 horas de sueño, 8 horas para el hogar y los hijos. La huelga fue total, menos una empresa que pagó a rompehuelgas, el Primero de Mayo, y al día siguiente la policía salió a reprimir a 50 mil obreros. Hasta ese momento, se trabajaba 10, 12, 14, 16 horas al día. La mayoría de los obreros estaban afiliados a la
Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, pero tenía más preponderancia la
American Federation of Labor (Federación Estadounidense del Trabajo)
El 3 de mayo, pese a la represión, los obreros realizaron una gran manifestación en la fábrica Mc Cormick, . Allí habló el anarquista alemán August Spies, explicando las razones de esa lucha en honor de los trabajadores. Entonces comenzó una batalla entre los huelguistas y los rompehuelgas financiados por una empresa. Ese día, la policía asesinó a 6 obreros y dejó decenas de heridos. Fue el momento en que otro anarquista alemán, apellidado Fischer, redactor del Diario de los Trabajadores, imprimió 25 mil volantes donde se explicaban las implicancias de ganar las 8 horas de trabajo. Decía: ‘Trabajadores, la guerra de clases ha comenzado. Al terror blanco, respondamos con el terror rojo si es necesario. Enfrentemos a los patrones. Tened coraje, esclavos, levantaos’. El 5 de mayo se produjo una manifestación inmensa en el Haymarket. En ese lugar alguien arrojó una bomba y mató a un policía, y los uniformados abrieron fuego contra los miles de obreros, cuyo número de fallecidos jamás fue conocido. Inmediatamente, el gobierno norteamericano estableció el Estado de Sitio. Se aprisionaron a centenares de obreros, y se responsabilizó a 8 anarquistas por el lanzamiento de la bomba.
El balance dejó un total de 38 obreros muertos y 115 heridos. Otros 6 policías alcanzados por la bomba murieron en el hospital.
Esa misma noche, Chicago fue puesto en estado de sitio, se estableció el toque de queda y la tropa ocupó militarmente los barrios obreros. Al día siguiente, la nación estaba conmocionada por los sucesos y la gran prensa no reparó en nada para calumniar a radicales, anarquistas, socialistas y trabajadores extranjeros, sobre todo a los alemanes. El 5 de mayo, “The New York Times” daba por hecho que los anarquistas eran los culpables del lanzamiento de la bomba. La policía, al mando del capitán Michael Schaack, realizó una batida contra 50 supuestos “nidos” de anarquistas y socialistas y detuvo e interrogó de manera brutal a unas 300 personas.
El juicio se inició el 21 de junio de 1886. Tres de los anarquistas fueron encarcelados. El inglés de 39 años y obrero textil, Samuel Fielden, recibió cadena perpetua. El norteamericano de 36 años, vendedor, Oscar Neebe, fue castigado con 15 años de trabajo forzado. A un tipógrafo alemán de 33 años le dieron cadena perpetua. Los otros cinco imputados fueron condenados a la pena de muerte por la horca: Georg Engel, tipógrafo alemán de 50 años; Adolf Fischer, periodista de 30 años; el periodista alemán de 30 años, August Vincent Spies; Louis Lingg, carpintero alemán de 22 años que se suicidó antes de marchar a la horca para no darles en el gusto a sus verdugos; y Albert Parsons, inglés y periodista de 39 años, que no había estado en la huelga, pero se había adherido, durante el juicio manifestó que aprobaba todo lo que habían hecho los huelguistas. Sus nombres quedaron para siempre.
El Congreso Obrero Socialista celebrado en
París en
1889, Declara que el primero de mayo será por siempre una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los
Mártires de Chicago.
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