Nota del Editor: No se sabe si esta entrevista tuvo algo que ver con la renuncia ‘irrevocable’ de Paco Velasco, anunciado esta mañana, el 12 de Septiembre. ¿Será coincidencia?
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‘¡Eso es chévere! El Estado no propone culturas’
El Comercio www.elcomercio.com
11 Septiembre 2014
Por DIEGO ORTIZ Y FLAVIO PAREDES
Su trayectoria: Ha realizado estudios en Comunicación por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Su trabajo. Fue radiodifusor por 16 años. Inició su carrera política luego de la caída del régimen de Lucio Gutiérrez.
¿El Ministerio ha preparado una consultoría sobre el Código de Cultura?
De manera particular yo no he contratado ninguna. Algún funcionario hizo una y yo pedí que se declare su fin porque no tiene sentido, me parece que hay suficientes insumos. Lo que sí pensamos es en una asesoría jurídica que permita incluir textos que propongamos. Donde se discute, delibera, perfecciona el contenido es en la Asamblea. En estos años hemos aportado con temas que nos parecerían sobrar o faltar.
En esta asesoría que ‘algún dependiente solicitó’, ¿qué postulados se proponían?
Nada específico sobre el texto. Una propuesta era ver en otros lados los sistemas de cultura, establecer legislaciones comparadas. No hay nada concluyente por algunas razones; una es que temas nuevos pudieran ser incorporados en estas discusiones. Se dice, “¿por qué ha tardado tanto (la Ley de Cultura)?”. Entre otras razones, por nuevos escenarios. Uno es el que propone la Ley de Comunicación: cuando habla de que la música nacional compita en igualdad de condiciones, hace falta un correlato desde la cultura. Otro es la asunción por parte del Ministerio de las competencias de Patrimonio; eso debe estar presente en este Código. Un tercero es el cambio de la Matriz Productiva: qué tiene que ver el peso de la industria creativa.
¿Qué más ha pasado para que no se discuta la Ley?
Estamos en el establecimiento de una cuenta satélite, que nos permita conocer cuánto pesa la cultura en el PIB. La aprobación del Código Territorial impone desafíos para la cultura; dice que el patrimonio es competencia “exclusiva” de los GAD. Esos son escenarios nuevos. No veo la alarma para haber tardado en un Código de Cultura que sea responsable.
Con estos escenarios, ¿cómo definiría la cultura propuesta desde el Gobierno?
Constitucionalmente lo que se puede hacer es construir políticas públicas que permitan trabajar a los creadores, quienes nacen en el seno de la sociedad y no del Estado. Construimos fomento, estímulo para procesos de creación, circulación, difusión de bienes y servicios culturales; las mejores condiciones para los creadores y para el pueblo que accede a esos servicios. Y desde la perspectiva del patrimonio, salvaguardar, preservar, difundir lo material e inmaterial. No hay propuesta de cultura y peor una cultura que se quiera subir, montar, imponer, aplastar a la sociedad. Hay valores culturales en el presidente Correa, hay un redimensionamiento de lo nuestro. No hay una cultura oficial.
¿Existe control o regulación como con otros sectores desde el Gobierno?
No acepto la premisa de que se ha dado en otros niveles desde el Estado. Voy al consecuente. Enumero tres críticos del régimen que han estado presentes, estimulados por los fondos concursables: Sebastián Cordero, autor del ‘sketch’ de Ruptura de los 25, es bien tratado aquí, que haga la película como quiera. El documental sobre Roldós, de Manolo y Lisandra, estimulado con plata. Fernando Balseca, invitado a la Feria Internacional del Libro, un detractor del régimen.
¿Se trabaja en una Agencia de Regulación y Control de la Cultura, como lo ha manifestado Fernando Tinajero?
Voy a tratar de mantener la cordura y la calma porque sí me indigna. Nada más alejado de la verdad. Jamás en la vida pude yo haber permitido que haya una Agencia de Control. Leía en otro periódico que se decía de esto “proyecto fascistoide”; aquí no hay ni de lejos.
En carta a EL COMERCIO, usted habla de control y regulación, ¿qué implican estos términos a su criterio?
Un mecanismo de regulación y control del patrimonio cultural. Control de que las piezas estén inventariadas, para que no abandonen el Ecuador, para que los bienes no se destruyan. El único control… el que impida que este patrimonio cultural desaparezca. Control para que los servicios culturales tengan una excelencia y unos cánones de servicio. De ninguna manera control en la creación.
¿Qué responde a los artículos de opinión sobre el tema?
Hablan de algún fantasma interior suyo y pretenden corporeizar ese fantasma, que es posible que tenga la gente. Nadie está libre de una paranoia, alguna persecución ahí dentro.
¿Le interesa al Ministerio asumir la CCE?
La Constitución obliga un Sistema Nacional de Cultura donde estén todas las entidades que perciban recursos del Estado. En esa condición, la CCE tiene que rendir cuentas. Pero no hay la intención de absorberla ni de disolverla. Creo que hay sectores que se sienten representados en la Casa y otros que no. Hay unas condiciones en la conformación de sus miembros poco transparentes. Hace falta un Código que promueva una reingeniería de la Casa de la Cultura.
¿Cuál es su opinión sobre el estado actual de la CCE?
No voy a opinar, no tengo una auditoría. En gruesos modos de evaluar veo inequidad en el presupuesto, un gasto corriente que no se compadece, no sé cuántos… 600 o 650 empleados. Sobre todo, una institución que recibiendo plata pública dice ser autónoma. Repito: estímulo para la autonomía en la creación, pero si una institución recibe plata pública, entonces debe articularse con lo que dispone la Constitución.
¿A la CCE la considera un espacio o un órgano gestor?
N o tengo la varita mágica para decir “es esto”. Tiene algunos valores. Sobre la CCE, desde hace años, han existido opiniones críticas por su gestión.