El proyecto de Código Orgánico Monetario y Financiero es la propuesta más audaz efectuada por la revolución ciudadana para generar lo que sus ideólogos llaman un cambio histórico en las relaciones de poder. Toda la retórica anti-capitalista de la revolución, alimentada por el Socialismo del Siglo XXI, encuentra en el Código su proyección más radical e ideológica. En términos de configuraciones estatales, se propone –nada más y nada menos- reemplazar el Estado burgués clasista por un Estado popular no clasista. Si este lenguaje ha merodeado todos los documentos programáticos de Alianza País; si había pululado en los discursos presidenciales, el preámbulo del Código condensa significados y promete llevarlos a la práctica.

El preámbulo es un manifiesto político anticapitalista de cambio, con una visión marxista del Estado. Su clave es reemplazar el predominio del capital sobre los seres humanos, para lo cual vuelve sobre la idea de un modelo económico social y solidario. Si bien ese modelo aterriza en la búsqueda de un mayor equilibrio entre el Estado, el mercado y la sociedad, el tono ideológico del preámbulo va más allá y habla de romper con la lógica perversa de la explotación y acumulación capitalista. Claramente, el equilibrio se inclina a favor del Estado y la nueva élite que lo maneja.

El preámbulo establece una asociación causal, mecánica, determinista, entre las formas de dominación social y el sistema financiero. Sostiene que los bancos han sido los ejes del sistema de dominación desde fines del siglo XIX, con el boom cacaotero, y que todo el siglo XX no es sino su trágica continuidad hasta la gran crisis de 1999, producto de la larga noche neoliberal. Por lo tanto, el Código es presentado como el instrumento de cambio más poderoso para romper con una larga historia de dominación social.

 Desde esa visión ideológica y política, el Estado, a través de Alianza País y Correa, asume todo el control sobre el sistema financiero. El proyecto les permite intervenir en la estructura de gestión de los bancos, en el manejo de la liquidez, y en la fijación del costo y destino del crédito. De esa manera, modifica principios fundacionales del manejo del dinero en el capitalismo, esto es, que los bancos son responsables por unos recursos del público. El proyecto asume peligrosamente que el dinero pertenece a los bancos y no a los depositantes; y como los bancos son identificados como la pieza clave de la dominación burguesa, que ellos quieren poner fin, entonces se lanzan a un control sin límites. Han escogido una vía alternativa de estatización: controlan y regulan el ahorro de los ecuatorianos pero no asumen la responsabilidad frente a los depositantes.

La revolución se volvió revolucionaria. Ha lanzado un desafío profundo al capitalismo ecuatoriano mediante un audaz proyecto de manejo estatal de la banca, arropado en una concepción marxista del Estado, llena de simplificaciones y lugares comunes. Muy audaces nuestros revolucionarios, que ahora se sienten la alternativa histórica a la burguesía, la encarnación de una voluntad nacional popular no clasista. Siempre salta la pregunta de si juegan con la sociedad, si les encanta levantar fantasmas, o van en serio. Frente a la duda, es mejor tomarlos en serio. ¿Hacia dónde va el Ecuador?

Fuente: http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/manifiesto-anticapitalista-609700.html