El Telégrafo
06 Jul 2015
Por Luis Fernando Fonseca
La línea progresista es una tendencia a la que se ha apegado la Iglesia católica desde épocas de Juan XXIII y Juan Pablo II. Esa consideración tiene a Alejandro Moreano (Quito, 1944) expectante sobre los discursos que pueblan el Vaticano.
Para el ensayista, novelista y politólogo ecuatoriano, “Juan Pablo II contribuyó, o su juego fue, precipitar la crisis del mundo socialista, esa fue su gran hazaña. Por otro lado, el rechazo a Ernesto Cardenal en su visita a Guatemala y una serie de medidas de hecho de Benedicto XVI -quien era el hombre de la Congregación para la Doctrina de la fe, que establecía las concepciones que son o no válidas y las que tienen que ser excluidas- hablan de una condena a la Teología de la Liberación, a la que fueron contrarios”.
Con esa claridad, Moreano analiza la posición eclesiástica frente a un continente que ha llamado la atención por lo que, ya varias veces, se ha definido como “religiosidad barroca”, una en la que la apropiación ritual de los símbolos espirituales teje una red de sentidos complejos y sostiene el entramado cultural latinoamericano.
Hay un giro en el timón de la iglesia, con un quiebre especial en la transición Joseph Ratzinger-Jorge Bergoglio…
En su última etapa, Benedicto XVI intentó reconciliar su imagen, hizo una visita a Cuba y tuvo algunos pronunciamientos interesantes, que le dieron una cierta respetabilidad pero, obviamente, él pertenece a la línea de los papas que han tendido hacia la derecha. Durante su ejercicio, el Opus Dei cobró mucha fuerza, mientras que en épocas anteriores, los jesuitas, que han tenido una tendencia muy progresista, tenían el predominio dentro de las influencias en el Vaticano.
Haber aceptado la beatificación de Monseñor Arnulfo Romero pese a quienes se oponían, aunque luego lo aceptaron, es algo muy decidor del papa Francisco, junto con algunas de sus declaraciones.
No es que Monseñor Romero haya sido de la Teología de la Liberación ni marxista, sino que fue un sacerdote muy empatado con su pueblo, vivía una verdadera religiosidad popular. Al ver las condiciones en que se desarrollaba la represión a los movimientos insurgentes en Centroamérica, a quienes él reconocía como Movimientos Insurgentes Populares, su postura fue volviéndose definitiva hasta que dio el famoso sermón en que pide a la fuerza pública, en una tesis extremadamente avanzada, que no obedezcan las órdenes de sus comandantes de reprimir al pueblo. Romero se jugó la vida en eso.
(El filósofo italiano) Gianni Vattimo (Italia, 1936) es uno de los ‘gurúes’ de la posmodernidad, quien se desplazó hacia el cristianismo y luego hacia la izquierda al ver que el posmodernismo entraba en crisis, con formulaciones bastante escandalosas, provocativas… llegó a hacer una exageración extrema: dijo que la única posibilidad de un cambio global, hoy, se daría si el Papa convoca a una organización revolucionaria como la Tercera Internacional de épocas anteriores, algo extremo, pero la tendencia del actual Papa es muy avanzada, tuvo intervenciones a favor de Palestina, aunque indirectas, mientras que Benedicto mantuvo posiciones absurdas, hirientes con los palestinos. Dijo, por ejemplo, que la colonización española civilizó a los indios, luego, habló cosas terribles de los musulmanes.
Esta línea abierta del nuevo Papa, de avanzada, es muy interesante, al inicio me parecía que podía ser lo contrario pero no, su evolución ha sido muy significativa.
¿Cómo contextualizar ese cambio de rumbo en una institución que históricamente ha mantenido cierta rigidez?
La vieja cristiandad, que se moldeó en la Edad Media, dominó hasta 1920, una cosa absurda, los tres siglos de modernidad no pasaban por la Iglesia, la cual estaba volviéndose una institución tan anacrónica que ya no tenía posibilidades algunas, entonces surgió la tesis de la nueva cristiandad que planteaba que la iglesia se modernice y planteaba que acepte que el mundo terrenal es uno y el mundo celestial es otro, la distinción de planos, que decían. En esa perspectiva surgieron varios teólogos muy significativos y este movimiento cuajó en el Concilio Vaticano, iniciado por el papa Juan XXIII, un hombre muy simpático, de un origen campesino que se imponía en su gestualidad incluso. Ahí la modernidad se afianzó, incluso la misa se empezó a dar en los idiomas de cada región y país, hubo toda una serie de cambios en muchos ámbitos porque eran inevitables, absolutamente necesarios.
Hubo una especie de ala izquierda de ese proceso que tuvo mucho que ver con América Latina, donde surgió la teología de la liberación que tuvo una actividad muy significativa y un peso impresionante: en su época, se le consideró la teología más avanzada del mundo.
Después vinieron otros procesos, como el de Juan Pablo II que hacían que la iglesia retroceda, con el crecimiento del Opus Dei, y las corrientes de derecha que han tendido a frenar de nuevo su modernización.
La posición del nuevo Papa dista de eso…
Francisco está consiguiendo lo que la iglesia necesita que es represtigiarse en el mundo porque estaba llegando a un nivel de pérdida de toda gravitación en tanto que las sectas protestantes han subido, incluso, en toda Latinoamérica. Este Papa le está dando esta nueva vitalidad, porque hay que entender que no solo es un jefe espiritual de la iglesia sino una figura política que tiene un papel importante en la marcha de los acontecimientos, con pronunciamientos que resultan muy significativos.
Las intervenciones del Papa en el asunto de las guerras y conflictos han sido promotoras del diálogo, de la paz, entonces tiene una presencia mundial cada vez más significativa.
Eso ha ido en contra de la secularización que hay en América Latina, donde se viven diversas formas de espiritualidad…
Claro. Empieza a contrarrestar esas prácticas, la Iglesia se vuelve atractiva. Recuerdo cuando, hace tiempo, tuve relaciones con los grupos de izquierda que estaban surgiendo, los conventos estaban vacíos antes del Concilio Vaticano, la Conferencia de Medellín (1969) y el establecimiento de la teología de la liberación.
Después de eso, la presencia de gente en las misas aumentó considerablemente, entonces, supongo que si este Papa toma medidas, se va a volver a dar un fenómeno de ese tipo. No lo va a hacer agresivamente ni con grandes reformas, eso es muy difícil por toda una serie de posiciones que existen en el mundo, pero puede tomar medidas para que la Iglesia mejore su capacidad de convocatoria.
El Papa tiene que avanzar hasta allá, eso le llevaría a chocar con un sector muy potente del Vaticano, es una esfera de choque. Otra, es una estructura de poder dentro del Vaticano que está muy comprometida con manejos fraudulentos de su enorme fortuna. Parece que el anterior Papa se asustó frente a esa estructura y renunció porque no se atrevía a enfrentarla, pero tampoco quería ser un monigote de esa estructura. Parece que este Pontífice está decidido a enfrentarla, lo ha insinuado aunque aún no ha tomado medidas, pero ese es otro de sus grandes problemas. Al parecer ya ha habido ciertos cambios en las funciones directrices de las finanzas del Vaticano pero aún no hay una depuración.
En cuanto a la espiritualidad de los ecuatorianos, ¿qué particularidades tiene esta visita papal frente a la de hace tres décadas?
Ahora se ha vuelto algo demasiado mediático, esnob. En esa época (1985) yo salí a ver a Juan Pablo cuando pasaba en el papamóvil, ahora parece imposible hacerlo con Francisco, hay una agitación constante, de todo tipo.
En nuestro país hay una religiosidad muy grande, pero más de prácticas que de creencias. La famosa famosa frase de (Blas) Pascal: “arrodíllate y creerás” es la clave. Son las prácticas, los rituales, la misa lo que le da sentido. Por eso es que las reformas de Eloy Alfaro golpearon bastante pero no tuvieron mucho efecto, el matrimonio civil, el divorcio han crecido, pero, durante una larga época, no tuvieron efecto por las prácticas sociales en las que estaba inserta la Iglesia.
En los sectores populares hay una espiritualidad barroca, tienen una relación con aquella cosmovisión andina de que la palabra es la cosa, de que el objeto es el ser. Entonces, cuando los fieles acarician a un niño Jesús creen que efectivamente es el Niño Jesús. Hay una identidad mágica muy fuerte, la cual va a jugar un papel significativo. La gente va a ir a ver al Papa como una figura sagrada.
¿Ese fenómeno será más débil hoy que con la visita de Carol Wojtila?
No creo. Eso es permanente en los sectores populares aunque no se sabe cuánto hayan avanzado las religiones protestantes para decir que, como en Guatemala, hay una nueva mayoría. Aquí sigue habiendo un pueblo esencialmente católico.
¿El hecho de que el Papa visite El Quinche sería un acercamiento a esa religiosidad barroca?
Alguien me dijo ahora que el Papa ha confesado ser un devoto de la virgen de El Quinche, no sé si sea cierto (ríe) o se trate de un flash mediático. Desde Juan Pablo II ya hubo una mejor actitud, a propósito de las reformas del Concilio Vaticano II, donde se planteó que el catolicismo tiene que moverse en el terreno cultural de las sociedades, no debe considerarse la nueva cultura que aplasta a las demás, sino que tiene que considerarse un mensaje espiritual que tiene que respetar las condiciones espirituales de cada sociedad, entonces, el papa Juan Pablo tuvo reuniones con jóvenes, obreros, trabajadores, su visita fue una experiencia trascendental.
Ese cambio viene desde Juan Pablo I, en el sentido de abrirse a cosmovisiones distintas, mucho de lo cual, en el país tuvo la ayuda de Monseñor Leonidas Proaño al aceptar la presencia de lo indígena dentro de los debates de los mundos intelectual y espiritual.
Se trata de un cambio de concepción del mundo, abandonar la metafísica antigua para tomar una concepción distinta, dejar de lado la Santísima Trinidad con un discurso ambientalistas hasta nos remite a concepciones panteístas, en la Encíclica verde se está exigiendo el respeto a la naturaleza como se exige respeto a Dios.
¿Qué consideraciones tiene la izquierda en el Ecuador frente a Francisco?
Hay expectativas de que este Papa abra la moral vaticana para aceptar las nuevas realidades del mundo, incluso, en detrimento de algunas autoridades de América Latina que tienen posiciones bastante conservadoras en ese plano. Hay mucha esperanza de que se repitan los principios del Concilio Vaticano y se abra a una izquierda, a una iglesia progresista. La iglesia de los setenta, ochenta fue increíblemente avanzada, aquí se reunieron cuarenta obispos a los que les cogieron presos en el acto más estúpido que pudo haber hecho la junta militar de entonces (1976-1979). Había una gravitación enorme. En Brasil, por ejemplo, la iglesia de los pobres es la base de los partidos de Lula Da Silva. Hubo un avance que se detuvo hacia los noventa, se perdió el pulso que existía antes, avanzaron las posiciones de derecha pero eso está acabándose gracias a este Papa, habrá que ver hasta dónde llega.
Yo temía que la elección del Papa argentino se deba a una estrategia de la derecha, como lo que hicieron con Juan Pablo II: escoger a un Papa polaco considerando que Polonia era el tendón de Aquiles del campo socialista y, realmente, fue una maniobra de primera. Precipitaron la crisis polaca que después detonó la crisis general del sistema socialista, que ya era más de capitalismo de Estado.
Pensé que consideraron que de los gobiernos latinoamericanos el que más conflictos tiene es Argentina, nombraban a un cardenal de ahí para solucionar eso que ven como un problema. Sin embargo, el Papa tomó actitudes contrarias a las que se predecía, le dio un rumbo distinto a las cosas, tanto que parecería que perteneció a la teología de la liberación más que a sus opositores.
El peligro hubiera sido que visite Buenos Aires creando conmoción y que la derecha se movilice bajo su bandera. Pero ni de lejos hay esa intención. Fue una corriente avanzada de la Iglesia la que lo nominó por ser del tercer mundo. Igual, se cuidará mucho de no aparecer interviniendo en cuestiones políticas.
Fuente: http://www.telegrafo.com.ec/cultura/carton-piedra/item/en-ecuador-hay-una-muy-fuerte-identidad-magica.html
Foto: Carina Acosta
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