La soberanía alimentaria, como marco y horizonte político de lucha, nos llevó a conversar con Andoni García, un dirigente campesino, productor de leche, miembro de Ehne Bizkaia, del Ejecutivo de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y miembro del Comité Coordinador de La Vía Campesina Europa.
Nos encontramos en el emblemático Museo Guggenheim de Bilbao; allí pudimos conversar sobre derechos campesinos, los tratados de libre comercio y sus impactos en el campesinado.
¿Cuál es el origen de Ehne Bizkaia y su caminar como sindicato rural?
Ehne Bizkaia, como sindicato agrario, es una organización profesional que nació hace más de 40 años en defensa de los derechos de los agricultores. Sus primeras movilizaciones tuvieron lugar durante la dictadura franquista en España para después constituirse formalmente durante la democracia.
En relación a la defensa de derechos, reivindica a favor del pequeño y mediano agricultor, pequeñas y medianas fincas. La defensa de derechos se ha ejercido siempre bajo un prisma social para hacerlo dentro de una sociedad y como parte de ella, no como un elemento corporativista.
En sus inicios, nuestro sindicato necesitaba de cierta transformación del sector porque se requerían abordar inversiones en las explotaciones. Muy rápidamente se empezó a tratar el tema de la entrada de España en la Unión Europea y nos encontramos con que la negociación en relación al sector agrario se sacrifica en favor de otros intereses.
¿Qué iniciativas tienen en marcha en defensa de la soberanía alimentaria?
El Movimiento Etxalde en defensa de la soberanía alimentaria aborda un compromiso muy claro frente al modelo con respecto a nuestra situación como campesinos en la producción de alimentos; y de una manera en clave de modelo de producción, de modelo social, medioambiental en lo que significa la agroecología en la práctica de lo económico y medioambiental.
Como parte del Movimiento La Vía Campesina, ¿cuál es la lucha común que les une?
La Vía Campesina Internacional, La Vía Campesina Europa, la COAG a nivel del Estado y Enhe Bizkaia han adquirido un compromiso muy claro frente a las políticas de la globalización o políticas económicas donde la agricultura, al entrar en la Organización Mundial del Comercio (OMC) forma parte de un negocio que nosotros rechazamos totalmente. En el momento de las primeras negociaciones, donde la agricultura ya se incluye como parte de las negociaciones internacionales como moneda de cambio, nos manifestamos proponiendo a la soberanía alimentaria como alternativa.
No ha habido movimiento que haya hablado más de las consecuencias de llevar a la agricultura a ser un elemento de especulación dándole el poder a los mercados y el negocio, viendo lo que significa el poder de la alimentación, de los recursos naturales, las semillas, el agua, la tierra en grandes multinacionales o en grandes terratenientes y grandes empresas y las consecuencias que eso tiene para las poblaciones locales y para la evolución de la propia alimentación.
Hablas de una agricultura como moneda de cambio…
Insistimos en que la agricultura no puede ser un elemento de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio, queremos a la agricultura fuera de la OMC; sobre todo porque la política que se deriva de ahí mismo está sustentada en modelos industriales dirigidos a la producción de la agroexportación y el negocio de los agroexportadores.
Sin embargo, cuando hablas de trabajo campesino, ¿a qué te refieres?
Cuando hacemos referencia al trabajo campesino, hacemos alusión a los modelos de pequeños y medianos productores y no a los modelos empresariales ni de grandes granjas; ellos sí apuestan por ese modelo. A nivel del Estado, hay otras organizaciones de carácter muy empresarial, la patronal de grandes exportaciones, que consideran a la agricultura como un negocio más.
Cuando mencionas los modelos industriales, ¿cuáles son los marcos normativos que los potencializan?
Los tratados bilaterales que ahondan en la liberalización del comercio. Para la Unión Europea si la OMC realiza una reducción de aranceles, utilizaron las trampas y las ayudas de la PAC (Política Agraria Común) para compensar lo que el mercado no iba a pagar; este hecho no deja de ser un dumping en toda regla.
Si hablamos de las semillas nativas, ¿cómo afectan dichos acuerdos y tratados a la autonomía campesina?
Puedes pagar por la semilla certificada al principio pero que, luego tengas que pagar continuamente por su reutilización, supone una ruptura de derechos.
Deberían existir los derechos campesinos sobre las semillas. Los tratados de Libre Comercio anteponen a las multinacionales sobre los recursos, sobre las semillas, la tierra, sobre la alimentación; y eso va en detrimento de las propias comunidades campesinas.
¿Por dónde debería ir el discurso en torno a los derechos campesinos?
Es interesante el trabajo emprendido por La Vía Campesina en torno a la Declaración de Derechos Campesinos porque colocas los debates necesarios por el papel de los campesinos; el papel de la agricultura campesina, la agroecología a lo largo del tiempo a través de los derechos colectivos y de los derechos campesinos para luchar contra la vulneración de derechos humanos que se sufren en muchas comunidades campesinas en diversas partes del mundo.
Necesitamos luchar frente a estos tratados, necesitamos que la agricultura no forme parte de las negociaciones de los Tratados de Libre Comercio; necesitamos recuperar la soberanía alimentaria, necesitamos que se recupere el concepto de que la agricultura es alimentación, medio ambiente; es empleo, es medio rural, es comunidades campesinas.
En este sentido, ¿cuáles serían las consecuencias de este tipo de agricultura basada en un modelo industrial?
En consecuencia, se dan políticas que destruyen la agricultura campesina. La clave de la defensa de la soberanía alimentaria como la parte del derecho de los pueblos a decidir sobre sus políticas agrarias y alimentarias, garantiza que un modelo de agricultura familiar campesina sea la clave de la alimentación de sus poblaciones locales.
Hablar de alternativas es hablar de experiencias de cambio, ¿a qué tipo de planteamiento deberían responder?
El impulso hacia modelos agroecológicos, hacia la venta directa, la transformación en granjas, a los circuitos más cercanos, creo que se aproximan a la soberanía alimentaria como una de las claves más importantes y de representación de La Vía Campesina y de las organizaciones que la componen en la construcción de alianzas.
Como parte de las campañas emprendidas por La Vía Campesina frente a las políticas neoliberales, se han impulsado prácticas como la venta directa, la producción local, los circuitos cortos y los mercados tradicionales.
Hay que atender a un carácter organizado y que responda a un planteamiento global; si no, acabarán siendo más que experiencias de mercado y prácticas aisladas que no responden a ningún cambio. Si no está conectado y no responde a un planteamiento global alternativo, no dejarán de ser alternativas de poco alcance y necesitamos que sea algo mucho más global sin olvidarse de la lucha frente a la política.
En su proceso de votación final, la Declaración de los Derechos de lxs Campesinxs estará a punto de finalizarse en estos días. Se trata de una Declaración que será adoptada en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas para establecer un nuevo stándar para los derechos humanos de las personas que trabajan en el campo.
*Contenido publicado originalmente en: Ocaru
Más información en: https://bit.ly/2MYq13k
Puedes consultar la página de La Vía Campesina
Y European Coordination Via Campesina