¡Me sacan a esos payasos de la Plaza! Esa parece ser la consigna de la gris autoridad municipal.
¿Es sólo decisión del alcalde? ¿Tienen algo que ver los concejales o se hacen los de la vista gorda? Lo cierto es que por acción u omisión esta administración de Mauricio Rodas no solo es mediocre sino torpe con T mayúscula. Tradicionalmente, la Plaza Chica ha sido un espacio que los artistas callejeros se toman para deleitar a los transeúntes a cambio de unas cuantas monedas. Músicos, clowns, cuenteros callejeros se han presentado sin tanto problema en la Plaza, hasta hace unas semanas…
En nombre de ordenar el Centro Histórico, Don Canguil y sus acólitos de olla raspada pretenden sacarlos de ahí. Quiere un sitio silencioso, aburrido, lleno de ornato y líneas rectas. Pero los artistas se oponen, siguen resistiendo y se presentan los fines de semana, aunque los policías metropolitanos tengan la orden de desalojarlos. La gente y la sabia necedad de los artistas se imponen, con mucha dificultad, claro. Pero resisten, como han resistido con todas las administraciones.
Por orden del impresentable han instalado barreras, obstáculos pintados de gris –como la inteligencia del alcalde- para sacárselos de encima. Y la Plaza Chica es solo un botón. Lo mismo pretende hacer de otras calles y otras esquinas del centro histórico de Quito.
Que se presenten sólo donde nosotros decimos, y eso si quieren también. No tenemos porqué consensuar con nadie, ciudadanos nomás son, nosotros somos la autoridad legítimamente elegida por los ciudadanos, y punto.
¡Hay que ser brutos!
Cuándo entenderán éstos que una ciudad se construye con la gente, no con órdenes absurdas. El centro histórico nos pertenece a todos. Por lo tanto, las decisiones deben ser construidas desde quienes habitan estos lugares y consensuadas sin imposiciones tontas. Eso es lo lógico. Pero claro, la lógica es una señora a la que nunca invitan a sus sesiones municipales. Más valía tiene el color de unos billetes de unos señores inmobiliarios que sueñan con hoteles de lujo y edificios fiel copia del original en inglés. Un centro histórico que más parezca un shopping barroco lleno de silicona.
Por eso y por otros motivos no tan santos, es preferible despechar a la gente, dejar que la delincuencia haga de las suyas a ver si de una vez por todas se largan y dejan esas casas para edificar lo modernamente moderno, para que desaparezca la chusma y tanta longueada indeseable. Ejemplo: La Ronda, la calle Rocafuerte, etc., etc. Y estos artistas ensucian el paisaje, dan mala imagen al turista. Si fueran blanquitos y bien limpios y dijeran todo sí, capaz; pero con esas fachas ni hablar. Como somos magnánimos les dijimos que todos los que quieran presentarse en el centro histórico se inscriban con nosotros, y nosotros –después de un análisis ético-artístico-estético-cultural, decidiremos dónde y cuándo les ubicamos.
Ven que somos hasta buena gente con la plebe.
Me sacan a esos de la Plaza. Ya basta de tanta risa y tanta irreverencia. Preferible que los amigos del altísimo, megáfono en mano, nos evangelicen. Ellos sí hablan de orden, no como éstos que siembran el caos y la burla donde estén. No pierden oportunidad para reírse de la autoridad, como si el alcalde, el presidente, el arzobispo fueran tema de burla. ¿Habrase visto semejante afrenta a la gente decente de buen vivir? No queremos ver payasos, ni títeres, ni cantantes, ni mimos, ni bailarines, ni cuenteros ni nada de esas bajezas populachas. ¿Qué ejemplo le vamos a dar al mundo en nuestro cumpleaños 40 como Patrimonio Cultural de la Humanidad? ¿Qué van a entender éstos pobretes de cultura? Cultura es, por ejemplo, que el metro pase sí o sí por San Francisco: los precios suben, los hoteles sonríen, los negocios turísticos son un dulce. Cultura es lo que el alcalde diga que es cultura. Y punto. Reviente quien reviente.
Nuestra solidaridad con los habitantes del centro histórico y con los artistas que están siendo agredidos. Mientras más los vejen más público van a tener. Mientras más los quieran desalojar, más gente los va a apoyar. Y que revienten los canguiles y se larguen con todo su pestilente aceite. Que se callen y nos dejen ser cómplices de la verdadera alegría.
Que el arte callejero, su magia y su irreverencia nos contagien, tanto a grandes como a los zapatos chi-quito.
Muy agradecido por el apoyo a cada uno de los que hacemos arte en el espacio publico la lucha continua