Las elecciones seccionales han molido a palos el costillar de Alianza País y, de paso, han servido para darle un poco de su propia medicina al presidente. De hoy en adelante tendrá que cuidar su boca cuando de hablar del respaldo popular se trate. El Mashi ya no está solo en el podio triunfador, le rodean otros aguerridos marchantes.
Pero la marcha de la democracia burguesa es así, señor presidente. Sólo a un “genio” como usted se le puede ocurrir que puede imponer un esquema revolucionario en un escenario democrático. Son dos conceptos incompatibles y el suyo sólo es un invento creativo de las fuerzas tradicionales internas para mantener el sistema de opresión que existe.
Usted lo sabe, señor presidente, así como sabe que hay que cambiar la matriz productivay no sólo mejorarla; así como sabe que hay que cambiar de raíz el sistema educativo y no sólo perfeccionarlo, o como sabe que el extractivismo es el crimen anunciado del futuro de nuestros hijos; pero su inconfesable crimen histórico es que aun sabiéndolo no tiene las agallas para ir al fondo de los asuntos. El resultado es que usted le seguirá haciendo el juego a la derecha y seguirá permitiendo la injerencia extranjera en los destinos de la Patria.
Los revolucionarios auténticos no comen cuentos, señor. Saben que la marcha hacia el futuro no es la alternancia entre una derecha maquilladaa la que usted representa y una derecha cavernícola que no acepta haber perdido algunos de sus privilegios, sino entre una derecha maquillada y la fuerza arrolladora del pueblo. Una fuerza popular que, al irrumpir, romperá todos los esquemas que la democracia tradicional impone. Eso se llama revolución, señor. Su error es su incapacidad de ser radical.
A “su” revolución le falta revolucionarse.