La más reciente y abierta violación a la Constitución la ha ejecutado el presidente Guillermo Lasso. Lo hizo al retornar al CIADI; acto ratificado con el decreto ejecutivo 122, del 16 de julio del año en curso. Te invitamos a leer este artículo que hace un recuento de esta discusión desde Montecristi.
Sorprende el apuro. Tuvieron casi cuatro años para hacerlo. ¿Por qué ahora? Justo cuando el gobierno está en desbandada, y la desprestigiada Asamblea Nacional está por concluir sus funciones, se acuerdan de “defender la dolarización”. Asimismo, sorprende la creciente presión gubernamental – y mediática – aplicada para que el proyecto de ley “defensor” del esquema monetario ecuatoriano sea aprobado por la Asamblea.
A pesar de que ninguna forma de vida -peor la vida humana- puede pensarse por fuera -o al margen- de la Naturaleza, actualmente las “ciencias económicas” han asignado al mundo natural el único y pasivo papel de proveer de “mercancías” que puedan usarse como materias primas y demás medios de producción útiles a la valorización del capital. Semejante pasividad dada a la Naturaleza por parte de las “ciencias económicas” -tanto ortodoxas como heterodoxas, e incluso varias afines a corrientes “críticas”, con muy honrosas excepciones[1]- da carta libre para que el mundo natural se banalice y se perpetúe su mercantilización.
Por Alberto Acosta*
La Humanidad se encuentra en una encrucijada. La promesa hecha hace más de cinco siglos, en nombre del “progreso”, y “reciclada” hace...
La humanidad, cual espectadora y actriz forzada, parece inmersa en una película de terror, que le confronta de forma brutal y global con la posibilidad cierta del fin de su existencia. Sin ser una película, siendo una dura realidad, es innegable que esta mega producción ha estado en marcha desde hace mucho tiempo atrás...
l inicio de la pandemia del coronavirus se llegó a pensar – hasta ingenuamente – que la cruel pedagogía de covid-19 dejaría enseñanzas a la humanidad que motivarían al surgimiento de cambios significativos, sobre todo en las lógicas de la economía mundial (responsables de transformar la pandemia en una sindemia[1]). Incluso se dijo en algún momento que, con la pandemia, la Naturaleza podría tomarse “un respiro”. Pero no. Con o sin pandemia, la reproducción del capital continúa ampliando la mercantilización de toda dimensión de la vida. Uno de los ejemplos más explícitos al respecto es el inicio de la cotización del agua en los mercados de futuros de Wall Street, tal como ocurre con el petróleo, los minerales, el trigo u otros productos primarios.
La danza minera continúa su marcha en el Ecuador, al punto que incluso la gran prensa promociona a la megaminería como “la salvación” ante la grave crisis ecuatoriana. Sin ninguna vergüenza, hasta se difunden burdos publirreportajes promocionando el compromiso “ejemplar” de las megamineras con el cuidado del ambiente. Mientras, se cierran los espacios mediáticos a las voces críticas a la minería.
La historia de la Modernidad tiene dos caras: por un lado, es una historia de revoluciones y luchas por los derechos. Pero, por otro lado, a la vez está plagada de violencias, de injusticias y de abusos. Muchos de los filósofos políticos ilustrados e incluso héroes de la Independencia eran esclavistas en su época. Las declaraciones de derechos -en linea liberal de derechos- excluían a mujeres y hombres no-blancos, pueblos indígenas y pueblos afros. La misma noción de la Europa conquistadora potenció la masacre, el saqueo y la explotación de trabajo gratuito. En tanto que se fue expandiendo la voracidad por acumular valores abstractos, se fueron marginando otros horizontes civilizatorios en las comunidades humanas y también las relaciones de armonía con la Madre Tierra. Las Diversas relaciones de dominación subyugaron a las mujeres, a la Naturaleza, a los pueblos en cuyos territorios habían “recursos” acumulables.
En los años setenta, como pocas veces en su historia, el Ecuador entró de lleno en el mercado mundial. No gracias a un cambio cualitativo en su condición de país exportador de materias primas (banano, cacao, café, etc.) sino por el creciente monto de ingresos producidos por las exportaciones petroleras. La explotación de crudo revitalizó la economía, otorgándole a Ecuador la –pasajera– imagen de “nuevo rico”, al tiempo que consolidaba el mito de que el desarrollo estaba a la vuelta de la esquina.
Las urgencias fiscales priman por sobre otras urgencias, como las sanitarias. Y las condiciones impuestas desde la lógica fondomonetarista, tanto como diversos miedos e incluso posiciones dogmáticas, centradas por ejemplo en sostener a la dolarización como un objetivo nacional, bloquean la construcción de alternativas creativas, sobre todo sustentadas en profundos criterios de solidaridad.
La crisis sanitaria provocada por el coronavirus terminó por agudizar y complicar mucho más la recesión económica global que estaba en marcha desde tiempo atrás. Se habla incluso que sería una crisis mayor a la Gran Recesión (crisis financiera internacional de 2007-2009) y comparable a la Gran Depresión de 1929-1939.
La sorpresiva pandemia del coronavirus revela cuán frágiles son nuestras sociedades. De un día al otro el mundo se paralizó y quedó envuelto en el miedo. La actividad económica cayó aceleradamente. Muchas advertencias realizadas por años parecen convertirse en realidad.
Para que exista una técnica que incluya a las personas al trabajo en vez de excluirlas, es necesario transformar las condiciones y relaciones sociales de producción. El objetivo es que la técnica potencie las capacidades humanas, y no que las reemplace y las deje en el desempleo al margen de la sociedad. Y que los avances técnicos ahorradores de trabajo mejoren la vida de los trabajadores, reduciendo sus jornadas de trabajo.
La crisis del coronavirus es mayúscula. Configura, sin duda alguna, la mayor prueba para la sociedad humana globalizada. Y para Ecuador, un pequeño país colgado de la Cordillera de los Andes, el reto resulta descomunal.
Ecuador ya vivía un estancamiento económico de más de cinco años, un empleo deteriorado y una deuda externa cuyo pago desangra de forma permanente al país. Semejante escenario crítico se va transformando en una barbarie con la llegada del coronavirus (covid-19).