“Con el sueldo no me alcanza para nada, todo es: paga, paga, paga”, dice Felipe, azuayo de 23 años, después de haber decidido irse a EE.UU. Lo toma como una aventura. Ha conversado con varios migrantes, coyotes; se sabe los trámites, las frases que ha de decir, lo que ha de comprar, y a quien acudirá. En sus ojos brilla el entusiasmo. Se muestra optimista.
“Cuando los tigres pelean en el valle, el mono inteligente espera para ver cómo termina”, decía Putin en junio de 2019, en medio de la guerra comercial de EE.UU. y China.
Cabaña nos tomó”, en referencia a que en la Revolución Cubana habían tomado una cárcel de la dictadura de Batista, sin embargo, su estructura disciplinar e incluso la ideología de la cabaña se coló en las fuerzas de la guerrilla.
En los años ochenta, la Izquierda Unida, alianza entre varias organizaciones, llegó a ser la segunda fuerza política del Perú. En los años noventa, ante el temor del avance de la izquierda, la derecha ideó al outsider Alberto Fujimori (1990-2000). Fujimori en diez años institucionalizó el neoliberalismo y la corrupción que se ha mantenido hasta ahora.
Es frecuente que se empiece analizando a un régimen gubernamental, respecto de otros, por rupturas definitivas. Sin embargo, en la maquinaria burocrático-militar estatal se sucede un conjunto de juegos camaleónicos, difícil de ser evidenciado sin un conocimiento profundo de los hilos personales del poder.
El Presidente Guillermo Lasso es heredero de Lenín Moreno, aunque a más de uno le disguste. Contraria a la popularidad con la que se fue Moreno (9%), el nuevo mandatario arrancó su período presidencial 2021-2025 con el 40% de credibilidad.
Las movilizaciones de Colombia entre octubre y diciembre de 2019 fueron truncadas por la pandemia. Un sinnúmero de demandas se fueron acumulando ante un gobierno que se ha hecho de oídos sordos ante la pobreza, el desempleo, la insalubridad y la carestía de la vida. Según el Observatorio de Conflictos, Paz y Derechos Humanos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), solo en 2020 fueron asesinados 290 líderes sociales por el paramilitarismo y las fuerzas represivas. Un promedio de seis dirigentes campesinos e indígenas muertos por semana, sobre todo por conflicto de tierras. Además hay miles de heridos y constantes amenazas.
A un mes de posesionado, Biden al igual que Trump envió misiles a Siria. Pero a comparación de su antecesor, Biden dejó de ser el centro de atención mundial con excentricidades. El llamado gobierno de la “unidad” empezó cumpliendo con las medidas contra la pandemia y el plan de rescate económico.
El filósofo político nazi, Carl Schmitt, estableció en Teología Política la continuación entre soberanía y Estado de Excepción (2009). Giorgio Agamben critica a los juristas y expertos en derecho porque nunca consideraron al Estado de Excepción como un problema jurídico, sino como una cuestión de hecho (quaestio facti); de este modo explicaron que el estado de necesidad del Estado de Excepción no puede tener forma jurídica. El Estado de Excepción fue colocado junto a la guerra civil, la insurrección y la resistencia en la grieta de la indecibilidad de lo jurídico y lo político. El Estado de Excepción, expone Agamben, se convierte en la contradicción de la forma legal, porque suspende los derechos (Agamben, 2019). El Estado de Excepción abandona la vida en manos de las leyes. El gobierno de Hitler fue un Estado de Excepción de 12 años, concluye Agamben, y esta práctica pasó a los Estados democráticos modernos.
Por Jaime Chuchuca Serrano
En uno de cada cuatro cantones de Ecuador ganó el nulo en la segunda vuelta presidencial. Esta es una prueba más del descontento...
Los ecuatorianos decían que en las elecciones del domingo 11 de abril podía pasar una de dos cosas malas: que gane Guillermo Lasso (CREO) o que gane Andrés Arauz (RC), y al amanecer del 12 de abril las paredes amanecieron pintadas con el grafiti: “Estoy alegre porque perdió Arauz y triste porque ganó Lasso”.
La pandependencia se expresa en las necesidades generalizadas de los recursos mínimos para sobrellevarla. Un país con el sistema de salud desmantelado, con el dinero estatal comprometido a los grupos de élite, factores que sumados a la negligencia del gobierno lo hacen completamente vulnerable. Los ecuatorianos han comparado los atroces actos gubernamentales con la película Titanic -a propósito de la reunión secreta de Lenín Moreno con Leonardo DiCaprio-, que al momento de hundirse el transatlántico, los jefes del barco prefieren salvar a la burguesía y aristocracia, mientras los pobres y la plebe completan los cupos. En la fase cero de vacunación, por sobre la primera línea, la crème de la société, familiares de la presidencia, el gabinete ministerial, ex funcionarios, la rancia oligarquía y la burguesía ecuatoriana fueron vacunados clandestinamente o en fiestas públicas como los clubes Rotario y Quito.
Los datos sirven para dar una lectura de la realidad social, conservarla o cambiarla. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), así como el Servicio de Atención a Personas Privadas de Libertad (SNAI), vienen atravesando por un profundo desmantelamiento. En mayo de 2019 el INEC se convirtió en una dependencia de la Presidencia de la República y desde entonces la investigación y transmisión de los datos se ha estancado constantemente, al punto de no tener noticias precisas en educación, empleo, economía y otros campos vitales para las políticas públicas y el análisis. A la vuelta de cuatro años se ha pasado de maquillar los datos para decir que la mesa está servida, a ocultarlos para impedir que la población proteste. Esconder la información se ha hecho recurrente en este gobierno como en el caso de la vacunación VIP, la deuda pública, los ingresos, egresos y otras formas de contratación.
Los libros de historia política latinoamericana y ecuatoriana del siglo XIX y XX tienen varios análisis sobre los fraudes electorales entre los conservadores y liberales, la época del desarrollismo y el “retorno a la democracia”. Llama la atención que después de referirse a los fraudes, los autores continúan normalmente el análisis de la “democracia” ecuatoriana (Quintero, 1980; Larrea & Sommaruga, 1984; El Comercio, 1984; Mejía, 2002; Romero, 2017).
Cuando nos desprecian nos llaman indígenas, indios, cholos, mitayos, oscuros, tiznados; cuando quieren tributos o votos, ciudadanos.
Cuando el indígena tenía sus cabellos largos, le rapaban en las escuelas (años sesenta, setenta, ochenta, noventa y hasta los dos mil), con tijeras, cuchillo, a jalones, llamándoles piojosos, sucios, pilisientos. A la mujer le jalaban las trenzas y se le impedía entrar en la escuela.Cuando el hacendado violaba a las sirvientas, campesinas, indias huasipungueras, a veces se arriesgaba a ponerle su apellido en el bautizo, o le sugería al cura o al juez del registro civil un apellido blanco, mestizo, que haga juego con su sangre.
Cuando al guagua se le ponía nombre indígena, “ese no es nombre cristiano”, decían, “le has de poner uno del evangelio”. Cuando se hablaba en kichwa, en shuar, achuar... los blancos escupían: “esas son lenguas del diablo”, y se prohibía su enseñanza.
Y ahora, a los años, cuando se presentan con los cabellos cortados, con nuevo nombre, con la lengua ancestral olvidada a fuerza del látigo, se les grita: “¡tú no eres indígena!”.
La fiesta de bautizo, confirmación, matrimonio servía para endeudar a los taitas, para quitarles las tierras y sus propiedades.Los trapiches y ventas de alcohol de los hacendados cumplían y cumplen la función de idiotizar a los trabajadores. Los vendedores se ríen: “el fin de semana el shunsho deja devolviendo todo el sueldo por unos cuantos litros de trago”.Cuando se rebelan los indígenas, los arrastran, les patean, les matan y vuelven a nacer mil veces. Sin zapatos, caminan; sin libros, leen; y, sin esferos, escriben sus propias páginas. Sin universidades, se gradúan; y, sin dinero, conservan su riqueza. Sin teléfonos y sin internet, se comunican. Sin vacunas, viven. Sin lentes, ven. Sin lágrimas, lloran. Con cadenas, piensan en la emancipación del futuro. La belleza de las luchas se derrama como gotas de pintura por los abriles, como el parto de las mujeres que cortan con su propia mano el cordón umbilical y desenvainan la placenta.Cuando los indígenas, indios, indias, mitayos, mitayas, cholos, chagras, quieren ser autoridades, presidentes, se les hiere e injuria de todas las formas posibles: el papel no aguanta tanto insulto. Al indio que quiera ser Presidente de la República, la injusticia del blanqueamiento, de la burguesía engominada, le encaminará por el vía crucis político, se le hará hablar en todas las lenguas, se le tomará exámenes que no se le piden al blanco común, se le detendrán los conteos, se le anularán los votos, se les rayarán los nombres… Al final, en algún año, ganará, y verá desde su escritorio que no tomó la choza presidencial, sino que ésta lo tomó a él. Si recapacita a tiempo, se dará cuenta que solo regresando al camino del pueblo, que solo latiendo con millones de corazones podrá transformar su realidad teñida de sufrimientos y sangre.