El fenómeno de la violencia desatada en las cárceles ecuatorianas es, sin duda, complejo y multicausal. Se he venido gestando por décadas de abandono, corrupción, mala gestión y sistemático incumplimiento de derechos humanos dentro del sistema penitenciario. También contribuye, de manera capital, la ausencia de resultados en las políticas públicas de seguridad para controlar las organizaciones criminales.