Temporada internacional del Teatro Malayerba, Quito
“BUKENVAL”, TEATRO POR LA MEMORIA
Por Silvia Arana, Quito, 13 de enero de 2012
“Bukenval”, obra del grupo teatral La Cuarta Pared (La Plata, Argentina), abre la temporada internacional del Teatro Malayerba de Quito . “Bukenval” es el producto de una intensa labor de investigación en hospicios, en cárceles, en conversaciones con ex presos políticos, en la que participaron los co- directores y actores . El resultado es estremecedor, y en ello, son dignos de mención, los trabajos actorales de Nicolás Masciotro y de Guillermo Ale.
Las figuras de los dos personajes, tal esperpentos de Goya, se yerguen en el escenario, desvalidas, despojadas de su libertad, de su dignidad pero se transforman en faros de claridad, momentos después, por el poder de sus voces, y la lucidez efímera y quizás por ello, más potente, de sus conciencias. Al recuperar sus voces, recuperan su capacidad de cuestionar a los representantes del estado represor (curas, jueces, militares, policías). Exclama, exige, uno de los personajes: “No podemos olvidar a los muertos, a los desaparecidos…”.
La memoria, la obstinación en negarse a olvidar, es lo único que puede salvar a estos personajes, y a la sociedad. Es una obra dura, como corresponde a la historia de las décadas pasadas en Argentina. Pero trasciende las fronteras de un país, de una región, para abarcar lo universal.
“Bukenval” -evocando el campo de concentración nazi (Buchenwald) en cuya entrada había una leyenda que significa “a cada cual lo que se merece”- cuestiona la afirmación de que los locos, como figuras emblemáticas de los seres marginados, no “merecen tener derechos” y deben ser eliminados de la sociedad. “Bukenval” es un alegato contra esta ideología fascista, cuyas fronteras desbordan Alemania, traspasan la dictadura argentina, sugieren la prisión de Guantánamo o los campos de refugiados palestinos o tantos otros. “Bukenval” nos confronta con las atrocidades cometidas en el pasado, y con las que se están cometiendo en este mismo momento.
Uno de los personajes dice: “Hablé con Dios. Dios es… ¡una voz…!” Y su compañero de infortunio le responde: “No, no hablaste con Dios, esa voz era la voz de tu conciencia”.
El jueves 12 de enero, la sala quiteña del Malayerba, acogió a un grupo teatral inspirado en la alta poesía de mantener viva la memoria y la dignidad humana, y a un público bajo su hechizo: silencioso, meditativo, estremecido. La Cuarta Pared, ese muro invisible entre el escenario y la audiencia, había desaparecido.