CHILE: EL NEOPOPULISMO DEL PRESIDENTE PIÑERA
Leonardo Ogaz A.
Las actuaciones políticas del presidente de Chile Sebastián Piñera tienen incómodos a propios y extraños. En efecto el empresario Presidente ha impuesto un rumbo, una dirección política totalmente populista a su gestión otorgándole un cierto aire progresista, de tal modo que ciertos politólogos empezaron a repetir la idea de que este era más bien el quinto gobierno de la concertación, en vez de el primero de la derecha después de Pinochet. Medidas como la de eliminar el impuesto del 7% a los jubilados y otras por el estilo fueron configurando esta imagen. Esto naturalmente incomodó a los partidos tradicionales de la derecha que lo apoyan y también a sus adversarios políticos.
Además de las prácticas y medidas populistas del gobierno, la derecha tradicional está molesta porque el Presidente no está haciendo un gobierno de la Coalición por el Cambio, ni de la Alianza por Chile como se quejaba uno de líderes de la UDI (Pablo Longueira), sino un gobierno centrado en la persona de Sebastián Piñera, con figuras emergentes de una nueva derecha pragmática y eficientista encabezada por personas como el ministro del interior Rodrigo Hinzpeter y el ministro de minería Lawrence Golborne catapultado a los primeros planos de la escena mediática por el rescate a los mineros como una de las nuevas estrellas políticas en el Chile de hoy.
Esta situación genera un nuevo escenario político al interior de los partidarios del actual gobierno ya que a las tradicionales pugnas entre la UDI y Renovación Nacional se suma ahora la de ambos con este fantasma de la “nueva derecha”, que ha perturbado sus sueños. Esta “nueva derecha” menos ideológica parece representar a un sector empresarial no vinculado a los grupos tradicionales. Por tanto detrás de estas diferencias de opinión se vislumbra un reacomodo político de las fracciones de los sectores dominantes.
Todas estas contradicciones en el bloque gobernante, si bien en el ámbito político se expresan a veces con cierta rudeza, no representan pugnas por un cambio de modelo, sino formas de buscar una legitimación de la nueva hegemonía y extensión de las formas de dominación política en vistas a un segundo gobierno de esta coalición.
La derecha está condenada a ser populista la única vía de contacto con los sectores populares son estas formas y a veces estructuras populistas que le permiten su reproducción política: efectismo, demagogia, clientelismo, dominio mediático. El populismo es profundamente antipopular porque des-constituye al pueblo como sujeto.
En este caso, el cambio de formas no alcanza a alterar la esencia neoliberal del modelo económico, ni el prototipo de dominación política dejado por Pinochet. La medida de privatizar totalmente las empresas sanitarias revela el alma no populista de la administración y la ofensiva empresarial para la apropiación de nuevos espacios para su expansión.
Pero donde más escozor ha causado esta acentuación neo populista del gobierno de Piñera, es en la oposición concertacionista, ya que el presidente empresario ha demostrado en estos meses que no cuesta demasiado ser “más progresista” que la Concertación, cuestiones como el aumento de la pobreza durante el gobierno de Michel Bachelet, el problema mapuche, donde ha quedado demostrado que es precisamente en el gobierno de la presidenta socialista y su ministro Pérez Yoma es donde más se aplicó la ley antiterrorista, la desigual distribución del ingreso demostrada por la última encuesta Casen han demostrado cuán derechista y poco eficiente se había vuelto la anterior coalición gobernante, hasta la tragedia de la cárcel de San Miguel ocurrida hace poco, marca su responsabilidad en el gobierno de Lagos que fue incapaz de cumplir las metas que se propuso en materia de infraestructura carcelaria.
La última huelga y movilizaciones de los trabajadores públicos en pos de reajuste salarial decente demostraron como el gobierno derechista impone con dureza sus condiciones y la oposición concertacionista vacila ante la política dura del piñerismo. Resultó altamente dudosa la votación del presidente del partido el diputado socialista Osvaldo Andrade que permitió al gobierno imponer su propuesta.
Lo peor de todo es que la oposición hecha desde la Concertación no tiene calidad moral, puesto que el gobierno no está realizando nada distinto a lo que ellos realizaron siendo gobierno. El caso de las sanitarias es el mejor ejemplo de esto, la privatización parcial de las mismas se realizó en el gobierno de Frei, lo que está haciendo el actual gobierno no es sino completar el proceso.
La crisis de los sectores de la oposición concertacionista es patética ya que finalmente no representan nada distinto al gobierno, salvo en matices que a veces suelen tener cierta importancia.
El ambiente del Chile político ha cambiado, el dominio mediático de la derecha se ha impuesto se han licuado los proyectos contestatarios y la dominación está incuestionada, el panorama de la Concertación no es otro que el de su crisis, lo que los mantiene unidos es que la única posibilidad de volver al poder dentro del actual sistema binominal es permanecer como coalición, pero no tienen nada realmente alternativo que ofrecer.
El Partido Comunista en el congreso se ha funcionalizado a la decadente Concertación y no ha resultado la voz independiente y contestaría que se esperaba.
Es hora de la irrupción desde debajo de una verdadera oposición social y política que dé al trasto con el actual sistema, priorizando la lucha por una Asamblea Constituyente.