SOBRE LAS MEMORIAS CRÍTICAS DE CARLOS ALTAMIRANO
Leonardo Ogaz Arce
Ha salido a la circulación en Chile un libro del historiador Gabriel Salazar titulado: “Conversaciones con Carlos Altamirano. Memorias Críticas” en él se plantean una serie de cuestiones que nos parecen importantes. Antes de pasar a comentar algunas de las ideas del texto es necesario decir algunas palabras sobre el personaje. Carlos Altamirano fue el dirigente máximo del Partido Socialista de Chile en el período previo a la elección de Salvador Allende y durante el gobierno de la Unidad Popular, proceso que pretendió hacer profundas transformaciones revolucionarias en Chile, tocando los intereses tanto de las compañías norteamericanas como los de las oligarquías chilenas, dicha tentativa terminó como todos sabemos en el cruento golpe militar encabezado por el general Augusto Pinochet.
Señalo lo anterior para decir que les guste o no les guste a algunos, de todas maneras estamos frente a uno de los protagonistas de primera fila de ese proceso, esa es un una cuestión objetiva. Y de allí la importancia de sus opiniones y reflexiones. En todo caso Carlos Altamirano es un personaje controvertido, odiado y perseguido por los militares y la recalcitrante derecha chilena, tanto es así que uno de sus historiadores, Gonzalo Vial lo acusa de ser el causante del golpe militar, por su famoso discurso del 9 de septiembre del año 1973, donde denunció la tortura de los marinos que alertaban como en la Armada chilena se estaba preparando el golpe. Tampoco Altamirano es demasiado aceptado por mucha gente de izquierda, incluso militantes del propio Partido Socialista cuestionan con acidez las posiciones pasadas y presentes de Carlos Altamirano, como es el caso de Camilo Escalona destacado Senador del Partido Socialista de Chile. Quien ha hecho una crítica bastante fuerte a Carlos Altamirano por el libro que vamos a comentar.
Después de la lectura del texto me quedó la impresión de que el historiador, Gabriel Salazar, de alguna manera quedó seducido por el personaje, lo deja hablar lo cual es un mérito ya que se trata de conocer las opiniones del entrevistado, no lo contradice y cuando lo hace, esto se expresa en términos muy diplomáticos.
Haciendo un balance general del libro, que se lee con fluidez, diría que a mi juicio los aspectos más positivos son sus críticas al capitalismo y al neoliberalismo, la denuncia a la infame intervención norteamericana, además la crítica implacable a las posiciones de adhesión a las tesis neoliberales de sus compañeros socialistas, la crítica que también hace a su partido por su participación en la alianza de centro derecha “La concertación por la democracia” que administró durante 20 años el sistema neoliberal construido por los políticos de las clases dominantes durante la siniestra dictadura de Pinochet.
Carlos Altamirano que fue uno de los gestores de la renovación socialista señala que había que renovarse, que el mundo había cambiado, que el estalinismo era insostenible, pero no era necesario ir tan pronunciadamente a la derecha como lo hicieron muchos de sus seguidores.
La idea general de buscar refundar una nueva izquierda para combatir al neoliberalismo también es otro de los aspectos positivos de estas memorias críticas.
El ecologismo y el feminismo también constituyen otros de los elementos muy progresivos en estas conversaciones con Carlos Altamirano.
Casi todos los demás planteamientos son sumamente discutibles y explican de alguna manera algunas de las causas de la derrota del 73 por una parte y la debacle ideológica del socialismo chileno después.
EL DETERMINISMO TECNOLÓGICO
Carlos Altamirano plantea que actualmente estamos frente a un cambio civilizacional generado por los últimos desarrollos tecnológicos y las transformaciones más recientes del funcionamiento capitalista. Esto en realidad no da para hablar de un cambio de época, sino más bien de la metamorfosis decadente de un sistema que busca prologarse más allá de su espacio histórico. Carlos Altamirano recoge la ya vieja tesis del determinismo tecnológico, tipo Mac Luham, es decir, la de aquellos que piensan que los cambios tecnológicos pueden alterar esencialmente las relaciones sociales. A lo más creo que estos cambios modifican de algún modo las relaciones sociales, pero no cambian sus aspectos más substanciales.
Podremos hablar con propiedad de un cambio de época cuando las relaciones sociales de producción capitalistas hayan sido sustituidas por otras relaciones sociales distintas, es decir, cuando las relaciones entre empresarios y trabajadores como las que existen hasta hoy precarizadas o no precarizadas no existan. Todavía estas relaciones sociales se manejan en los marcos de la plusvalía absoluta y la plusvalía relativa, lo que implica siempre relaciones de explotación, si hubiera otra forma nueva de explotación o se eliminaran las formas de explotación podríamos hablar de cambio de época. Esto no significa de ninguna manera que no hay cambios y algunos muy importantes y que es necesario estudiarlos investigarlos y comprenderlos, pero no alcanzan a transformar el contenido ni económico, ni social, ni político, ni cultural de esta época.
LA DEMOCRACIA CRISTIANA
Pasando a otra cuestión, impresiona como la visión de Carlos Altamirano de la Democracia Cristiana es absolutamente contradictoria y no en el sentido dialéctico sino más bien el de no entender claramente ese fenómeno político, decir, que la Democracia Cristiana inició el proceso de cambios en Chile y que Allende los continuó es realmente delirante ya que lo que hubo es una operación típicamente gatopardista de realizar algunos cambios modernizantes para que no cambie nada esencial, vale decir, propugnar algunos cambios para detener los cambios verdaderos esa fue el contenido verdadero de la famosa “Revolución en Libertad” propiciada por la Democracia Cristiana.
Altamirano se maneja en la ambigüedad de considerar a la D.C como una fuerza progresista por una parte y como una fuerza reaccionaria por otra, son bastantes confusas sus apreciaciones.
Creo que Altamirano cae en estas contradicciones al no tener una caracterización sólida del Partido Demócrata Cristiano que en rigor es un partido que históricamente nace impulsado desde el Vaticano para luchar contra el comunismo, este partido siempre ha tenido un carácter liberal burgués, y una conducta pro imperialista, esos son sus rasgos esenciales. Desde luego al ser un partido pluriclasista ha manifestado fuertes contradicciones en su seno y han salido sectores de izquierda de ella y algunos también hasta han regresado o pedido regresar a su seno. Entre sus divisiones más importantes estuvieron el MAPU y la Izquierda Cristiana que pasaron a engrosar las filas de la Unidad Popular. Pero incluso permanecieron dentro del Partido Demócrata Cristiano sectores progresistas como Radomiro Tomic y Bernardo Leigthon, pero finalmente los sectores derechistas vinculados con Washington han ejercido una hegemonía y predominio hasta hoy. Su alianza con el socialismo no significó en lo esencial un acercamiento a posturas de izquierda sino más bien fue el Partido Socialista quien renunció a casi todas sus banderas y se acercó notablemente a ellos, para compartir el poder durante muchos años. Hay que recordar que en el período de la Unidad Popular no se logró un acuerdo con la D. C. Básicamente por que esta actúo como defensora de los intereses de las clases dominantes y exigía al gobierno detener el proceso de cambios. Recordemos como defendían empresas para que quedaran en el área privada de la economía.
LA CONDUCCIÓN POLÍTICA
Otro asunto que llama la atención, es el que dice relación de la amistad de Carlos Altamirano con Salvador Allende. Altamirano tenía serias diferencias políticas con Allende respecto de una serie de importantes problemas que se plantearon en el gobierno de la Unidad Popular, pero dada la amistad que tenían y en consideración al amigo, confiesa, que se subordinaba para no convertirse en un obstáculo. ¿Es posible que a ese nivel, ante semejantes responsabilidades hubiera, primado más el amiguismo que los intereses de los pobres y los trabajadores, de los militantes de base de su partido? Eso en vez de dar una imagen humana deja la sensación de precariedad política y ética.
Pero en definitiva lo que queda claro es, que no había una dirección política con la lucidez de entender el momento histórico, la capacidad de conducir, orientar a sus seguidores en un proceso complejo con firmeza y resolución, ni el presidente Allende, ni los dirigentes de los partidos de la Unidad Popular, ni del MIR podían asumir la conducción de un proceso que los sobrepasó totalmente. Las iniciativas de gestación del poder popular que surgieron desde abajo tampoco no fueron apoyadas por esta dirección y en algunos casos hasta combatidas. Todo ese coraje y esa conciencia, esa lucidez de la gente de base, que hizo florecer los cordones industriales, y otras formas del poder popular tampoco alcanzaron para superar esa crisis de dirección.
Se valora el gesto de dignidad de Allende que de alguna manera nos salvó a todos, pero al mismo tiempo revela la contradicción de un proceso que nacionalizó la riquezas básicas tocando los poderosos intereses del imperio, nacionalizó la banca, expropió industrias, profundizó la reforma agraria y otro sinnúmero de transformaciones esperando que todo eso no iba a tener una respuesta armada, insurreccional y terrorista, de parte de la derecha y el imperio como la que realmente ocurrió. ¿Demasiado idealismo o demasiada ingenuidad? ¿O falta de una verdadera dirección revolucionaria? No hay traiciones en este caso hay incapacidades de entender a fondo las leyes de la historia y lo que es un proceso revolucionario.
INCONSISTENCIAS TEÓRICAS
Ubicando algunos problemas más generales podemos señalar que a pesar de que se aprecia en Altamirano a un hombre inteligente, de una amplia cultura, una persona de observaciones agudas sobre algunos temas, sus opiniones adolecen de inconsistencias teóricas profundas, su comprensión limitada del marxismo, se nota un afán irreverente, provocativo, un espíritu innovador y creativo, pero se deja llevar por impresiones, no superando los niveles, de lo que Kosik, llamaba la pseudoconcreción. Esto ocurre cuando aborda el tema de la lucha de clases y cuando habla de las relaciones entre la estructura y la superestructura.
Cuando se leen enunciados como los siguientes en el texto uno se pregunta sobre la consistencia teórica de Carlos Altamirano.
“… pienso que hay otra tesis dogmatizada que ha perdido actualidad: la que dice que la lucha de clases es el motor de la historia. No creo que hoy día tenga plena actualidad esa afirmación. Me parece que más importancia que la lucha de clases tiene hoy el desarrollo científico y tecnológico, que está cambiando todo. Como que la historia que vivimos hoy se deriva, de un modo u otro, de 1o que ese desarrollo produce en la sociedad y en todos nosotros, empezando por la globalización, las comunicaciones, la información, la hegemonía del capital financiero, etc. Estos cambios han hecho desdibujarse, entre otras cosas, a la que antes llamábamos burguesía. ¿Donde está hoy la burguesía? Yo no sé si Bill Gates, por ejemplo, es burgués o no. Veo que no tiene ni facha ni cara ni vestimenta ni ideas de burgués. Junto con la burguesía tradicional, se ha desdibujado también el proletariado industrial. Ni los capitanes de industria ni los obreros de fábricas son los personajes centrales de lo que ocurre hoy en el mundo.”
Salazar, Gabriel, “Conversaciones con Carlos Altamirano. Memorias Críticas. Editorial Debate, Santiago- Chile, 2010. Página 468.
La primera parte de la afirmación cae en lo que hemos llamado determinismo tecnológico, ya no es la lucha de clases la que determina la historia sino la tecnología. El nuevo manifiesto sobre el desarrollo humano debería comenzar ahora así: “La historia de la humanidad es la historia de sus cambios tecnológicos.” Las relaciones sociales no importan. Son un pelo de la cola.
Sabemos que Bill Gates tiene relativamente pocos empleados que dependen directamente de él, porque la mayor parte de las actividades las contrata por servicios, se entiende con empresas intermediarias, o sea ha tercerizado el trabajo, una típica forma de sobreexplotación neoliberal. Esto no cambia su esencia burguesa, por el contrario diríamos que la acentúa.
Las clases son un hecho objetivo que deviene de las estructuras sociales.
¿Qué ha cambiado de las relaciones sociales de producción capitalista? Solo cuestiones de forma en lo esencial la clase capitalista vive de la plusvalía extraída a los trabajadores de la apropiación del trabajo ajeno, quizás la novedad es que en la actualidad se apropian no solo del trabajo que emana de los procesos productivos sino, además se apropian de esa parte de la plusvalía y del salario que va como fondo de reserva y que constituye la seguridad social es el ejemplo que se destaca varias veces en el libro “Conversaciones…”, de cómo en Chile los capitales privados administran para su interés los fondos de pensiones de los trabajadores. Lo que incrementa el beneficio de los capitalistas. Y hace más indignante aún este sistema de explotación.
Además si aceptáramos este postulado de que la tecnología determina el cambio social no habría ninguna posibilidad de liberación ya que el factor tecnología siempre depende del capital o de los Estados que generalmente sirven al capital.
Después Carlos Altamirano se declara incapaz de saber con certeza si Bill Gates es burgués o no, aquí se manifiesta claramente el hecho de absolutizar las apariencias y desligarlas de los contenidos. Si se fija solamente en el discurso, en la ropa, en la cara, y en la facha y omite la cantidad de plusvalía de la cual se apropia; indudablemente el reflejo va a ser muy distorsionado.
Habrá que recordar que una clase social se define por el lugar y la propiedad que se tiene sobre los medios de producción y esto no se altera si el medio de producción es una computadora o una máquina textil. Hay quienes son propietarios de medios de producción y otros que venden su fuerza de trabajo, ¿eso ha cambiado? ¿Han desaparecido las clases? ¿Las últimas huelgas generales en casi toda Europa y sobre todo en Francia si no son manifestaciones de la lucha de clases, manifestaciones de que serían entonces?
Digamos en relación en este punto que no estamos defendiendo dogmas, todas las personas que se inscriben en las corrientes de pensamiento crítico no pueden aferrarse a dogmas de ningún tipo, se trata de establecer sin embargo con rigor en qué medida los conceptos dan cuenta de la realidad, si los conceptos ya no reproducen adecuadamente la realidad, sin duda, hay que cambiar los conceptos, si la realidad cambia y deja a los conceptos obsoletos, hay que cambiar los conceptos, pero si los cambios son formales, cuantitativos, hay que solamente readecuar los conceptos para que puedan servirnos a la comprensión de la realidad, pero si hacemos como hace Carlos Altamirano impresionarnos por un fenómeno tecnológico sin profundizar si realmente está cambiando esencialmente la realidad, eso sin duda nos va a inducir a errores en la comprensión de la realidad y desde luego en la acción sobre ella, es decir en los procesos de transformación de la misma.
El fenómeno tecnológico ha sido previsto además en el marxismo, el capitalismo sobrevive revolucionando constantemente las formas de producción, en el Capital de Marx esto aparece en primer lugar como el constante incremento del capital constante en relación al capital variable, que además es una de las causas estructurales de la crisis. Ahora, las nuevas estrategias de organización del trabajo del capitalismo que generalmente van asociadas a formas de mejorar la productividad para extraer más plusvalía tipo “Calidad Total” no cambian lo esencial, el hecho de que se inmaterialice, se oculte se metamorfosee de diferentes formas, no altera para nada los fundamentos del capitalismo.
Más adelante Carlos Altamirano indica lo siguiente:
“…en el socialismo chileno, no creo mucho ni en las tesis dogmatizadas del
marxismo ni en la vida pragmática del socialismo chileno real… Ni creo
en que la infraestructura determine a la superestructura… Creo más bien
en que es necesario cambiar primero la superestructura de la sociedad, y
después vamos viendo…”
(Salazar, Gabriel, Conversaciones con Carlos Altamirano. Memorias Críticas. Debate. Santiago-Chile. 2010. Página 490.)
De acuerdo con esto debe cambiar primero la cultura, la política, la ideología eso constituye la superestructura, o sea nos volvemos de algún modo filosóficamente idealistas, las ideas determinan la realidad, no es la realidad material la que determina las ideas, planteadas así las cosas como que se suspende el tráfico dialéctico que debe haber entre estos dos polos.
Entiendo de esta manera la famosa premisa materialista “El ser determina la conciencia”, que en primera instancia las ideas surgen determinadas por la realidad que vivimos, pero el pensamiento crítico que emana de la comprensión de esa realidad a su vez puede servir de medio para transformarla, en este último caso las ideas colectivas, la conciencia social se transforma en una fuerza material que a través de la organización y la movilización de las clases sociales produce el cambio social. Si mal no recuerdo hay un verso en uno de los anti poemas de Nicanor Parra que dice que:” la mitad del espíritu es materia”.
Si lo que quiere decir Carlos Altamirano es esto, estamos de acuerdo. Pero si lo que quiere decir es que los cambios en la estructura social, en las relaciones sociales ya no son tan importantes creo que está en un error, porque se busca incidir desde la política en la esfera de la infraestructura para respaldar con praxis concreta los cambios sociales y culturales, las maneras de pensar y de conocer. Nadie puede pensar hoy como feudal porque ya no existe la realidad feudal. Ese es el drama caballeresco de Don Quijote de la Mancha, cuando el sale a sus andanzas ya el espíritu caballeresco estaba desapareciendo por que la sociedad estaba en transición hacia lo mercantil. ¿Tendrá que ver con esto muchos de los errores idealistas de Allende al pensar que el ejército se iba a comportar constitucionalistamente defendiendo el ideal democrático cuando se estaba alterando la matriz estatal de un Estado hecho para defender las clases dominantes?
Aquí hay en realidad una gran paradoja en el tiempo de la Unidad Popular, cuando había que poner énfasis en la lucha por el poder, es decir, en la lucha política, el Partido Comunista planteó que lo principal era la batalla de la producción, era una especie de consideración materialista mecanicista, primero había que derrotar económicamente a la burguesía eso a la larga iba a resolver el problema político Otros sectores de izquierda insistían en que había que resolver el problema del poder, para poder consolidar las transformaciones económicas, pero de conjunto nadie planteó seriamente realizar una Asamblea Constituyente para crear otras instancias jurídico políticas que dieran un amplio margen de legitimidad al gobierno. Aunque en el programa de la unidad popular estaba planteado hacer una asamblea popular, pero el camino para eso era una Constituyente y nadie puso en el orden del día esa batalla que era la que había que dar. No hubo en definitiva una dirección política que guiara con firmeza hacia ese objetivo. Hugo Chávez ha podido sostener el proceso de cambios venezolano e incluso haber resistido un golpe gracias a esa legitimidad dada en la instancia política con el cambio constitucional, porque es la forma democrática de resolver problemas como esos.
Lo mismo podríamos decir del Proceso de Evo Morales en Bolivia, en Ecuador creo que es un proceso un tanto distinto aunque también los leves cambios que ha realizado la “Revolución Ciudadana” han estado legitimados en una nueva realidad constitucional. Esta cuestión no se vio en el proceso Chileno. Seguimos el año 1973 amarrados al mito de la constitución democrática de 1925. Recordemos que los Bolcheviques luchaban también por una Asamblea Constituyente porque era la forma democrática, cuando la lucha de las masas superaron en el proceso a la democracia burguesa representativa y se inclinaron por una democracia directa más avanzada el sistema de los soviets, los bolcheviques disolvieron la Asamblea Constituyente.
La degeneración burocrática posterior es otra historia.
Ahora, esta cuestión nos demuestra la conexión que existe entre lo que parece que son problemas filosóficos abstractos y las realidades concretas que se expresan en la lucha de clases.
DETERMINACIONES SOCIALES
Entre las determinaciones sociales que expresa el pensamiento de Carlos Altamirano, veo dos, la primera es que sus análisis no superan el horizonte cultural de la clase media chilena de la cual el pinta algunos rasgos muy certeros, que son las características de los profesionales, artistas, intelectuales, profesores, empleados públicos, funcionarios de todo tipo. La otra tiene que ver con el tipo de relaciones políticas que él sostuvo sobre todo en el exilio, donde se relacionó con los burócratas gobernantes en los países del socialismo real o con los líderes socialdemócratas o eurocomunistas de Europa occidental, que se estaban rindiendo al neoliberalismo como Mitterrand, Felipe González y Rodríguez Zapatero, es decir estuvo relacionado con las cúpulas, esto junto con influir en su pensamiento al parecer también fue una barrera para conectarse con los movimientos sociales emergentes u organizaciones de izquierda más radicales y a través de ellos con un pensamiento crítico más rico como el de un Noam Chomsky, o un Petras, o de un marxismo abierto como el de un Ernest Mandel, Daniel Bensaid, Michael Lowy. Tanto es así que ignoró en toda su conversación con Gabriel Salazar la existencia del Foro Social Mundial única expresión global de los movimientos sociales y la izquierda contestaria. Pueden decir que es una respuesta débil, pero es lo que existe como oposición al capitalismo mundial.
LA PROPUESTA
Finalmente la propuesta de 12 puntos que hace Carlos Altamirano es bastante interesante como referente en la tarea por rearticular al movimiento social y a la izquierda chilena, también se notan visos en el pensamiento de Carlos Altamirano de entender los procesos en una escala mayor, la escala de la globalización, el problema ecológico, por ejemplo, obliga a ello, pero en definitiva la liberación es un asunto del conjunto de la humanidad quien no lo piense, ni sienta así indudablemente estará limitado.
Esperemos que el patético final de la novela de García Márquez que dice: “…las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”. No sea cierto para las estirpes que luchan por el socialismo como democracia.
Bibliografía.
Salazar, Gabriel, “Conversaciones con Carlos Altamirano”. Memorias Críticas. Debate. Santiago- Chile. 2010.