12 de enero 2016
A Adriana Victoria
“La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe”. Sigmund Freud
La academia, al perder autonomía, ya no escapa a las racionalidades de la conducción estatal porque la gobernabilidad asume la conducta directriz como virtud. En la universidad, el proyecto formativo no será más la auto génesis de libre creación o critica, la razón cede a la fuerza y será exógena, en tanto que en la academia de arte los candidatos son una pre-tensión de control ideológico – político, sujetos a una ética especial que se escapa de lo sensorial a la razón calificada, contexto de una moral que busca adherencias. Toda una disciplina, una ataraxia del saber al encuentro del sentido del arte. Se evitará, claro está, las perturbaciones de ácratas cuestionadores.
Un binomio represivo se configura: “la ciencia calificada” y “la ciencia de lo bello”, que condicionadas entran a la palestra positivista de instrumentalización, con limitaciones y licencias. Los políticos dominantes arrogantes, fatuos e iletrados aspiran a transformar la estética libre en currículo asfixiante, creando resistencia en los militantes académicos alternativo-alterativos, que entendieron la aisthetikos, como traducción de lo “sensible”, resistencia a la “racionalidad” imperante y sus mezclas: de ciencia, moral, arte y política como verdad única – oficial. El positivismo expresado en sílabos enormes e insensatos se prepara para que la ciencia y el arte obedezcan. Imperdonable en el caso del campo estético, porque el arte reprimido por el estado siempre terminó asfixiándose, y porque además es tiempo de recordar que la ciencia debe aprender del arte, sobre todo en sus afanes de libertad creativa, e invención límpida y critica.
Hoy a los aspirantes se les pone uniforme, sean docentes o discentes. Los docentes metropolitanamente formados o conformados, y los alumnos, asiduos consumidores de pseudo cultura colonial, sin derecho a la insumisión. Se pretende que todos se allanen a una sensibilidad pasiva, cual fruto de impresiones de una industria cultural que será política de estado. Así, se entiende la naturaleza de las pruebas de admisión y grado. ¿No serán en el fondo nuevos filtros elitistas los que imperan?
Considerando a priori la experiencia sensible como fundamento para interpretar o trasformar la realidad, el artista en curso debería tener otros parámetros para ser incluido. (También el docente formador) y en los resultados esperados, considerar que no es obligación para el arte asumir nexos con el entorno o la ciencia presumida. En la experiencia histórica cuando los artistas son sometidos, la libertad ya es una libertad condicional y la creación pierde quilates.
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Si el dolor y el placer son binomio existencial de los poderes para sembrar escarnio, la academia positivista también las integra para ordenar conciencias y contextos, no quedándose atrás el mundo clínico con sus ensayos contra la locura. Pero el dolor y el placer son la esencia y fuente humanizada para creadores sensibles. La sensibilidad estética, académica o no, que muchas veces trasciende lo bello y se dirige de la estética a la ética vital, demanda unidad ético-estética, anuncio libertario para ver todos los cosmos con la soltura libre y no necesariamente como síntesis de razón alguna.
Los seres humanos sensibles, ya son semilla de artistas y de revolucionarios, pero si alcanzan la estatura de lo uno o lo otro, deberán interpretar de modo diferente la realidad, su percepción de esencia individualista será a la par fraterna y solidaria, tanto como contraria a la ideología oficial, que todo lo pervierte, haciendo de lo ético-estético, acepción establecida, pre establecida de aplauso y conformismo
La apariencia estética constituye otro capítulo a debate, alguien pretende darle formato y esa es una academia que emerge con la intención vertical de ser “útil” para el diseño funcional de sociedad pretendida. Terrible objetivo, cuando el Juicio estético, nace contrarrestando la proliferación de perspectivas subjetivas. A favor de la libre diversidad surge la protesta si se pretende que lo diverso debe fundirse en la unidad totalitaria, o que el paradigma de artista será síntesis mimética de subordinación.
Porque, en sometimiento no hay creación sino ruinas, desplazamiento y en dominación, otro circo funcional manipulará la sensibilidad del espectador, donde el consumo y los consumidores, crearan un mercado oficial de arte sin perceptores
Administradores que pretendan formar ¿formatear? A maestros y apóstoles, confundiendo las formas ideológicas con las dimensiones de la estética, lograrán apenas formas simbólicas opacas que no serán suficientes para gobernar la subjetividad, porque la esfera estética, interrogará a los inquisidores ordinarios en el juicio final que llegará
Discípulos, candidatos a docentes, omitir las disidencias es rendición
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