El Comercio <www.elcomercio.com>
17 junio 2013
A pesar de las declaraciones de la Defensa de que Colombia no quiere ni puede entrar en la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), ya quedarán las declaraciones anteriores del presidente Santos clarísimas sobre un acuerdo de cooperación con la OTAN, con miras a ser miembro pleno. La OTAN salvó las cosas para Colombia, ante la reacción de Bolivia y Venezuela, al declarar que no podía ser miembro por no estar en el Atlántico. La geografía sirvió de salida elegante al embrollo. Se requiere al menos mejor situar a Colombia en sus diseños de geopolítica, sus impactos en la región y en el proceso de integración sudamericana.
El Plan Colombia y la idea de siete bases militares de EE.UU. en Colombia que terminó en algo de menor magnitud, ya fue una clara alianza militar con EE.UU. que incomodó no sólo a los vecinos. La lucha contra el narcotráfico era insuficiente justificación.
La secretaria adjunta para América Latina de EE.UU., Roberta Jacobson, ha dado algo más de luces a lo que Colombia busca: “Nuestro objetivo es ciertamente apoyar a Colombia como miembro capaz y fuerte de muchas organizaciones multilaterales, y eso puede incluir la OTAN”. Esta alianza de Colombia con EE.UU. que la promocionará internacionalmente y que, de algún modo, le haría su aliada en la OTAN, requiere precisiones y transparencia.
No es fácil de asumir ni de concebir un nexo de esa naturaleza cuando se está promoviendo Unasur que precisamente empezó poniendo sobre la mesa la situación militar. Colombia juega a una dinámica de integración al norte, cuando la OTAN vive una redefinición, mientras los otros países de la región con la hegemónica acción del Brasil buscan consolidar nexos sur-sur y modificar la hegemonía del norte, así tallarse un mejor espacio en la comunidad internacional. Dos caminos diferentes. ¿Qué pueden implicar estas opciones para la definición de relaciones internacionales de Unasur, aún más para concebir su geopolítica? Es un debate indispensable.
Colombia parece tallarse un espacio al norte como aliado militar con consecuencias para la región. Y ya piensa en grande con lo que implica tener ahora el mayor Ejército de la región, uno fogueado en la guerra cuando antes era un Ejército poco profesional. ¿Qué hará ese Ejército luego de la firma de la paz? Santos dice que podría jugar un rol internacional: “Ya lo estamos haciendo en muchos frentes… Colombia tiene derecho y puede pensar en grande. Porque… estamos dejando el miedo a un lado y llenándonos de razones para ser los mejores, ya no de la región sino del mundo entero. Tenemos con qué. Lo hemos demostrado”.
Eso dice mucho y a la vez poco; requerimos saber más y analizar fríamente sin polarizar a priori con Colombia; pues bien podría jugar tantos roles militares más bien en el marco del sur. Ecuador no puede ignorar esto, no tiene cualquier vecino.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/jorge_g-_leon_trujillo/Colombia-fin-guerra-OTAN_0_939506106.html.
Por verse el desenlace pero los señores de las armas -estadounidenses, rusos, chinos, etc.-, no se andan por las ramas, van a querer vender sus armas, a los del sur, asunto de ponerse de acuerdo, crear el conflicto y listo, la sangre y el sufrimiento extremo en los pueblos esta garantizado y todo en un ambiente de ignorancia y miseria.
Por desgracia, los únicos que no participan de esas negociaciones e intereses, los pueblos, están segregados de éstas decisiones, por lo que ha sucedido y sucede que de pronto, se ven en medio de fuego cruzado y atroces escaladas de violencia, mientras los señores de las armas, vía satélite, con champan, en sus palacios estarán viendo el fratricidio en tiempo real.
Por esto y por mucho más, los pueblos tenemos el deber y la obligación de velar por nuestros intereses y tomar un rol más protagónico en la toma de decisiones importantes para el desarrollo social, acción que tendría los desenlaces esperados, de justicia, talento, bienestar social, etc.