16 de octubre 2016
“Cuando el poder del amor sea más grande que el amor al poder, el mundo conocerá la paz”. Jimi Hendrix.
“Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero”. Nelson Mandela
El desarrollo político de la humanidad y su historia, es un eterno debate sobre la razón y la justicia. Desde que nacen las patrias, se consolida la idea de elección divina de sus gobernantes y la egida del espíritu santo en sus acciones. Los gobiernos actúan creyendo o asimilando razones de justicia y haciendo la guerra, ofrecen a sus pueblos, garantía de paz perpetua, claro luego de que el triunfo aplaste a sus enemigos
La paz siempre se verá vencida con el anuncio de nuevos conflictos, otras razones o medios legales en artificios hemofílicos, volverán a repetirse. Pero la paz será una excepción de conductas superiores, de seres mejores, en la coexistencia humana, que se sustentan y sustentan una política de no violencia. Suecia y Noruega no sucumbieron a la vorágine de las dos guerras mundiales, los pueblos indígenas andinos no se enfrentan entre sí, y los pueblos orientales China, India y Vietnam ejemplos que canjearon las armas por la paz y las mercancías. La paz es posible.
La paz es un adiós a las armas, de hecho, armisticio significa exterminio de armas, su anhelo dignifica a quienes lo intentan porque asumen libertad moral contra creencias establecidas y contra el binomio racional – irracional – que explica y debate quién tiene la verdad. Quienes negocian la paz de buena fe asumen la conciencia abstracta opuesta a las concreciones materiales de jugosas ganancias. Los negociadores de la paz, pueden estar sometidos al escarnio de los que propician la guerra: traficantes de armas, traficantes de drogas, traficantes de personas.
El escudo de todo guerrerista es: paz con dignidad, paz sin impunidad, paz con consensos… ¡basura medieval.¡ La paz es paz, es cese al fuego, es apertura de diálogos continuos, es cultura de resolución de conflictos, es perdón y mucha veces es olvido. Si se genera una paz en la matemática de los muertos y las crueldades mutuas, nunca habrá paz, si se tiene que consultar su posibilidad, nunca habrá paz porque precisamente los que se oponen, son los que mandan a matar bien atrincherados en su comodidad de contables negociadores de la muerte o de la indiferencia.
La justicia o injusticia de la guerra y de sus principales causas, nunca será garantía suficiente para producir la paz entre las naciones. Y lo dice Kant “La voluntad humana racional es tan admirable en sí como impotente en la práctica”,
En Colombia no ganó el sí y merodean las explicaciones, y tras él no se multiplican las justificaciones. Las ideas de venganza se cobijan en el no a la impunidad a sabiendas de su impracticabilidad, porque casi todo fue impune e inútil. Siendo la más terrible crueldad, el acontecimiento de los falsos positivos cuando el ejército masacraba a los campesinos y los disfrazaba de guerrilleros y, porque no decirlo, también las atrocidades de las FARC que son las atrocidades de toda guerra.
Otros piensan que se va a pagar y costará mucho su precio, sin recabar en el alto costo de la guerra que es a no dudarlo cien veces más alto que el costo de la paz. La paz impone comprensiones, compensaciones, sacrificios y decencia de las partes. La paz pactada no es rendición, además, hasta en la rendición hay generosidad, pues los que se rinden tienen derechos reconocidos. Pero si la paz es resultado de un acuerdo, impera la necesidad del perdón y la mala memoria frente a los ingratos momentos, como impone su destino, porque el mejor perdón está en la enmienda
La historia nos enseña que el perdón es un argumento sólido, los guerrilleros de Irlanda del Norte, llamados terroristas feroces, hoy intercambian razones y descubren la vida más vivible en convivencia, al punto que ya no constan en la nómina de organizaciones terroristas del imperio. El Gran Pepe Mujica, el gran Mandela, Sánchez Ceren, guerrilleros calificados de criminalesen su momento, demostraron y demuestran lo extraordinarios que han sido como gobernantes de paz. Particularmente ejemplificador es el caso de Mandela que concedió el perdón a sus verdugos sin que se lo pidieran y abrazo a De Klare su oponente racista que cedió a la historia
Piensa los guerristas y los pesimistas que la paz puede ser un ideal razonable, pero que no hay posibilidad de erradicar la guerra. En el caso de Colombia no se trata de erradicarla siquiera,se trata de una gran tregua para que el país pase de la hemorragia a la anemia.
Los gobiernos deben asumir como deber inmediato inaugurar la paz, los beligerantes reconstruir caminos y los pueblos considerarlo un derecho a proteger. Colombia merece otra suerte.