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CONSULTA Y POST-CONSULTA: EL TRIUNFO DEL SÍ NO ES PATRIMONIO DE LENÍN MORENO. Por Alfredo Espinosa*

14 de febrero 2018

La denominada “tercera vuelta”, y el triunfo del SÍ en el Referéndum y Consulta Popular del pasado 4 de febrero arrojó aparentes resultados favorables para el ex aliado de Rafael Correa y actual mandatario Lenín Moreno. Aparentes porque la “victoria del Presidente” habría sido total si, más allá de sus antojadizas interpretaciones, la expresión de los ciudadanos en las urnas fuera endosable a su legitimidad. Una legitimidad cuestionada no solo por los polémicos resultados de la segunda vuelta electoral de 2017, sino por el uso de la institucionalidad del Estado para inclinar la balanza en favor de su campaña.

Pero esto no ocurrió, y las razones son varias:

Primero. Los electores no votaron exclusivamente por la gestión de Moreno, porque en estos 8 meses su prioridad fue legitimarse al interior de su movimiento político, situación que trasladó un problema doméstico (la pugna de poderes en Alianza País) a las esferas mediáticas de diálogo y debate nacional. Esto, en cierta medida, hizo que buena parte de su tiempo estaba dedicado a estabilizarse en el poder antes que a gobernar.

El intento por estabilizarse estuvo marcado por la búsqueda de acuerdos con los ex aliados correístas. Las organizaciones sociales y de trabajadores pro-gubernamentales, como la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, operadores clientelares del correísmo, y masas de maniobra de este, que al momento de conocer los resultados del proceso electoral, pasearon sus banderas por la ciudadela Tarazana de Guayaquil, tal como lo hicieron en la década pasada cuando nunca objetaron el quehacer político de Correa.

Desde esta perspectiva, para Moreno el camino hacia la estabilidad política se conseguía no únicamente tendiendo puentes de diálogo (frontal o subrepticio) con los adversarios del correísmo, sino cooptando a su clientela. Sin estos actores, el presidente no habría tenido una base de respaldo adicional a las personas con discapacidad y sus familias, que vale mencionar, fueron convertidos en clientelas políticas a raíz del terremoto de Esmeraldas y Manabí con la entrega de viviendas del proyecto “Juntos Por Ti”, o de bonos y ayudas técnicas con la Misión “Las Manuelas”.

Segundo. Los ciudadanos votaron en contra de Rafael Correa y su equipo cercano de trabajo antes que a favor del Moreno por sus cuestionamientos a su antecesor, ya que  estos representaban principalmente un intento desesperado por desmarcarse de la agonizante línea dura del correísmo que lo llevó a Carondelet. Recordemos que Moreno guardó silencio frente a los atropellos cometidos por el gobierno de Correa y sus funcionarios mientras estuvo un año como Enviado Especial de Naciones Unidas para la Accesibilidad y Discapacidad, en Ginebra. Es más, los funcionarios correístas no supieron justificar quién pagaba la manutención del entonces ex vicepresidente en uno de los países más caros del mundo.

Tercero. Si bien funcionarios del gobierno como la vicepresidenta María Alejandra Vicuña se arrogaron la iniciativa de la Consulta para que los ciudadanos se expresen en las urnas, esta nunca fue patrimonio exclusivo del gobierno de Lenín Moreno. No solo porque organizaciones de distintas tendencias políticas e ideológicas la propusieron durante el último mandato de Correa, sino porque en la práctica esas mismas organizaciones (partidos y movimientos políticos) realizaron su campaña en favor del SÍ, incluso con mayor impacto que la del movimiento oficialista.

A diferencia de las campañas correístas, en este Referéndum y Consulta Popular no vimos un presidente tan activo en la campaña, tampoco a la mayoría de su equipo de ministros o asambleístas recorriendo todo el Ecuador. Quizás la falta de presencia se debía al corto tiempo concedido para el proceso electoral o por la condición de discapacidad del gobernante.

En todo caso, se puede afirmar que la presencia de Moreno fue esporádica, al igual que la de sus funcionarios. Esto provocó que el movimiento Alianza País no marcara  diferencias respecto a las demás tiendas políticas que hicieron campaña por el SÍ y, en consecuencia, que más de una agrupación política se siente ganadora con el triunfo.

Si Moreno es consciente de esta realidad, entenderá que su gobernabilidad depende de su capacidad de “diálogo” y negociación con los demás partidos y movimientos opositores al correísmo. Para lo cual tendrá que hacer necesarias concesiones en su gabinete a fin de evitar críticas a su gobierno – entre otras razones – por causa de los funcionarios reciclados del correísmo.

De no ser así, el escenario político marcaría el fin del acuerdo coyuntural (tácito) entre Moreno y la oposición, con un alto riesgo de que estos últimos fortalezcan sus críticas a un gobierno débil.

¿Por qué ganó el SI?

Si los ciudadanos no votaron a favor de Moreno en la Consulta Popular ¿por qué votaron por el SÍ?  Porque quisieron manifestar su rechazo al enraizamiento de un Estado autoritario, personificado en la figura de Rafael Correa y a la concentración de poder en manos de este.

En términos generales, el triunfo contundente del SÍ es la máxima expresión democrática (no violenta) de repudio ciudadano al quehacer político de Correa y sus funcionarios, así como a la corrupción de su gobierno. Es a través de este mecanismo que los ciudadanos dejan de ser un ente abstracto del que solo se tenía referencia en las páginas de los intelectuales orgánicos del correísmo, para convertirse en artífices de cambio al recuperar la voz y el poder de decisión que Correa – en su determinado momento – les expropió.

Esto no quiere decir que se haya enterrado la institucionalidad del correato, porque la democracia y la participación ciudadana no se restituirán únicamente con la aprobación de la Consulta Popular. Para conseguir este objetivo, es necesario contar con la voluntad política del presidente quien, hasta la fecha, continúa gobernando con los mismos representantes de la partidocracia correísta: María Fernanda Espinosa, María Alejandra Vicuña, Rosana Alvarado, Johanna Pesantez, Miguel Carvajal; aun cuando sea con otro estilo, el del llamado “diálogo”; donde hay reuniones con distintos sectores pero hasta la fecha no hay cambios de fondo.

Es por esto que luego de los resultados del Referéndum y Consulta Popular cabe preguntarse: ¿Con quién gobernará Moreno durante lo que queda de su mandato? ¿Continuarán los antiguos defensores del correato ahora amigos entrañables de Moreno al frente del Estado? ¿Seguirá gobernando para los antiguos operadores clientelares del correísmo? Es clave tener respuestas a estas inquietudes, porque de no haber cambios en los distintos frentes del equipo de gobierno, el mandato de los ciudadanos expresado en las urnas pasará de ser un hecho histórico a una simple anécdota electoral.

La necesidad de gobernar

La forzada vacancia gubernamental ocasionada por esta transición sui géneris de 8 meses se acabó una vez que los resultados del Referéndum y Consulta Popular de febrero se oficializaron por el organismo competente. Por ello, hay que ser tajantes y claros con el presidente.

Los ciudadanos no le entregaron un cheque en blanco. Están a la espera de las siete ternas que integrarán el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, CPCCS, y de las funciones que desempeñen, entre ellas las evaluaciones a los responsables de las entidades de control.

Por otra parte, mucho se dijo en la campaña del Referéndum y Consulta Popular sobre mejorar la calidad de vida de la gente, la producción y el empleo; esta es la puerta de entrada para exigir al mandatario claridad en cuanto al manejo económico del país, pues la política asistencialista y clientelar de bonos no marca un cambio de rumbo con la praxis de su antecesor. Moreno debe mostrar que, a diferencia de Correa, no cree en esa tibieza redistributiva que representa el Socialismo del Siglo XXI, y que la única diferencia entre él y su predecesor no sea el estilo con el que se gobierna.

Es esencial que el mandatario explique las estrategias para que el crecimiento de la economía y para mejorar la redistribución no solo del ingreso sin de la riqueza. Deberá responder no con chistes, sino con acciones eficaces porque los ciudadanos ya no quieren más incertidumbres, sino certezas.

Docente, Comunicador Social, Maestrante de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Andina Simón Bolívar. Analista en temas de política y comunicación.

Foto: NY Times

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