Primera premisa
Quienes estudian marketing o publicidad saben que la propaganda tiene un límite, un punto de inflexión y que cuando se sobrepasa ese punto se produce el efecto contrario; es decir, el rechazo al producto publicitado.
Sobrepasar el “punto de saturación” como se conoce a este límite, puede generar una sospecha sobre la publicidad, pues a lo mejor se trata de una publicidad engañosa. Esta es la razón del por qué las campañas de las grandes marcas no son seguidas, sino que se programa su intensidad para periodos específicos y luego se dan largos tiempos de silencio.
En nuestro medio, al igual que la publicidad, el bombardeo que hace el gobierno a través de los medios de comunicación con noticias sobre actos de corrupción ha llegado al límite de saturación y está dejando de producir el efecto deseado; al contrario, las voces que cuestionan la denominada lucha contra la corrupción se hacen cada vez más fuertes y ya son grandes grupos sociales que piensan que esta supuesta lucha solo es una cortina de humo para ocultar la política real del gobierno; más aún cuando no se tiene resultados concretos y se empantana en una serie de acuerdos, colaboraciones y fugas de ex funcionarios.
Segunda premisa
La historiadora peruana María Rostworowski, en su polémica obra “Historia del Tahuantinsuyo” (2016), que llegó a ser el libro de ciencias sociales más vendido en el Perú, afirma que el Tahuantinsuyo no existió como imperio, pues su consolidación fue frustrada por la invasión española. Los estudios de Rostworowski constituyen un golpe especialmente a la identidad militar peruana al poner en duda todos los relatos históricos que habíamos escuchado sobre el imperio inca, sustentados principalmente en las crónicas de Garcilaso de la Vega.
Esta historiadora, muy bien sustentada en documentos que se alejan de la historia oficial de Garcilaso, en especial en las crónicas de Juan de Betanzos, afirma que el imperio del Tahuantinsuyo es una construcción imaginaria sustentada en la añoranza de los indígenas oprimidos por los españoles a los que habían apoyado para vencer a los incas con la esperanza de independizarse de ellos. La brutalidad de la opresión española provocó un imaginario de un imperio justo, grande y consolidado.
Tercera premisa
Mauricio Macri acaba de perder las elecciones primarias en Argentina y ha retornado triunfadora Cristina y compañía, a pesar de las denuncias de corrupción.
La clase media argentina, y más aún las clases populares, miraron atónitas como su calidad de vida se reducía drásticamente bajo la administración de Macri. Muchas familias terminaron en la calle mientras el gobierno hacía gala de los logros en la macroeconomía y la satisfacción de los organismos multilaterales, en especial del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los medios de comunicación nacionales y extranjeros han cuestionado la decisión del electorado argentino, en tanto que Macri decretó algunas acciones que se asemejan a la política del gobierno anterior, como la reducción impuestos a la clase media, la vuelta a la política de subsidios que tanto criticó; finalmente apeló a la devaluación del dólar para provocar un “terremoto económico” endosado la tragedia al triunfo del “populismo kirchnerista” con Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
“Cualquier tiempo pasado fue mejor” dice el coplista castellano Jorge Manrique (1.440 – 1.479) en la única copla que lo inmortalizó; ahora Argentina ha confirmado esta permanente sensación incrustada en el imaginario social.
Epílogo
Rafael Correa se ha llevado millones, pero yo tenía empleo. Jorge Glas se ha llevado otros tantos millones, pero no nos vendieron al FMI. Alianza País (AP) extorsionó a las empresas para lograr fondos para su campaña, pero no cedieron territorio nacional para operaciones militares extranjeras. Ramiro González desfalcó al IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad y Social), pero no había abuelos en huelga de hambre. Fernando Alvarado se hizo rico con la publicidad, pero no intentó vender CNT (Corporación Nacional de Telecomunicaciones). El cinismo de la ministra de gobierno, María Paula Romo, en nada se diferencia del que tenía el ex ministro José Serrano a la hora de defender las malas acciones policiales.
Así, el mal gobierno de Lenín Moreno se ha convertido en el mejor dispositivo para activar la nostalgia de un régimen corrupto al cual, poco a poco, se lo mira bueno; con ello se está convirtiendo en el mejor publicista de Correa para lograr su retorno a la Presidencia o de algún emisario suyo.
* (Tabacundo – Ecuador, 1961). Poeta, periodista y activista de derechos humanos y desmilitarización. Actualmente es coordinador ejecutivo de Inredh y corresponsal de varias revistas internacionales especializada en derechos y geopolítica.