La Colonia en Ecuador constituye la premisa histórica para la conformación de su cultura nacional. Los españoles trasladaron al país sus códigos culturales, que aquí adquirieron rasgos diferenciadores a causa de las nuevas condiciones sociales y naturales. Como resultado del carácter dominante de la Iglesia católica, la religión abarcó casi todos los procesos y expresiones: templos y conventos marcaron la traza de las ciudades, la arquitectura civil adoptó modelos conventuales, la pintura y la imaginería fueron íconos de personajes divinos o relacionados con el culto.
Solo con el Liberalismo comienzan a gestarse un nuevo código. La vinculación del país al desarrollo mundial marca las condiciones del tránsito de una época a otra. Las nuevas ideas van surgiendo como contraposición a la ideología clerical. En la disputa liberal-conservadora se va delineando la transformación cultural de mayor importancia nacional hasta nuestros días. Los cambios se manifestaron sobre todo en la esfera estatal-jurídica, pero no son exclusivas de esta.
A la educación clerical se opuso la laica y gratuita; al dogma religioso, el conocimiento científico; a las normas sociales, la influencia de la cultura universal; al regionalismo, un proyecto de unidad nacional; al romanticismo literario decadente, el realismo crítico y, luego, el realismo social; a la pintura religiosa, el paisaje, el retrato y el costumbrismo. Florecieron los parques en las ciudades y una nueva arquitectura, la neoclásica, desplazó a la barroca. A la institución inmutable del matrimonio se opuso el divorcio; al discrimen a los hijos ilegítimos, la igualdad jurídica para todos; al concertaje, su abolición; a la explotación laboral, la reglamentación del trabajo.
La transformación liberal ha perdurado en muchos aspectos hasta ahora. Sin embargo, el Liberalismo no escapó a sus propias limitaciones, lo que mermó el desarrollo de las propuestas democráticas.
Con el tiempo, se impuso la cultura de masas, y luego la tecnología de países avanzados. Las sombras de la iglesia sobre la cultura han sido remplazadas por los resplandores del Mercado. La globalización cultural, en convivencia con el neocolonialismo, lo conquista todo, comenzando por las minorías privilegiadas, aunque surjan intelectuales críticos, en pugna con el sistema, que reflejan la verdadera realidad del país.
La cultura popular tiende a retener el código religioso expresados en peregrinaciones y procesiones multitudinarias, en ferias artesanales de calles y plazas, sin descartar que a veces asuma códigos propios de las culturas indígenas.
La cultura de la nación ecuatoriana es peculiar y contradictoria en cada una de sus épocas, lo que no desvirtúa su carácter de estructura y patrimonio de varias generaciones, y que haya servido para cohesionar, hasta cierto punto, a una sociedad también peculiar y contradictoria.
“La globalización cultural, en connivencia con el neocolonialismo, lo conquista todo, comenzando por las minorías privilegiadas, aunque surjan intelectuales críticos, en pugna con el sistema, que reflejan la verdadera realidad del país”.
*Ileana Almeida es filóloga. Profesora universitaria, investigadora, periodista. Nacida en Ambato, Ecuador. Es autora de varios libros, ensayos y artículos de su especialización. Algunos de sus trabajos han sido publicados en México, Perú, Estonia, España, Alemania.
Almeida Ileana: Cultura nacional. Cultura nacional popular. Culturas nacionales oprimidas. Revista Cultura del Banco Central, Quito, 1984.