Respuesta a Roberto Aguilar que no fue publicada en 4Pelagatos
16 de febrero 2016
El borrego confeso de Hugo Idrovo decidió ponerse el corral él mismo, y como consecuencia recibió muchas trasquilaciones, como era obvio de que suceda después de su gran humildad en reconocerlo. Dijo que lo hacía con el propósito de valorar o de repontenciar la palabra “borrego” misma que le da la oposición, pero al final lo único que consiguió fue confirmar que es una “persona que se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena”, como la RAE define la palabra.
Sin embargo, y antes de continuar, presento mi rechazo a utilizar a los animales (y a la naturaleza en general) en un sentido antropocéntrico, manoseando su figura o característica para presentarlos en una condición despectiva en relación a ciertas actitudes humanas. Lo cual es parte del utilitarismo y de la cosificación de la naturaleza por una mentalidad civilizatoria contra natura que se cree superior a los animales y demás seres no-humanos. Lo único que refleja esta actitud es la concepción instrumentalista de una personalidad deshumanizada, es decir, desnaturalizada.
Volviendo a Idrovo y otros personajes, me he estado preguntando si el poder cambia a las personas o solo deja ver con más elocuencia lo que realmente son. A Hugo lo conocí en la ex Radio la Luna cuando tenía ahí un programa, y donde me entrevistó dos veces, ambas a solicitud mía con el propósito de promocionar mis libros. Inmediatamente tuve una respuesta afirmativa y me recibió cordialmente, a diferencia de otros que se hacían rogar como Rafael Barriga en la misma radio, que se dio algunas vueltas haciéndome esperar y al final me cansé y no le volví a solicitar la entrevista. Nunca se me ocurrió pedirle a Paco Velasco, alguien que siempre me pareció muy egolátrico. Y así podría contar otras historias con algunos periodistas que tienen un cierto poder atrás de un micrófono o una pantalla o un papel y que se creen la “mamá de Tarzán”. Todo lo contrario de Idrovo. Me dejó la impresión de ser un tipo tranquilo, sencillo, alegre y respetuoso.
Así le sentía y había escuchado de él, hasta estos episodios “borreguiles” que han destapado los unos y los otros. Ahora tengo la impresión de ver en Idrobo a otra persona, desde su postura en reconocerse borrego hasta las respuestas en que pone de relieve su 1.80 cm de estatura y su 75kg, en referencia a que supuestamente nadie se atreve a decirle personalmente porque le tienen miedo a su imponencia física. Típica actitud del machazo que cree que todo se puede resolver a patadas. Aquí me pregunto: Idrovo siempre fue así o es algo que aprendió de la “personalidad fuerte” de Correa? Acaso el poder se le subió a la cabeza o es que ahora que tiene un poder dejó ver quién hay en el fondo?
Otra cosa que me inquieta, es cómo algunos individuos pueden adquirir fácilmente las poses de personajes a quienes dicen admirar o que los tienen como superiores. Lo he visto en algunos ámbitos, en la que dichos devotos adquieren la personalidad, formas, manías, estilos, lenguajes propios, de esos individuos que idealizan. En relación a Correa, hay algunos en Alianza País que son sus remedos, empezando por Jorge Glass quien hasta repite sus modismos, además de ser la copia fiel del pensamiento correista. No por algo es su vicepresidente y ahora quiere que sea el futuro presidente para seguir mangoneando a través de él.
Otro ejemplo en la misma onda es el actual caso del Issfa y el “corcho” Cordero, éste último dice que las fuerzas armadas son obedientes, y crítica a “tres chiflados” coroneles de no actuar así. Si bien es cierto que no son deliberantes, no significa que puedan faltarles al respecto y peor que a pretexto de esto hagan cualquier cosa con ellos, como maltratarlos en su condición humana. El ministro Cordero (que por cierto su apellido significa “borrego de dos meses”) en su época de alcalde de Cuenca y en la propia asamblea correista que dirigió, no actuaba así pero seguramente su jefe le habrá recomendado que como Ministro de Defensa tiene que entrar “pateando al perro” para que le respeten los militares, como efectivamente viene actuando de esa manera desde que está en ese puesto. ¿Otro que ha aprendido del correato?
Y así podríamos hablar mucho más de aquellos personajes que se toman el poder, y quizás llegaríamos a la conclusión de que unos nacen con el poder subido (el ego), y de otros a los que el poder los hace a según como los necesita. Aquí también se podría decir: Dale poder a alguien y te diré quién es.
Pero vamos al asunto de fondo, que es lo que más me interesa y que tiene que ver con el debate que ha propuesto Roberto “Bareta Loca”[1] Aguilar en la carta[2] a Hugo Idrovo: “Se trata de abrir el espacio, ojalá, para un debate de interés público que el Ecuador se está debiendo desde hace algunos años: el debate sobre el papel político de los intelectuales. Y de los artistas, que trabajan también con el evanescente material de las ideas. ¿Qué papel es ése? Parece claro que no puede ser otro que la crítica. Aun cuando el intelectual y el artista se sientan compelidos a tomar partido, lo cual no sólo es su derecho sino su obligación, no pueden renunciar a su función crítica sin traicionarse a sí mismos.”
Me parece muy válido el debate (pero Aguilar no ha querido publicar este artículo), así que ahí vamos: Quisiera empezar con otra frase de Aguilar en la misma carta: “Esa ruptura fue, quizá sin querer, tu primera definición pública de trascendencia política. Una definición en favor de la imaginación y de la libertad artística y en contra de los recetarios ideológicos, los credos, las consignas… Una ruptura que hizo escuela.”
Me parece que hay una contradicción entre las dos frases de Aguilar, pero vamos al meollo. Me pregunto si existe y qué es la libertad artística, la libertad intelectual, la libertad ideológica o la libertad en general. Por mi parte, entiendo que nadie existe por sí mismo sino que existe a partir del otro, nadie puede nacer y vivir por -y a partir- de sí mismo, todos necesitamos de alguien para poder ser y estar, sea del agua, de comer, de respirar, de tener relaciones sexuales para reproducirse, de aprender a hablar con alguien sino seríamos mudos, etc.
Según el cartesianismo, primero se piensa y luego se existe (cogito ergo sum), o primero es la idea o dios y luego la materia o lo creado; y paralelamente la creencia de que cada ser o elemento funciona por voluntad propia y se relaciona con los demás a partir de su particular condición dada por un poder divino omnipotente. Ésta teoría fue desmontada por el materialismo científico, señalando que primero es la materia y luego el pensamiento. Una postura inversa, aunque compartiendo con el idealismo la creencia de que alguien puede ser autónomo y que vive por su propia manera de manifestación dada por la evolución de la materia.
Pero según la quántica, lo uno está en lo otro y viceversa, por lo que no hay alguien primero que da lugar a otro posteriormente, sino que todo es paralelo e inmanente. Y de otra parte, que estamos en un mundo sistémico, donde todos dependen y están interrelacionados los unos con los otros para poder existir. Ésta visión coincide con la de los pueblos indígenas o ancestrales del mundo, para quienes todo está interconectado y todo es el Todo o integrado, sin que haya nadie absoluto o afuera de lo creado, ni siquiera dios. De ahí que para estos pueblos no-antropocéntricos todo es sagrado, dios es la vida misma o es inmanente en todo lo existente, por lo que no hay nada más que dios: el dios sol, el dios cerro, el dios río, la diosa cascada, el dios animal… A diferencia de los idealistas y materialistas que hablan de sagrado y profano, pero para los pueblos milenarios solo existe lo sagrado por ello honran y respetan a toda manifestación porque la consideran divina y porque todo tiene vida (vitalcentrismo).
En cualquier posición que cada uno elija, es obvio que lo hace –consciente o inconscientemente- desde una ontología en particular, la misma que maneja ciertas epistemologías o filosofías para asumir una forma de interpretación de la “realidad”. Por lo tanto, ninguna persona parte de cero o de la nada al interactuar en la vida, sino que responde desde ciertas lógicas, paradigmas y creencias aprendidas y asimiladas. En este sentido, no creo que existe la libertad sino que todo en la vida tiene una raíz o una fuente de la cual emerge todo lo que se expresa en sus distintos elementos o partes constituyentes. La libertad no existe en la “realidad” de la naturaleza ni en la naturaleza de la “realidad”, o solo alcanza hasta los límites que establecen sus parámetros y códigos de funcionamiento sistémico (radicales libres). A mi entender el concepto de libertad es un mito de occidente, pues no existe esta idea y por ende tampoco la palabra en otras culturas del mundo, pues nadie es libre de nadie sino interdependiente e intervinculado.
De ahí que me parece falso el de aquellos que se asumen como imparciales o neutros, en tanto que cada persona se maneja en la vida desde ciertos conceptos y valores que responden a un sistema delimitado y desde ahí interactúan. En este sentido, no creo en los periodistas independientes ni en los artistas ni en los religiosos ni en los intelectuales ni en nadie que diga que no está con ninguna posición ideológica o que está más allá de las ideologías o filosofías o axiologías, pues simplemente es imposible que ello exista.
En esto, parecen coincidir Aguilar, Hernández, y demás pelagatos y no-pelagatos, según los cuales no es correcto que un periodista o un artista o un intelectual asuma una posición política comprometida y, mucho más que eso, la posibilidad de que alguno de ellos pueda dirigir una nación o un territorio. Por qué no un periodista o un artista Presidente del Ecuador? La acción política no puede ser exclusividad de los políticos profesionales ni de los partidos políticos. Asimismo, es muy claro observar en José Hernández su posición ideológica, aun cuando él quiera hacernos pensar que es libre e independiente. Es evidente que el asume una posición en cada frase, y si hurgamos en su visión ésta es claramente liberal, y desde ahí hace todas sus críticas y comentarios.
Por ello me parece irreal aquella posición que demanda de los artistas, de los intelectuales, de los periodistas “libertad de ideas”; ¿libertad de qué, con quién, sobre qué? ¿Las ideas están sueltas y no tienen posición epistemológica? Shakira, Miguel Bosé, o cualquier otro artista de este tipo, no hablan de política o de economía, pero hablan del amor y desde ahí expresan una posición – la misma que en última instancia es la visión occidental, civilizatoria, patriarcal y capitalista – sobre el sentimiento, la emocionalidad, las relaciones de pareja, etc., aunque ellos no sean conscientes o no manejen otras visiones del amor que tienen otras culturas y otros tipos de conciencia.
O pongamos los casos de Mario Moreno “Cantinflas” y el de Roberto Gómez Bolaños “el chavo”, quienes representaban a personajes populares (y que por cierto hicieron mucho dinero), pero a la hora de definirse en sus votos lo hacían por candidatos de derecha. Y si analizamos sus mensajes eran claramente populistas, llenos de paternalismo y de mesianismo, lo cual está muy cerca de lo cristianocéntrico, que es lo que en última instancia cobijaba sus pensamientos y creaciones. Entonces, no tenían libertad artística sino máximo la libertad que permite el patrial-capitalismo de no cuestionarlo y peor de arremeter contra él. Sus creaciones (con ciertas excepciones) y sus posturas en su vida corriente, no eran atentatorias al establishment por lo que fueron aceptados y valorados estos artistas por el sistema oficial. Mas bien, su asistencialismo y su clientelismo artístico afianzaban al sistema civilizatorio, por tanto no eran independientes sino parte sostenedora del modo de vida racionalista, evangelizador y colonial. Si alguien no cuestiona al sistema es parte de él.
Son desde visiones de derecha o conservadoras que se pregona esta supuesta independencia y libertad de creación, pero ello es un sofisma en tanto que la libertad solo funciona si cumple una función pero si la atenta se acaba la libertad cuando deja de sostener el status quo. En este sentido, para el sistema civilizatorio unos son los libres e independientes y aquellos que son diferentes simplemente son liberticidas o salvajes.
Personalmente soy muy crítico con la izquierda, pero no es porque sea de derecha sino porque me manejo desde otras categorías, como dirían los zapatistas: “desde abajo y por la izquierda”, o Arturo Escobar, en que añade a las dos anteriores: “y con la tierra”[3]. Y esto se debe a que no creo en la universalización de las categorías sino en la variedad, dentro de un mundo de diversidad en la unidad. De ahí que me parece deshonesta la actitud de quienes quieren presentarse como independientes, cuando lo sensato sería presentarse desde las categorías que lo hacen. Quien no cuestiona al “sistema-mundo” patrial-civilizatorio, cristioanocéntrico, liberalcéntrico y solo cuestiona a sus actores, es en el fondo parte perfeccionadora del sistema y no su transformador.
Con lo que si estoy de acuerdo con Aguilar, es que no se puede perder la crítica y principalmente la autocrítica. Algo que sé que es muy difícil, y en el caso de Idrobo es obvio que él cree sinceramente que lo que viene haciendo Correa es lo correcto. En todo caso está en su derecho y no porque sea artista no puede asumirlo y creerlo. Acaso el artista es especial en relación a otros personajes o al común de la gente, o es exclusividad de los “animales políticos” como hace referencia Aguilar. Es más, me parece adecuado que haga pública su filiación, a otros que no dicen nada y que solo van a cantar dejando implícitamente su apoyo. Como también me parece resaltable el caso de los artistas que han hecho público su desafecto con el correismo y eso no los hace soldados de oposición.
Pero por otro lado, no sé si Idrovo tiene la capacidad de alejamiento para intentar mirar desde afuera o para tomar distancia y hacer observaciones que modifiquen los errores, o es alguien que acepta complacientemente al correismo y sin mayor reparo. Al parecer, es esto último lo que hace pues alguien que es cuestionador tiene al menos una actitud de prudencia. Además sabiendo que hay muchas críticas de la oposición, lo mínimo que haría es guardar sensatez, pero Idrovo no la ha tenido mínimamente sino pura prepotencia como su jefe, por no decir su patrón, que es como actúa todo el tiempo su majestad Rafael Correa y de la que muchos han aprendido de su líder y se presentan como capataces.
En esto, me pregunto, si los periodistas pelagatos son autocríticos. Al parecer si lo son, pero lo que no pueden ver es que no hay independencia ni libertad de crítica, ni artística, ni de pensamiento, pues todos llegan a un propósito o tienen un fin inter-sistémico o alter-sistémico, dentro de ciertos paradigmas o aspiraciones que los envuelven. Nadie está más allá de las leyes y principios de la propia vida.
Lo que me parece que falta, es aprender a vivir la diversidad y convivir la diferencia, no la universalidad que impone sus fórmulas a pretexto de libertad y de una supuesta independencia, como lo viene haciendo occidente desde hace más de 2000 años. Ante ello, cabe abogar por “un mundo en donde quepan todos los mundos”. No necesitamos un planeta globalizado, homogenizado, único, como el “primer mundo”, sino un mundo de armonía de complementarios. Para ello, hay que cambiar las reglas de juego y la cancha, puesto que esto es imposible dentro del actual sistema antropocéntrico de derecha o de izquierda.
Como casi siempre, Ud. demuestra creer en absolutos, “como no hay libertad absoluta, entonces no existe”, ese es su razonamiento. Si le entendí mal corrijame. Al constrario yo creo que la libertad debe ser maximizada para maximizar la equidad y ninguna es absoluta.
No entendió la naturaleza de la carta del Roberto y ensaya un larguísmo alegato no pedido que se resumiría en que todos hablamos desde nuestro lugar de enunciación. Algo que no ha sido contradicho por Aguilar. Supongo que por eso no salió en los 4 Pelagatos.
…faltarles al respeto, no respecto…
Me quedo con la frase del artículo: “aprender a vivir la diversidad y convivir la diferencia”. Y eso implica que quizá también debamos ser algo indulgentes con uno mismo y con algunos (o tantos) otros. Creo, que a Idrovo, nos aproximaríamos más mirando otras cosas que quedándonos en alguna declaración desatinada que haya hecho. Y si a él le gusta Correa, pues también tiene derecho. Me parece que defiende la obra de este gobierno y está convencido. Quizá no necesita hacer la crítica que pretende el autor del artículo, porque no tiene esa necesidad. Porque, reitero, quizá está convencido.
Veo que Idrovo quiso ser creativo con el adjetivo que le lanzaron y terminó mas bien confundiéndose. Pero, hasta de eso tiene derecho. El derecho de confundirse. Somos vulnerables, todos. Y es desatinado también agarrarse de la vulnerabilidad de alguien para arremeter. Leí la entrevista que le hizo El Comercio, e Idrovo caía constantemente en las preguntas, que no buscaban que naciera el mejor Idrovo.
En fin, creo que las críticas a artistas que han sido importantes para la cultura reflexiva de nuestro país deberían tener un tinte no de ataque al ser, a la persona (y su historia). Por último, nos podemos hasta tomar como un mal chiste esas declaraciones. Para que andar levantando tanta polvareda. Para qué agarrarnos de cosillas. El hombre quiso ser ingenioso, simpático y no lo logró, y ya está.