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domingo, diciembre 22, 2024

DESPERTANDO CON TAMBORES. Por Romano Paganini*

Una nueva forma de participación ciudadana sacude a Colombia y rompe con viejos paradigmas.

Nadie contó con ell@s, pero de repente aparecieron tocando en la fiesta folclórica de la ciudad. L@s estudiantes y activistas de Ibagué, una ciudad medianamente grande al suroeste de Bogotá, se metieron con sus veinte tambores de resistencia en la primera fila del desfile y lo hicieron a propósito. No para molestar a l@s festejantes, sino para incomodar al carro N°1, financiado por AngloGold Ashanti, una de las empresas mineras más grandes del planeta. El conglomerado británico-sudafricano se instaló fines de los años cero en la zona, después de que salió a la luz que en las tierras alrededor de Ibagué se encuentran las reservas de oro más grandes de toda América Latina.

Mientras los Tambores tocaban, Jaime Tocora y sus compañer@s del Comité Ambiental repartieron folletos, difundiendo entre l@s festejantes sorprendid@s las intenciones del carro N°1. “Al final”, se acuerda el activista de 30 años, “la gente festejó con nosotros y abuchearon al vehículo de Ashanti.” Fue el comienzo de Marcha Carnaval.

Bailar en vez de resistir

En Colombia se marcha cada dos por tres: contra las reformas injustas de salud, contra las condiciones de trabajo inhumanas, contra el extractivismo. Por la historia de América Latina resistencia es parte de la vida cotidiana, parte de la autodeterminación. “Y aunque uno no puede ignorar esa cultura política”, destaca Jaime Tocora, “tenemos que reconocer que la gente está cansada de resistir.” Por eso el Comité Ambiental buscó otras formas de participación política. Después de largas charlas con sindicalistas, comunidades indígenas, campesinos, estudiantes y profesores –tod@s en contra de la megamineria– el grupo llegó a otra parte de su autodeterminación, a su propia cultura: a la música, al baile, el festejo, la diversidad de Ibagué. “La Marcha Carnaval no está en contra de la muerte que trae el extractivismo”, dice Tocora, “sino a favor de la alegría, las ganas y la vida.”

Entonces, l@s que están en contra de la minería ya no salen a la calle como antes, tapando sus caras con bufandas y tirando piedras. Hoy en día l@s Ibagueñ@s  dibujan sus caras y cuerpos con colores, llevan sus instrumentos, se visten como en la Streetparade de Zurich (Suiza) y cantan hasta que se quedan sin voz. Así no sólo transforman su propia ira y el desamparo sino también generan una sensación de pertenencia, en donde las fronteras ideológicas y partidarias pierden importancia. Aún representantes de la derecha están tocando con sus Tambores. En la última Marcha Carnaval en Junio del año pasado participaron más que 100.000 personas, una sexta parte de toda la ciudad.

“La política puede generar alegría”

Lo que empezó en Ibagué, hace diez años, se conoce hoy en día en toda Colombia. En 35 ciudades y pueblos Marcha Carnaval muestra como la participación ciudadana también puede funcionar. “Queremos llegar a la gente que ha perdido la confianza en que puede tomar influencia en los proceso políticos”, dice Paula de las Estrellas (27) de la Marcha Carnaval de Armenia, ciudad vecina a Ibagué. Se refiere especialmente a las generaciones de jóvenes que muchas veces se quedan sin esperanza frente a las realidades adversas. “A ell@s queremos mostrar que la política puede generar alegría y puede ser motivante.”

Durante los últimos años los grupos carnavales armaron una red por todo el país y se apoyan mutuamente según su necesidad. Hace unos meses se hizo una consulta popular en contra de la megaminería en el pueblo de Pijao, allí se movilizaron l@s compañer@s de Armenia informando la gente con folletos, yéndose a las escuelas del pueblo y hablando con l@s vecin@s para que sepan de qué se trata. En la Marcha misma ell@s participaron con Tambores como en Ibagué o Armenia, armando una fiesta en la plaza central. “La minería ha despertado en nosotros la conciencia de que somos hij@s de la madre tierra”, dice Angélica Gomez (30) de Armenia. “La Marcha es un tejido humano que sigue al llamado de la Pachamama, uniéndonos por la misma idea aunque tengamos formas diferentes de abarcarla”.

*El texto original fue publicado en la revista Greenpeace Suiza, Diciembre 2017.

 

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