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viernes, noviembre 15, 2024

DIÁLOGO CON MARC SAINT-UPÉRY: LA IZQUIERDA, EL IMPERIO Y LA CRISIS EN LIBIA

DIÁLOGO CON MARC SAINT-UPÉRY: LA IZQUIERDA, EL IMPERIO Y LA CRISIS EN LIBIA

Pablo Stefanon. Pagina7 Bolivia <www.páginasiete.bo>

 ¿Qué pasa en Libia?  Una parte de la izquierda, además de Fidel y Chávez dicen que es una “guerra imperialista para adueñarse del petróleo”… ¿qué piensa usted?

Primero, en EE.UU., los sectores que se opusieron hasta el último momento a la idea de intervención son precisamente los sectores más clásicamente “imperialistas”: el ministro de Defensa republicano Gates (que viene de la administración Bush), el Pentágono y una buena parte del aparato de inteligencia y de seguridad. Segundo, el petróleo libio es un tema que interesa mucho más a los europeos –que igual ya tenían amplio acceso a ello y no necesitan “adueñarse” de nada, sólo eventualmente prevenir el corte del flujo petrolero por una larga guerra civil o por un embargo contra Gadafi. Las reservas libias son las más importantes de África, pero ocupan sólo el noveno puesto a nivel mundial, y sobre todo Libia es sólo el decimoséptimo productor en el mundo y no representa casi nada en cuanto proveedor presente y potencial de EE.UU. A Washington le importa mucho más petróleo el ruso, angoleño, británico o colombiano que el libio.

 Pero no es solamente una “intervención humanitaria” como dicen los países de la coalición…

Los que pesaron a favor sí son “intervencionistas liberales” obsesionados con la posibilidad de un nuevo Rwanda o al menos de una nueva Bosnia, como la asesora de seguridad nacional Samantha Power o la embajadora en la ONU Susan Rice. Ahora bien, que sus preocupaciones hayan sido en gran parte sinceramente humanitarias no vuelve la intervención más coherente y menos criticable, ni la desliga completamente de intereses imperiales. Me explico: Obama, que no era nada entusiasta al inicio, se dejó convencer por tres razones. Primero, sí comparte parcialmente estas preocupaciones humanitarias y la visión casi religiosa de EE.UU. como “una fuerza para el bien en el mundo”. Los que despotrican contra la “doble moral del imperio” no entienden que para que haya doble moral, debe haber algo de moral, un mínimo zócalo de legitimación ideológica convincente y en algún modo sincera. Segundo, se trata claramente para él de hacer una demostración de “multilateralismo” que relegitima el liderazgo internacional de EE.UU. y supuestamente lo deslinda de las prácticas de Bush, haciendo de lo de Libia una “buena guerra” justa, consensuada y limitada contra la mala guerra en Irak, injustificada, fraudulenta y sin fin. Ahí por supuesto, hay un montón de problemas y contradicciones: una coalición no tan unánime y pegada con saliva, las vacilaciones de la Liga Árabe, la definición fluctuante de los objetivos, los posibles “daños colaterales”, la incoherencia con lo de Bahrein o Yemen –sin hablar del tema palestino–, el hecho de que no se ve bien la salida ni se garantiza la corta duración del conflicto, etc. La tercera razón es una especie de determinismo tecnológico-militar que sí tiene algo que ver con la hegemonía imperial, aunque no en el sentido clásico de una “intervención imperialista”.

 ¿En qué sentido?

Una vez que el general Colin Powell defendía la idea de que EE.UU. deberían restringir sus intervenciones militares a situaciones en las que sus intereses vitales se ven amenazados, la diplomática Madeleine Albright le contestó: “¿A qué sirve tener esta magnífica fuerza militar de la que siempre nos está hablando si no la podemos utilizar?”. Como dicen muchos críticos estadounidenses de la intervención –que en su mayoría no pertenecen a la izquierda antiimperialista–, cuando alguien tiene un enorme martillo, percibe cada problema como un clavo.

 La situación libia ha generado fuertes encontronazos al interior de las izquierdas.¿Cómo lo ve?

Hay que diferenciar las izquierda europeas y árabes por un lado, y las latinoamericanas por otro lado. En Europa y en el mundo árabe hay disensos sobre la intervención, pero casi nadie la ve como una clásica invasión imperialista, y nadie se hace ilusiones sobre Gadafi. En Latinoamérica, en gran parte de las izquierdas, hay un problema de percepción no solo de la situación libia sino de las revoluciones árabes en general. Hay un tipo de reacción que es tibia, escéptica y a veces suspicaz, y otro que es ilusa, complaciente y esquemática, diciendo por ejemplo que son revoluciones anticapitalistas y antiimperialistas. No lo son, aunque sí tienen dimensiones sociales progresistas y consecuencias antihegemónicas. En ambos casos hay una ignorancia geopolítica y cultural abismal. Por eso, algunos concluyen que si los insurgentes no corresponden a nuestros esquemas ideológicos o geopolíticos, como en el caso de Libia y Siria, deben de ser reaccionarios manipulados por la CIA.

 ¿El 2011 árabe es tan importante como el 1989 en Europa del Este?

Me temo que gran parte de la izquierda latinoamericana se va a perder la lección del 2011 al igual que se perdió la del 1989. Como explicaba en modo luminoso el gran filósofo marxista Ernst Bloch, las conquistas de la Ilustración, el hábeas corpus, la libertad de expresión y de crítica, la separación de los poderes, las garantías de justo proceso, por tergiversadas o manipuladas que puedan estar en algunas circunstancias, no son “libertades burguesas” o “formales”: son una verdadera “ortopedia del caminar erecto”. Hay mucha gente en la “izquierda” latinoamericana que no quiere que los ciudadanos caminemos de pie sin la autorización de caudillos “heroicos” e inamovibles que saben mejor que el pueblo lo que el pueblo necesita. Por eso se ilusionan por la verborrea de cualquier sátrapa árabe que proclame ser “revolucionario” y “antiimperialista” mientras sus sicarios torturan su pueblo y su familia se adueña de la riqueza nacional.

NOTAS

Marc Saint Upery: Para entender mejor lo que digo en esta entrevista, algunas precisiones sobre mi posición personal sobre la intervención en Libia:

1/ Como los señalaron autores progresistas serios como Gilbert Achcar, Juan Cole (favorables a la zona de exclusión area), Jaime Pastor, Gerardo Pisarello o Vijay Prashad (opuestos a la intervención), se trata de un dilema real y complejo, no de un debate preformatado entre antiimperialistas consecuentes e inflexibles y tontos útiles del imperio. Los reflejos pavlovianos y las posiciones en pilotaje automático no son aconsejables. (Aunque por supuesto, hubo ríos de verborrea ignorante y delirios conspiracionistas en los medios de izquierda sobre el tema.)

(Los textos de los autores mencionados –yo difundí algunos–, que son de lejos los mejores disponibles en español dentro de la izquierda, se encuentran todos en los sitios www.rebelion.org o www.sinpermiso.info)

2/ Una dimension que los “antiimperialistas” latinoamericanos no entienden es el nivel de odio y de desprecio generalizado por Qadhâfî en el mundo árabe, y eso ya ANTES de su “viraje” pro-occidental, un odio y un desprecio incluso tal vez más fuertes entre los “radicales”: los chiitas de Hezbollah lo odian porque secuestró y asesinó a uno de sus grandes líderes; los palestinos lo odian, porque expulsó brutalmente a 30.000 de ellos y se burla de su causa; las izquierdas argelina, tunecina y egipcia lo odian por ser tirano impresentable y además amigo y cómplice declarado de sus propios dictadores, y por conocer bastante bien, como vecinos, los horrores que suceden dentro de Libia; hasta lo que queda de nasseristas egipcios lo odian por haber caricaturado, ridiculizado y prostituido el nacionalismo árabe; muchos africanos subsaharianos lo odian por sus payasadas panafricanistas y por la casi esclavitud de sus trabajadores migrantes en Libia, etc., etc…

3/ La posición pro-intervención aérea de gente de trayectoria absolutamente decente y consecuente como el sociólogo y revolucionario libanés Gilbert Achcar, varias figuras de la izquierda tunecina, el militante socialista libio Farid Adley, el Parti de Gauche (Partido de Izquierda) francés, etc., no logró convencerme y pienso que es pragmáticamente imprudente y subestima peligros y contradicciones. Eso dicho, no tendría la indecencia de pontificar indiscriminadamente en un sentido o en otro sin considerar la situación de los que estaban bajo la artillería de Qadhâfî en Bengasi y la hoja de vida del dictador. Y desprecio profundamente la indignación pavloviana y hemiplégica anti-OTAN de buena parte de la izquierda latinoamericana y las pajas retóricas que se hacen con esto (a menudo acompañadas de calumnias repugnantes contra los insurgentes libios). Para concluir, seré bastante cínico: si a la OTAN y a los insurgentes finalmente le sale bien (lo que no parece ser el caso por el momento) y sin mucho daños colaterales, Obama será un heroe, o al menos un tipo simpático, para una parte sustancial de la opinión árabe por algún tiempo, hasta el próximo bombardeo masivo de Gaza o la próxima Intifada; si no le sale bien, todos los sectores opuestos a la “guerra de Obama”, desde la ultrareaccionaria e imperialista Heritage Foundation hasta las varias estirpes de “antiimperialistas” automáticos, pasando por Aznar (ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=126575) y Merkel, dirán que tenían razón.

4/ Para concluir: debería salir una segunda parte de esta entrevista la semana siguiente, que hablará entre otras cosa de Siria, un tema geoestratégicamente y políticamente diez veces más importante que cualquier cosa que pueda pasar en Libia en mi opinión. De hecho, a mí, las declaraciones de Hillary Clinton de que “no queremos intervenir en Siria y Asad es un reformista” y la actitud calculadamente prudente (y además muy previsible para cualquiera que conozca la región) de Washington me parecen reflejar mucho mejor los intereses imperiales que la aventura incoherente en Libia; eso puede parecer una paradoja sólo para los ignorantes.

Mientras tanto, los que leen ingles pueden ver mi análisis sobre Siria, escrita cuatro días antes del nuevo discurso de Asad. Este nuevo discurso (del 1 de abril) no cambia mi análisis de fondo aunque sí, si sus promesas no son vacías, se sabrá de aquí a poco si responde a algunos interrogantes de mi artículo.

http://en.rian.ru/columnists/20110414/163532213.html

(Y la verdad que este segundo discurso de Asad, al contrario del primero el 30 de marzo, era un discurso mucho más inteligente que los de Ben Ali y Mubarak. La cosa se pone bien interesante.)

5/ Siempre sobre siria, un último documento extraordinario e impresionante que acaba de tener una difusión viral en Siria y en el mundo árabe y probablemente tendrá consecuencias políticas serias. Se trata de un video de la represión por los mukhabarat (servicios de seguridad) en la ciudad siria de Al-Bayda. En realidad, los mukhabarat sirios hacen cosas mucho más terribles y salvajes que esto, y en el mundo árabe abundan los chistes de humor macabro sobre sus talentos de torturadores (talentos que los sirios pusieron al servicio de los gringos en la “guerra contra el terror”, otra cosa que los cretinos stalino-bolivarianos defensores de un Asad “socialista” y “antiimperialista” no saben), pero  el video tiene una enorme fuerza simbólica por tener una relación directa con el tema central de las revoluciones árabes: la protesta de la dignidad pisoteada, “al-karama”.

http://www.youtube.com/watch?v=sjZ-kcLjeUE&feature=youtu.be&skipcontrinter=1

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