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martes, noviembre 5, 2024

Diálogo sobre el rol de la prensa en la región: «LAS ÉLITES LATINOAMERICANAS SON MÁS DURAS QUE WASHINGTON”

 El argentino Sebastián Lacunza conversa sobre “Wikimedialeaks. La relación entre medios y gobiernos de América Latina bajo el prisma de los cables de Wikileaks”, libro que publicó en compañía de Martín Becerra.

 

Sebastián Lacunza (d), nacido en 1972, es un periodista argentino especializado en temas financieros y políticos de América Latina.

Fabián Kovacic

 

Junto con el docente universitario y especialista en medios Martín Becerra, el periodista argentino Sebastián Lacunza analizó miles de documentos estadounidenses vinculados a las empresas mediáticas latinoamericanas, revelados por Wikileaks, y publicaron el libro Wikimedialeaks.

La relación entre medios y gobiernos de América Latina bajo el prisma de los cables de Wikileaks. A lo largo de los 11 capítulos del libro sobre otros tantos países latinoamericanos se ve «la mano de la embajada» negociando con las grandes empresas de medios.

Lacunza explica que el caso de mayor complejidad es Argentina. Los medios argentinos han sido hipercríticos con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y hasta hicieron campaña en su contra, pero no promovieron golpes de Estado. En Venezuela, en cambio, sí lo hicieron. «A su vez, la ley de medios argentina se mete con la diversificación de voces pero no con los contenidos.

El gobierno de Hugo Chávez sí se metía con los contenidos con la ley «Resorte» (ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos) y creaba un sistema de medios estatales muy fuerte. En Argentina eso no existe. El caso argentino obligó al embajador Anthony Wayne a tener una visión más compleja, amplia y crítica.

En otros países también hay observaciones críticas de la embajada, por ejemplo en México y Brasil, dos países que son socios y competidores de Estados Unidos, lo que obliga a Washington a tener toda la atención puesta allí. Son grandes mercados de telefonía, de televisión, y representan mucho interés económico para Estados Unidos. Cuando Washington critica el oligopolio de medios en México elabora informes críticos del nivel de una cátedra universitaria, desde el punto de vista del derecho a la información».

El libro expone el rol de actores políticos que cumplen las empresas de medios de comunicación.

– Sí. Muchos de ellos acuden como actores políticos a la embajada estadounidense, a la que proponen pactos y hasta la sorprenden, al punto que los propios embajadores tienen que decirles que no. Superan a la embajada con sus demandas.

En ese sentido Washington demostró ser más criterioso que las elites políticas y mediáticas que actúan en algunos países latinoamericanos. Pero el silencio que se impusieron los propios medios latinoamericanos sobre sus visitas a la embajada los muestra en una fase de ocultamiento de su propio rostro.

Casi ningún medio de América Latina publicó los cables revelados por Wikileaks que hacían referencia al propio medio. Son actores políticos, pero se niegan como actores ante sus propios lectores, y esta tensión explica bastante los conflictos entre gobiernos y medios en América Latina.

Los cables parecen confirmar -identificando con nombre y apellido- aquello que las teorías de la comunicación de los setenta desarrollaban conceptualmente sobre el consumo de información generada en países centrales para los subdesarrollados.

– Sí, con toda la complejidad que tienen hoy aquellas teorías. Sobre todo los casos de Honduras y Bolivia, dos países muy pobres donde las burocracias autóctonas del gobierno a veces eran remplazadas por hombres del Pentágono.

Eso creó una dinámica muy especial, y cuando llegan un Evo Morales o un Manuel Zelaya, muy distintos ambos por múltiples factores, lo que se percibe en la lectura de los cables de la embajada es indignación porque vienen a ocuparse de aquello de lo que antes se ocupaba ella, según explicitan los funcionarios de Washington.

Tendría que chequearlo en favor de la precisión documental, pero según los cables en Bolivia había 900 estadounidenses en funciones de la burocracia estatal a través de la DEA o de la USAID.

Enorme. En esos dos casos se percibe una alianza de la embajada con elites mediáticas y políticas en las que coinciden las mismas personas, es decir, políticos bolivianos y hondureños que son dueños de medios. Estos serían los casos donde las teorías de la comunicación denunciaban la intervención directa del imperialismo.

Con el libro creo que se comprueba cómo las elites mediáticas y políticas superan a la embajada en cuanto a su osadía.

– ¿A ver?

– Cuando gana Rafael Correa en Ecuador -antes de que asuma-, medios y políticos, entre ellos quien hoy es el principal candidato opositor, Guillermo Lasso, le proponen a la embajada implementar un plan para destituirlo. Y es la propia embajada la que le responde a Lasso que se organice, forme un partido político, desarrolle una propuesta opositora y «después hablamos». Lo mismo con el dueño del diario El Nacional de Caracas, quien fue a proponerle a la representación diplomática estadounidense que le inyectara fondos. Estamos hablando del segundo diario «serio» de Venezuela. La embajada tiene que responderle que le está pidiendo algo ilegal y que Washington no interviene en asuntos internos de los países.

– ¿Diría que Venezuela y Ecuador son los dos casos emblemáticos en el enfrentamiento entre élites mediáticas nacionales asociadas a la embajada estadounidense?

– La reacción en ambos países fue muy distinta. En el caso de Venezuela, a poco de asumir Chávez, la mano de la embajada, tanto por los cables como por lo que se publicó acerca del golpe en 2002, fue muy clara y evidente. En cambio, la asunción de Correa, cinco años después, en 2007, ya toma a la embajada en otra actitud. Esperan a Correa como algo inevitable.

El caso ecuatoriano es muy interesante como objeto de análisis porque allí hubo dos embajadoras mujeres que se sucedieron (Linda Jewell y Heather Hodges), muy buenas analistas y que incluso soportaron algunas presiones de los empresarios de medios poniendo en duda cada denuncia contra Correa.

Si bien en los cables admitían que Correa es un tipo duro en su forma de hablar, también consideraban que los medios ecuatorianos son parte de una élite con poco apego a la democracia. En Argentina también terminan por reconocer que el gobierno tiene razón respecto al grupo Clarín al considerarlo como un monopolio.

– Ustedes destacan en el libro que el grupo Clarín era objetado por varios sectores desde hacía mucho tiempo. El expresidente Raúl Alfonsín, el periodista Bernardo Neustadt, y sectores cercanos a la derecha política, como el macrismo, el peronismo empresarial de Francisco de Narváez y el dirigente Ricardo López Murphy, plantearon con cierta timidez la necesidad de frenar el avance del monopolio de Clarín.

– Incluso se lo plantearon a la propia embajada estadounidense. A ésta le molestaba que las empresas estadounidenses tuvieran que negociar solamente con Clarín para vender sus señales de televisión por cable. Clarín es dueño casi monopólico de la televisión por cable en la ciudad de Buenos Aires.

En un momento Néstor Kirchner aprobó la fusión que le permitió posicionarse como monopolio (en 2007) y que ahora el gobierno de su propia mujer trata de desarmar. El embajador Wayne dice que empresas como MTV, CNN, Turner y todo el resto fueron a golpearle la puerta para decirle que Clarín les estaba pagando muy poco por el ingreso de sus señales, precisamente porque era el que ejercía el monopolio.

Eso también fue un tema que convenció a la embajada de apoyar las razones del gobierno con la ley de medios: estaban en juego los intereses estadounidenses.

¿Cuál era el rol de las Ong de Estados Unidos haciendo lobby u operando directamente sobre gobiernos de la región?

– En el caso de Venezuela está descrito por el embajador Charles Schapiro. El Instituto de Prensa y Sociedad, Espacio Público y el resto de las ong venezolanas que se dedican a la «defensa de la libertad de expresión» están mencionadas por la embajada de Estados Unidos como vías de penetración y deslegitimación de Chávez después del golpe de 2002. Tras esa intentona fallida, la embajada quedó muy golpeada y Chávez no dejó de ponerlo en evidencia y atacarla. Entonces el embajador consideró que ya no podía salir frontalmente a criticar a Chávez sino que debía hacerlo a través de las ong.

Los cables sí lo reflejan en Venezuela, pero también y especialmente en Bolivia, cuando Evo Morales atacó los programas vinculados a Usaid, que es la vía de contacto estadounidense con las Ong locales. Y esto ocurre en Ecuador más tardíamente también.

Funciona a través de un esquema que se da en toda América Latina: la embajada, a través de terceros o de programas del Departamento de Estado, financia a ong que se presentan como defensoras de la libertad de prensa, que a su vez elaboran informes que hacen llegar a ong en Estados Unidos, que se mueven ante el Departamento de Estado, al que le dan la excusa perfecta para justificar el financiamiento de las ong latinoamericanas, cerrando el círculo.

En el caso argentino esto no está tan explícito porque la embajada toma distancia de Clarín y todo aparece más matizado. Pero en Venezuela y Ecuador está muy claro. Por eso se entiende la tirria de Chávez, Correa y Evo Morales contra la USAID.

Por eso Correa plantea la reestructuración completa de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ante la cual denuncian las ong que se erigen en defensoras de la libertad de prensa. Un caso emblemático es Fundamedios, una asociación de Ecuador que actuó codo a codo con la organización patronal de medios de ese país, con la cual comparte dirigentes y profesionales. Fundamedios se dedicó a denunciar y criticar los excesos de Correa con relación a la prensa, que fueron reales, y esos informes fueron la base de las acusaciones con las que la CIDH trabajó el caso ecuatoriano.

fuente: Brecha, Montevideo, 7 de diciembre de 2012. <www.brecha.com.uy>

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