Con la llamada cuarta revolución industrial (4IR) estamos viviendo unos cambios culturales muy acelerados. Las nuevas tecnologías configuran nuestra realidad. Ahora, casi todo se ha digitalizado, hay masividad de datos y aumento en la velocidad de transmisión de la información. Su propagación es rápida a través del internet y es sorprendente como se viraliza la información, al punto que los hechos veraces tienen menos influencia en la opinión pública.
En este artículo más me referiré a la digitalización y el mundo laboral: las tecnologías favorecen las dinámicas del trabajo, pero también afecta al trabajador.
Hablar de las tecnologías como aquellas que han facilitado las dinámicas del trabajo y la masividad de información de todas las áreas del saber, no es una cuestión simple. Detrás de las nuevas tecnologías hay un campo complejo. Es necesario reflexionar cómo y para qué se usan las nuevas tecnologías. Cada vez que una persona accede o difunde contenidos de su interés está alimentando a una Big Data/macrodatos, conjunto de datos.
La información a la que accedemos es casi personalizada, cada persona está en su burbuja digital. Hace tan solo una o dos décadas, cuando nos informábamos a través de la TV, la familia compartía un espacio común, ahora cada uno tiene su dispositivo, en su espacio de confort y accede a los contenidos de su interés.
En el mundo laboral, antes de la existencia de las redes sociales como WhatsApp y Telegram, el correo electrónico era el medio para compartir información; es decir, el medio primordial oficial dentro de los trabajos, pero en la actualidad se vuelve indispensable el uso de aplicaciones de mensajería para crear grupos de cada área de trabajo, donde coordinan los trabajos, se envían disposiciones para el cumplimiento de tareas hasta se monitorea las actividades virtualmente desde cualquier lugar del planeta.
Se gana en velocidad e inmediatez en los resultados. El flujo rápido de la información favorece la productividad; pero la productividad, no necesariamente favorece al trabajador.
Aquí vale preguntarnos ¿quién saca provecho de esto? En primer lugar, hay una presión individual y colectiva inmediata sobre la energía laboral. El horario de trabajo se extiende de facto sin ninguna remuneración adicional, termina las 8 horas laborales, pero el trabajador es requerido permanecer conectado y siempre listo para responder a pedidos de la institución o de la compañía, incluyendo los fines de semana. En mi experiencia se solía usar la frase “estar activados 24/7”. Esta realidad quita tranquilidad durante el tiempo de descanso.
En la actualidad, la herramienta indispensable para el trabajo es el celular, con un plan de datos, para estar conectados todo el tiempo y para una comunicación inmediata. Se llega al punto de solicitar a los trabajadores estar pendientes del celular todo el tiempo, eso significa ya no solo las 8 horas de trabajo. El plan de datos no proporciona la institución o la compañía por lo que se convierte en un gasto adicional para el trabajador a favor de la compañía. Esto concuerda con el planteamiento de Marta Novick, que dice estamos en un cambio de procesos rápidos, las tecnologías han entrado en nuestro mundo de trabajo de una manera compleja que no necesariamente es positiva para los trabajadores.
Siempre se ha pensado que con el internet se podrá democratizar la información y comunicación. Llegar a todos los rincones del mundo, sin límites culturales, ideológicos, lingüísticos y religiosos. Verdaderamente estamos ante un mundo globalizado, aunque existen grandes segmentos de la población que no están integrados al internet.
Respecto al uso de las redes sociales, la mayoría de jóvenes ya no se informan a través de los medios tradicionales, sino a través de las redes sociales que tienen un rol de intermediarias de la información que se genera ya no solamente en los medios de comunicación convencionales sino también en la sociedad, favoreciendo ampliamente la agencia individual en la generación y circulación de información. En otras palabras, en la medida en que son espacios abiertos, las redes sociales han democratizado la comunicación al favorecer el activismo ciudadano y abrir canales de circulación de ideas y opiniones que no tienen cabida en los medios tradicionales. Sin embargo, estas pueden también afectar a los sistemas democráticos en la medida en que se prestan para la circulación de “noticias falsas” (fake news), que afectan el derecho ciudadano a una información veraz que es la condición para la toma de decisiones apropiadas y un ejercicio ciudadano bien informado. En este sentido, no cabe ni la idealización ni la satanización de las redes sociales como espacios alternativos de información per se. Entenderlas dentro de las dinámicas y contextos políticos concretos es un gran desafío ciudadano y periodístico.
Lo novedoso es la configuración de la realidad promovida por la posverdad como la opinión pública. Es necesario que la ciudadanía sea consciente y se empodere de como accede a la información y la difunde, verificar la fuente es primordial. La mayoría de las personas ha aprendido a moverse en las redes; pero también estas habilidades se han establecido como habituales en la relación trabajador-patrono, y en este sentido, es una forma sofisticada que agudiza la explotación a través de hábitos de comunicación naturalizados y aceptados. Se entiende que la tecnología facilita la comunicación horizontal, pero el reto es cuestionar las maneras como las empresas y las instituciones sacan provecho del uso de la tecnología, por ejemplo, extendiendo de facto las horas laborales sin ninguna recompensa.
* Comunicadora Social kichwa, especialista en periodismo de investigación, hizo sus estudios en la Universidad Politécnica Salesiana, Quito. Tiene una maestría en Estudios de la cultura, por la Universidad Andina Simón Bolívar. Tiene amplia experiencia en estudios, interpretación y traducción del español al kichwa, así como también en la elaboración de productos comunicativos bilingües.
Ha colaborado en proyectos de investigación sociolingüística y de educación bilingüe intercultural. Actualmente se desempeña como tutora en el área de lingüística y pedagogía del kichwa dirigido a profesores de educación bilingüe.